LA HABANA (Prensa Latina) – La artritis y la artrosis son enfermedades muy difundidas por todo el mundo. Ambas son dolencias crónicas que necesitan tratamiento a largo plazo.
Aunque muchas personas confunden sus síntomas, y las llaman arbitrariamente a una por la otra, existen diferencias marcadas que la distinguen.
El origen esta en la artritis, palabra griega cuya raíz -art- significa articulación, en tanto la terminación – itis – inflamación, es decir, inflamación de la articulación.
Sin embargo, la artritis no es una sola enfermedad, existen más de cien tipos. Ellas tienen que ver con una o más articulaciones del cuerpo, es por ello que también se le denomina poliartritis, y no esta vinculada con la edad pues puede aparecer en la juventud.
Un ejemplo claro es la artritis reumatoidea, en la cual se compromete el estado general de la persona, al producir decaimiento, cansancio y perdida de peso, además del abultamiento, tumefacción y enrojecimiento de la articulación, que causa un dolor continuo y rigidez al levantarse la persona que la padece.
Ese tipo de dolencia, que comienza entre los 20 o 40 años, se desarrolla rápidamente en meses o semanas y el 75 por ciento de los pacientes son del sexo femenino.
No es hereditaria pero algunos genes pueden asociarse con la susceptibilidad y la gravedad de la enfermedad.
Una característica muy particular es que otros órganos diferentes a las articulaciones se pueden comprometer. En tal sentido se ha observado la formación de nódulos en la piel, inflamación de membranas que rodean ciertos órganos internos como los pulmones y el corazón.
Además hay manifestación de sequedad en los ojos y en la boca debido a la inflamación de las glándulas lacrimales y salivares y en raros casos inflamación de los vasos sanguíneos.
La artrosis, en cambio, es una enfermedad reumática vinculada con el envejecimiento de las articulaciones, ligado al paso del tiempo. Se inicia, en general, a partir de los 40 o 45 años, aunque también puede aparecer tempranamente como consecuencia de traumatismos o problemas congénitos que afecten la articulación.
Se caracteriza por poca inflamación en la articulación, la cual puede sufrir deformación hasta convertirse en nódulos y por ser un proceso degenerativo de desgaste del cartílago.
La artrosis, conocida también por osteoartritis u osteoartrosis, afecta sobre todo a las articulaciones que soportan peso, o que tienen exceso de movimiento, como por ejemplo las caderas, las rodillas o el pie. Algunas formas de ella son hereditarias.
Los individuos que la padecen presentan un dolor mecánico, que se siente después de utilizar la articulación. Generalmente es un dolor vespertino, y se alivia con el reposo.
La persona puede incorporarse de la cama dolorida y sentir un poco de rigidez, por lo que le cuesta iniciar la marcha, pero en unos minutos ese malestar desaparece y el individuo puede movilizarse.
Hay quien, sin embargo, tiene artrosis y no presenta síntomas. En tales casos el medico puede detectar la enfermedad por radiografía.
En este tipo de dolencia el espacio ocupado por el cartílago (parte blanda que tiene la función de amortiguar la presión y el roce entre los huesos) es más pequeño de lo habitual ya que se encuentra deteriorado, lo cual hace que estos se toquen entre si y se desgasten.
A la par de este proceso comienza otro reparador, que consiste en formar hueso nuevo, pero con características diferentes del normal y se forma los que se conoce comúnmente, en las vértebras, como picos de loro, que técnicamente se denominan osteofitos, los cuales raspan más, y producen mayor dolor y limitación de la capacidad.
Se calcula que entre el 80 y el 90 por ciento de las personas mayores de 55 años tiene algún tipo de manifestación de artrosis.
El paso de los años es irremediable. Pero hay maneras de retrasar un poco la aparición de esas molestias que aparecen en edades más avanzadas y evocan generalmente un espectro de temor, dolor y desesperanza.
Por ejemplo, cuando el paciente tiene artrosis y presenta sobrepeso lo más aconsejable es una dieta balanceada, y sin excesos de grasas.
Otros factores importantes que favorecen el desarrollo de ese mal son las caminatas (solo efectivas cuando se realizan de forma continuada, con paso firme y durante 20 o treinta minutos), la bicicleta, o la natación.
El ejercicio es un método de prevención y de tratamiento, beneficioso siempre que se haga de forma sistemática, y mientras la articulación se mueva en todo su rango.
Con respecto a la administración de fármacos, los especialistas prefieren utilizar la menor cantidad posible de drogas y ver cuanto pueden mejorar los pacientes con tratamientos locales orientados a desinflamar y calmar el dolor.
Las intervenciones no farmacológicas para el alivio del dolor y la función incluyen el calor superficial y profundo, frío, ejercicio, perdida de peso, acupuntura, neuroestimulacion eléctrica transcutanea (TENS), láser de baja energía, vibración, cremas aplicadas típicamente, campos electromagnéticos y aparatos ortoticos.
Recientemente expertos alemanes revelaron una nueva terapia contra la artritis basada en la modificación genética de células enfermas.
Los investigadores colocaron a los pacientes analizados un sistema para la producción de proteínas, biomolecula esencial de los tejidos que evita la inflamación, pero que en los pacientes con artritis se encuentra bloqueada a causa de la hinchazón.
Luego de este primer paso, inyectaron las células modificadas en las articulaciones enfermas de los pacientes, procedimiento, que según los expertos, bloquea la causa de la enfermedad.
Aunque según sus descubridores, se necesitan más estudios para determinar si ese tratamiento genético curara la artritis durante toda la vida del paciente, los resultados de sus investigaciones demuestra la efectividad del nuevo método.
Artritis y artrosis: Similares?