LA HABANA – El candidato socialista Gueorgui Parvanov emergió vencedor en las elecciones presidenciales búlgaras al sorprender con un cómodo triunfo fuera de pronósticos, otorgado por un electorado cansado de promesas políticas incumplidas y una crisis económica.
Parvanov, líder del opositor Partido Socialista (PSB), heredero del comunista, venció con cerca del 55 por ciento de los sufragios en la segunda vuelta de la consulta electoral del pasado domingo 18 al mandatario saliente Petar Stoyanov, considerado por las encuestas el favorito en la primera ronda.
Stoyanov no pudo detener su caída y alcanzo 45,86 por ciento de los sufragios, a pesar de que contaba con el respaldo de la Alianza Nacional del nuevo primer ministro, el ex rey Simeon II, y la Unión de Fuerzas Democráticas (UFD), que lo llevó al poder en 1996.
La segunda vuelta se caracterizó por una alta participación del electorado, cerca del 60 por ciento de los siete millones de búlgaros convocados a las urnas, y no adoleció del alto abstencionismo, más del 58 por ciento, registrado en la primera ronda.
Simeon II llamó a sus seguidores a respaldar a Stoyanov, por quien ejerció su derecho al sufragio en la primera convocatoria, pero a última hora y quizás pensando en la eventual victoria de Parvanov decidió no acudir a las urnas alegando cansancio de un viaje recién concluido a Washington.
En una jugada política para distanciarse de la UFD, algunos de cuyos miembros se les involucra en escándalos de corrupción, al final de la campaña electoral el mandatario se distancio de esa organización política y se presentó como candidato independiente, pero el parche no llegó a tiempo.
Aunque Stoyanov no respaldó a Simeon II en los comicios hace poco más de 100 días, el ex rey manifestó su preferencia a la hora de gobernar por el actual presidente, al parecer por considerarlo más cercano a sus concepciones políticas.
Pero en estos comicios los búlgaros decidieron con el voto demostrar su inconformidad con los gobiernos de la última década, reflejada en su inclinación por el abogado socialista, de 44 años de edad.
Con ello se puso de manifiesto las ansias de la población de un cambio para sacar al país de la crisis económica, con vista a mejorar los niveles de vida.
En su campaña electoral, Parvanov prometió luchar contra la pobreza, el desempleo y la corrupción, que sacudió las altas esferas del gobierno anterior.
Para dar tranquilidad al primer ministro, anunció una presidencia de cohabitación sin dificultades con el mantenimiento de un buen clima en la dirección del país.
En cuanto a política exterior, se manifestó a favor de continuar la labor para garantizar el ingreso de Bulgaria a la Unión Europea y a la Alianza Atlántica.
También prometió convertirse en el presidente de todos los búlgaros, al margen de cualquier filiación política, religiosa o étnica.
El carisma del candidato socialista y la añoranza de tiempos mejores cuando la población disfrutaba de beneficios sociales, perdidos con la caída de la comunidad socialista en Europa del Este, en 1989, figuran entre las consideraciones, manejadas por algunos analistas, que dieron el sorpresivo triunfo al joven jurista.
Para otros expertos, el carácter social de su campaña electoral y su afiliación política devienen una garantía para la población de que luchará por mejorar el nivel de vida.
Por otro lado, a poco más de 100 días de alcanzar Simeon II el cargo de primer ministro, comienzan a llover las críticas en su contra por incumplir las promesas electorales y registrarse un alza en los impuestos.
Como jarro de agua más que fría, recibieron los búlgaros este invierno un incremento en los costos de la electricidad y la calefacción.
Pero especialistas pronostican medidas económicas más drásticas para poder sacar al país de la crisis y junto a ella un descenso en poco tiempo de la popularidad del ex rey.
Entonces corresponderá neutralizar la situación a Parvanov, cuyo puesto, según la constitución, es bastante simbólico, pero con potestad para intervenir en la política interna y externa del país y lo que es más importante para vetar las legislaciones aprobadas en el órgano legislativo.
También se considera que quizás hasta al jefe de gobierno le convenga más un presidente de la oposición socialista para que apoye las medidas impopulares que se avecinan.
Tal vez los búlgaros aspiren a que Parnavov se convierta en la balanza para atenuar la política neoliberal de Simeon II, quien es además un experimentado empresario.
El panorama político del estado de Europa del Este se muestra complicado, pero parece lleno de esperanzas para un electorado que primero depositó su confianza en un desconocido, pues el ex monarca apenas ha residido en su patria desde los nueve años, y luego puso su fe en un socialista para rescatar los beneficios sociales.
Bulgaria: Sorpresa socialista en elecciones