La administración Bush estaban contenta cuando el Conference Board, un grupo global de bancos y corporaciones, anunció el 28 de junio que la confianza del consumidor en EEUU estaban lo más alto en los últimos tres años.
Enfrentado con la pérdida de apoyo por su política extranjera de guerra, oficiales de la administración aceptaron la noticia como una señal de que su política doméstica está trabajando.
Mientras tanto, General Motors anunció que estaban recortando a 25.000 trabajo, la cadena de supermercados Winn-Dixie dijo que iba a cerrar 326 tiendas, despidiendo a 22 mil, y Lear, que manufactura mercancías para interiores de autos, dijo que va a despedir a 7.700. Alcoa, la corporación más grande del mundo de aluminio, dijo que va a recortar 6.500 más de los 1.800 empleos ya anunciados.
Eso sería 63.000 empleos en solo junio.
Donald Boggs, presidente de la AFL-CIO de Detroit, dijo que el impacto de los despidos y cierre de fábricas va más allá de lo que reportan en los medios de comunicación. Él dijo que con los despidos destruyen comunidades enteras.
Él explicó que un empleo en una fábrica de auto cercana, “crea de tres a siete más empleo”. “Cuando General Motors cierra una planta, el tipo que vendía gasolina también se va, el tipo que vendía sandwiches, se va, y sigue así hasta que no quede nada”.
Boggs se rió de las declaraciones de que estamos en una recuperación económica. “Puede ser que sea una recuperación para los adinerados”, pero no para el resto.
Hablando de soluciones Boggs tomó un punto de vista optimista. “Estos son tiempos interesantes. La gente está moviénndose, hablando de nuevas ideas. Necesitamos empezar mirar a la nacionalización [de empresas]. Creo que es tiempo”.
“Una de cada seis familias está viviendo en la pobreza, sin beneficios médicos. Yo creo que es tiempo de mirar a la nacionalización”, repitió.
¿Recuperación económica?