A pesar de protestas Israel sigue atacando a Líbano

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Con su cuerpo acribillado por metralla, el muchacho de 14 años Wissam Abdula, habló desde el hospital en la ciudad portuaria Sidón, al sur de Líbano. Wissam es uno de los pocos que sobrevivió un ataque aéreo israelí que mató a casi toda su familiares mientras estos huían de la aldea fronteriza libanesa Marwaheen el 15 de julio.

“Fuimos 24 personas en el camión”, él le dijo a un reportero de la agencia noticiosa alemana, Deutsche Presse-Agentur. “Los que sobrevivieron fuimos yo, mi padre y mi hermana, que ahora está luchando por su vida”.

“La bomba le dio a nuestro camión directamente y yo de repente vi que la mayoría volaron fuera del camión y se volvieron en pedazos de carne y hueso”, él dijo.

La hermanita de Wissam, que tiene siete años, con su pierna destrozada y sangrando, lloraba que la ayudaran. “Mientras yo trataba de llegar a ella”, él dijo, “un helicóptero Apache israelí regresó para terminar con el resto de nosotros y nos bombardeó otra vez”.

“A mi hermanita la mataron, como el resto de los que sobrevivieron el primer bombardeo”, él dijo brotando lágrimas. “¿Esto es un crimen de guerra? ¿No lo es?”.

Wissam no está solo. Doce días después de que Israel lanzó un ataque masivo en Líbano, por lo menos 382 libaneses — muchos de estos mujeres y niños —estaban muertos, miles lesionados, y por lo menos 700.0000 desplazados.

Miles lucharon para escaparse de la destrucción de aviones de guerra, misiles, municiones, excavadoras, bombas, inclusive, según doctores libaneses, bombas antipersonal. La administración Bush apresuró enviar nuevas “provisiones de emergencia” de bombas a Israel a la semana después de empezar el conflicto.

El bombardeo implacable fue interrumpido brevemente solo cuando Condoleezza Rice, secretaria de Estado de Bush, entró furtivamente a Beirut sin anunciarse para reunirse con el primer ministro libanés Fuad Siniora, el presidente del parlamento Nabih Berri y dirigentes del pro estadounidense Movimiento 14 de Marzo en la Embajada de EEUU.

Ante de la visita de Rice, Siniora, un aliado de EEUU, dijo que se estaba cortando en pedazos a Líbano. Notando la destrucción de los puertos, aero-puertos, carreteras, plantas energéticas, edificios residenciales y fábricas, él dijo que Israel estaba tratando de “empujar atrás 50 años a Líbano”.

Él exigió un cese de fuego, y dijo que Israel debe pagar in-demnizaciones al pueblo libanés, cuya economía ha sufrido “pérdidas no imaginables”.

La reunión de Rice con Berri fue muy fría. “Yo le dije a Condoleezza Rice que la escala de destrucción en Líbano iguala la de una bomba nuclear”, Berri le dijo a la televisión al-Arabiya.

Antes su visita, Rice llamó la matanza tomando lugar en Líbano, “los dolores de parto de un Medio Oriente nuevo”. Después de sus reuniones, ella reiteró la oposición de la admini-stración Bush a un cese de fuego, a pesar del llamado mundial por uno que incluye a aliados de EEUU como Arabia Saudita.

Las pérdidas israelíes también están aumentando, pero a una escala más lenta — un total de 37 muertos, 15 de estos civiles — cuando misiles de Jezbolá continuaron caer sobre el suelo israelí y cuando las tropas israelíes se encontraron con una resistencia fuerte de combatientes de Jezbolá en el sur de Líbano.

El Partido Comunista Libanés (PCL) descartó las afirmaciones estadounidenses e israelíes que el ataque contra Líbano es una “guerra contra el terror”, y dijeron que el conflicto es una “guerra israelí-estadounidense” para avanzar la “Gran Iniciativa del Medio” de la administración Bush que busca instalar un régimen servil en Líbano para monopolizar las fuentes de agua y distraer la atención del mundo de la situación grave del pueblo palestino.

El PCL advirtió que hay esfuerzos para dividir al pueblo libanés de modo sectario y llamó por una resistencia unida nacional contra la invasión. En declaraciones previas el PCL citó a los planes estadounidense para dominar los campos de petróleo como la razón por las acciones estadounidense en Irak y en otras partes del Medio Oriente.

Manifestaciones contra la invasión han tomado lugar en muchas ciudades de EEUU. Como 3.000 marcharon en Chicago, muchos de la grande comunidad árabe de la ciudad. Estos exigían un “¡cese de fuego ahora!” y por recortar la ayuda financiera de EEUU a Israel.

El Concilio Nacional de Iglesias llamó por un fin a la violencia y por “una intensa iniciativa diplomática para cesar las hostilidades”. A esta se les unió dirigentes protestantes, ortodoxos, anglicanos y católicos.

Varios grupos judíos estadounidenses también han llamado por un cese de fuego, inclusive el grupo Voces Judías por la Paz en San Francisco, cuyo director Mitchell Plitnick le dijo a Nuestro Mundo, “Parece que la administración Bush le está dando a Israel otra semana para actuar libremente en Líbano. En una semana se puede causar mucho daño”.

El grupo de Plitnick y otros, inclusive Unidos por la Paz y Justicia, la Jornada de EEUU para poner Fin a la Ocupación Israelí, el Comité Antidiscriminación Americano Árabe, y Socios por la Paz organizaron un día nacional de llamadas al Congreso el 25 de julio para apoyar el proyecto del congresista Dennis Kucinich y 23 otros. La medida llama a que EEUU busque un “alto inmediato a la violencia” y “negociaciones multipardistas sin precondiciones”.

Plitnick, viendo al proyecto con buenos ojos, dijo, “Yo creo que hay un sentir de base entre el pueblo norteamericano que

desaprueba de lo que hace Israel en Líbano”.

Él agregó, “Tenemos también que recordar que Israel continúa atacar en la franja de Gaza y hacer operaciones militares en la Ribera Occidental. La cuestión palestina está a raíz de todo esto y nos tenemos que dirigir a esta cuestión”.