Con motivo del 40 aniversario del asesinato del Che Guevara, publicamos un artículo del Secretario Nacional Sindical del Partido Comunista de Venezuela sobre el Che y la situación de Venezuela mientras atraviesa por su revolución de liberación nacional.
Afortunadamente mucho se recuerda y se ensalza por estos días, en nuestro país en revolución, la figura heroica de Ernesto Guevara de La Serna, el Che. Homenajes de todo tipo van y vienen, desacertadamente la mayoría formando parte de una suerte de actos litúrgicos o de curiosa veneración religiosa, en la que se coloca al guerrillero heroico como una especie de cristo latinoamericano. En medio de todo ello, hay una tendencia sostenida de presentar al camarada Guevara simplemente como un combatiente guerrillero, sin ninguna otra faceta, sin ningún otro ejemplo o aporte que entregar a las actuales generaciones de revolucionarios.
Por otra parte, algunos opinadores, de cierta manera ligados a nuestro proceso revolucionario, intentando pasar por guevaristas algunas tesis social reformistas, en particular las desgastadas tesis del “socialismo democrático” y del “socialismo crítico”, todas basadas en la conciliación de clases, repiten incesantemente descontextualizando y versionando a su antojo, las afirmaciones críticas del Che acerca del estado soviético, pretendiendo de tal modo deformar y estrechar el amplio y dialéctico pensamiento del Che Guevara, en su condición de cuadro revolucionario formado en la teoría marxista-leninista.
Y es que más de un “socialista” venezolano de estos tiempos, incluso sin comillas, reniega (por lo menos en el discurso) del socialismo científico, guarda distancia de la concepción marxista-leninista, no quiere para nada a los comunistas, pero sin embargo, a pesar de esas extrañas coincidencias con el enemigo imperialista, en el colmo de lo incongruente, se asume seguidor del Che, se autoproclama guevarista. Pero, vaya fatalidad, el Che orgullosamente era comunista.
El Che, convencido de la certeza histórica de las ideas de Marx, Engels y Lenin, asumió con Fidel la conducción de la transición revolucionaria hacia la sociedad socialista, como transito histórico de la sociedad comunista, entendiendo por tanto la necesidad del predominio de la propiedad social (propiedad de todo el pueblo) sobre los medios de producción, orientando y organizando el proceso de expropiación y socialización de las empresas, antes en manos de la oligarquía y el imperialismo yanqui. El Che participó en la organización del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, en 1963, que luego dio lugar al actual Partido Comunista de Cuba, definiéndolo como partido marxista-leninista, “dirigente y catalizador de vanguardia de la clase obrera, dirigente de su clase”. El Che tenía muy claro y así lo pregonó y defendió, que el sujeto histórico del proceso de establecimiento de las nuevas relaciones socialistas de producción y, en consecuencia, de la instauración de una ética y una moral de nuevo tipo, era la clase trabajadora y por ello se dedicó a crear las condiciones políticas, económicas e ideológicas para que el proletariado cubano ejerciera todo el poder, en alianza con el campesinado y demás sectores populares.
El Che estaba formado en el internacionalismo proletario, el que, como consecuente militante marxista-leninista, practicó en todos los momentos de su vida revolucionaria, tanto en su condición de combatiente y comandante guerrillero de Latinoamérica, como en su faceta de dirigente político y hombre de gobierno en la Cuba liberada. En tal sentido hay que reivindicar que el Che Guevara, así como expresó razonadas diferencias con el estilo de dirección soviética, también gestionó y en su oportunidad ponderó la decisiva solidaridad del pueblo y del gobierno de la URSS y de otros países de la entonces comunidad socialista, para con la recién liberada isla caribeña. No debería ningún revolucionario hacerle concesiones al falseamiento de la verdad histórica. Cuba socialista sobrevivió no sólo por la heroicidad y unidad del pueblo cubano y la efectividad de su liderazgo, sino también gracias a la Unión Soviética, que la ayudó a defenderse y a superar victoriosamente las amenazas y ataques militares, políticos y económicos de la que fue objeto, desde los primeros años del triunfo de la revolución.
El Che, hombre de acción y reflexión, hizo aportes muy valiosos a la elaboración estratégica y táctica de los comunistas, en el fragor de la lucha revolucionaria y la construcción de la nueva sociedad. Las materias primas fundamentales de su pensamiento creador y de su acción ejemplar, fueron sin duda las tesis del materialismo dialéctico e histórico, incluyendo la riqueza teórica del pensamiento leninista, con sus aportes excepcionales sobre la caracterización del imperialismo y la concepción del partido revolucionario de clase, pero también hay que poner de relieve la especial sensibilidad de este hombre formado en la ciencia médica y en la ciencia marxista.
Como lo describe Fidel, el Che era un hombre excepcional, un ser profundamente humano, poseía las características del hombre nuevo que el comunismo se propone formar. Ciertamente, el Che era “guiado por verdaderos sentimientos de amor”, como él concebía a un verdadero revolucionario, pero el amor revolucionario practicado por el Che, orientado y razonado por los principios de la teoría científica de la lucha de clases, es el que permite empuñar las armas por la liberación nacional y social, es el que hace posible un odio racional de clase contra todas las injusticias que sufre la humanidad, un odio implacable contra el imperialismo y las oligarquías que hunden en la opresión y la miseria a nuestros pueblos. El Che proyectaba en sí mismo al ser humano del porvenir, pensaba y actuaba como lo que era, un comunista plenamente convencido.
A 40 años después de su muerte el pensamiento del Che Guevara sigue vigente