¿Qué es terrorismo?

Esta pregunta aparentemente fácil de responder, no lo es. Las personas que prefieren no discutir política porque creen que es un asunto muy sucio, están considerando, no la materia en si misma sino los representantes de la política establecida, o los candidatos a presidentes, senadores, diputados o alcaldes quienes usan la mentira como medio de persuasión para conquistar los votos del pueblo. Esto hace sucia la política. Está claro que se consideramos los políticos que conocemos no podemos responder a esta pregunta seriamente.

En la misma circunstancia están considerados los terroristas y que inmediatamente pasan a tener la forma de un árabe, de un irlandés, de un miembro de la ETA o, últimamente, los de las FARC. Y quienes usan la palabra “terrorismo” indiscriminadamente parecen satisfechos con su propia ignorancia. Han oído la expresión y la acusación por un medio de comunicación en masa y lo adoptaron por la facilidad de digerir el término con la misma flojera mental que le da la anunciar ser contra la política como si eso fuera una virtud cultural.

Para hablar de terrorismo es necesario tener antecipadamente alguna información. Por ejemplo, el grupo llamado “ETA” de los vascos desea la independencia de su país, que no tiene nada de español, ni en la política, ni en el sistema monárquico, ni al menos en el idioma. La sigla ETA significa en vascuense: Euzkadi Ta Azkatazuna, y en español: País Vasco y Libertad. A causa del grupo de guerrilleros de la ETA, la expresión “terrorista” ha sido acuñada en España para desacreditar su movimiento separatista. Actualmente la CIA (sigla en inglés de la “Central Intelligence Agency” estadounidense) lo utiliza para ocupar los países islámicos y para desacreditar cualquier movimiento armado contra su ocupación en tierras latinoamericanas.

La propaganda de la democracia norteamericana, exportando el “Sueño” de riqueza y supuesta libertad de sus ciudadanos atrae los latinoamericanos “subdesarrollados” a la inmigración a los Estados Unidos. Los del Norte necesitaban mano de obra barata y así la traían adonde la podían usar. Con el cambio neoliberal, el adviento del globoimperialismo, el mercado de trabajo fugó para China e India, promoviendo aquí la discriminación y la expulsión de los latinos del imperio. Las únicas riquezas y democracia existentes que restaron son de las gordas corporaciones cuya voracidad no tiene límites.

El gobierno de los Estados Unidos ya no es el representante del pueblo, sino de las corporaciones que pagan por todo que se gaste, desde los votos, el lujo y la riqueza personal de los administradores hasta los medios de comunicación en masa para engañar a los incocentes y hacer contentos los que reciben el lucro.

Para ellos el Che Guevara y sus compañeros de guerrilla son “terroristas” y por extensión, cualquier grupo de guerrilleros que luchan contra el asalto a las tierras y riquezas de sus países es considerado “terrorista”. E igual son considerados los simpatizantes y los que luchan por la segunda independencia latinoamericana.

Las FARC (Fuerza Armadas Revolucionarias de Colombia) es un grupo insurgente que hace más de sesenta años lucha en la selva colombiana. Su jefe que desde el principio se juntó a los guerrilleros es Manuel Marulanda Vélez, de apodo “Tirofijo”, un señor mayor y repetado por centenas de grupos dispersos de las FARC. Los imperialistas con gusto los califican de “terroristas”, pero los latinoamericanos que sabe de su historia de heroísmo los tratan como “guerrilleros”, que según el Che Guevara es la expresión más alta de patriotismo en un ciudadano.

Como el ejército colombiano no alcanzaba a derrotar los grupos guerrilleros, fueron creados los escuadrones de la muerte, con el nombre de “paramilitares” y estos se ocupan de asesinar individualmente o en grupos los “simpatizantes” de los guerrilleros. Los paramilitares son bandos que asaltan por orden del gobierno o del ejército, o simplemente de los finqueros, a los campesinos que osan colaborar de alguna forma con la guerrilla, voluntariamente o forzados. Ellos secuestran, torturan y asesina a miles de campesinos, así como a los periodistas, escritore y hasta profesores universitarios que se atreven a hablar contra su manera de violar los derechos humanos en Colombia.

La historia y la lucha por el socialismo y la democracia nos enseña que no hay ninguna manera de vencer a la guerra de guerrilla, o de insurrección. Llamarlos de “terrorista” puede engañar a la gente simple que no hace análisis político ni busca informaciones en la raíz de los hechos históricos porque es más fácil guiarse por los títulos aplicados por la gente que considera importante y al par de los sucesos. Pero el pueblo no irá jamás contra los guerrilleros cuando los conocen y aprenden con ellos las razones de su patriotismo.

Es un honor y un derecho natural luchar por la soberanía de su patria. Y es una vergüenza entregarla por un puñado de dólares o de euros con los cuales ensuciarse las manos de sangre compatricia. Hay que recordar el nuevo dicho que “La ocupación es el terrorismo de los imperialistas y la guerrilla es la lucha de los que quieren ser libres”.