CHICAGO – La comunidad puertorriqueña de Chicago, con más de 130,000 personas y en su abrumadora mayoría de clase trabajadora, se concentra en varios barrios en el noroeste de la ciudad: Todos son importantes campos de batalla en la lucha para preservar y aumentar acceso a las viviendas a un precio asequible.
Conforme con las teorías del sociólogo Robert Ezra Park, existe tal cosa como “la sucesión étnica”. Los vecindarios que rodean el centro de una ciudad de Chicago muchas veces atraen a los inmigrantes nuevos, pues entre otras cosas se caracterizan por la existencia de unidades de vivienda que se pueden alquilar relativamente baratos. Como cada grupo de inmigrantes mejora su situación económica, tienen la tendencia de trasladarse “hacia afuera” dejando que otro grupo más nuevo y más pobre ocupe sus antiguas habitaciones. La comunidad borinqueña de Chicago, que empezó a crecer rápidamente en los 1950, cumple con esta tendencia. Al comienzo el barrio de West Town, anteriormente un barrio de inmigrantes polacos, fue el lugar preferido donde muchos puertorriqueños se radicaron. Un segundo lugar de radicación boricua fue Lincoln Park, al norte del centro de Chicago y en las orillas del Lago Michigan.
Ya para los años 1960, West Town y Lincoln Park eran vecindarios típicamente puertorriqueños, con las redes usuales de instituciones religiosas, sociales y políticas. Ambos vecindarios constituyeron las bases de organizaciones activistas, que luchaban a favor de los derechos del pueblo y la independencia de Puerto Rico.
En 1966, atropellos racistas de parte de la policía municipal de Chicago produjeron “Los Motines de la Calle Division” en West Town. Partiendo de aquel incidente, el escuadrón “rojo” (anti-subversivo) de la policía, junto con el FBI, se dedicaba a sabotear a las organizaciones boricuas por medio del espionaje, las provocaciones y el macartismo.
Al comienzo de los 1970, el alcalde Richard J. Daley (padre) fomentó el “Plan 21 para Chicago,” cuyo propósito era el de dispersar a las concentraciones de gente pobre y de razas minoritarias que de otra manera pudieran representar alguna amenaza para la gente poderosa. Este plan ofrecía muchas oportunidades de enriquecimiento para las industrias de bienes raíces, de desarrollo económico y bancaria, los baluartes principales para los políticos más poderosos.
Bajo el Plan 21, vecindarios enteros iban a verse borrados de la faz de la tierra y sustituidos por barrios de gente de ingresos altos. Entre los primeros “blancos” del Plan 21 fue el barrio mayormente puertorriqueño de Lincoln Park.
Especuladores de bienes raíces, respaldados por el liderato político, iban comprando edificios en los sectores de clase obrera, los remodelaban y los vendían o alquilaban a personas adineradas, en esta forma haciendo subir en forma escalofriante el costo de la vivienda en Lincoln Park. De esa forma, familias de ingresos modestos se encontraban obligados a trasladarse a otro vecindario. En poco tiempo, el carácter boricano y de clase trabajadora de Lincoln Park se esfumó por completo. No quedaba ni una sola institución puertorriqueña. Hoy en día, a mucha gente les cuesta creer que el barrio “ricachón” de Lincoln Park en un tiempo era un vecindario boricua.
Hoy los puertorriqueños en West Town, Humboldt Park y Logan Square se encuentran en las mismas trincheras de la lucha en contra de la especulación y a favor de la vivienda asequible. Ya como el Partido Republicano prácticamente no existe en Chicago, los especuladores y las empresas constructoras han trabajado por medio de la facción derechista del Partido Demócrata, encabezado por el alcalde Richard M. Daley (hijo), para apoderarse de tierras baldías y edificios residenciales para convertirlos en condominios, apartamentos y casas costosos para la gente rica.
Con tal de resistir a estas tendencias, varias organizaciones boricuas, mejicanas y otras se han aliado para defender la vivienda para el pueblo. Estas organizaciones incluyen el Centro Cultural Puertorriqueño, Centro Sin Fronteras y el Centro Cultural Segundo Ruiz Belvis entre otras. Aliados con estos sectores se encuentran ciertos dirigentes políticos que agrupados en la parte progresista, o independiente, del Partido Demócrata, como el congresista Luis Gutiérrez, el senador estatal Miguel del Valle, los representantes estatales Cynthia Soto y Willie Delgado, y el concejal municipal Billy Ocasio.
Organizaciones no-lucrativas como Erie Neighborhood House y Bickerdike Redevelopment, han desarrollado planes ambiciosos para aumentar la cantidad de unidades de viviendas de costo bajo en la zona. Pero políticos locales aliados con el alcalde Daley y recipientes de grandes donativos de dinero de campaña de la misma industria de bienes raíces, han hecho lo que pudieron para bloquear estos planes. Sin embargo, se ha logrado construir nuevas entidades de vivienda pública en esta región, pese las campañas en su contra.
Los activistas también acusan a la policía de colaborar con los especuladores, acosando a las familias latinas pobres. Pero hay una decisión de permanecer y luchar. Justamente al oeste de la escuela secundaria Roberto Clemente, hay un sector de la calle Division que se encuentra dominada por dos enormes esculturas de hierro que representan la bandera puertorriqueña. Muchos – y no solo boricuas – ven a estas dos banderas como “una linea en la arena” que dice que la lucha a favor de la vivienda asequible en el lado noroeste de Chicago sigue firme.
Boricuas en Chicago firmes en la lucha para viviendas