La clausura del gobierno es un cierre patronal empresarial contra el pueblo estadounidense.
En el sector privado, si la empresa y el sindicato no llegan a un acuerdo cuando vence el contrato, la práctica común es extender el contrato anterior, mientras continúan las negociaciones. Pero ¿y si la empresa está decidida a aumentar las ganancias destruyendo el sindicato, reduciendo los beneficios de salud de los trabajadores, robando del plan de pensiones y eliminando los derechos laborales de los trabajadores? Entonces recurren a un cierre patronal: cierran las puertas de la empresa y evitan que los trabajadores hagan su trabajo o se le pague.
Eso es exactamente lo que los republicanos, liderados por el Tea Party, han hecho - no sólo a 800.000 trabajadores del gobierno, sino a todo el pueblo estadounidense.
Contexto
La crisis del gobierno se produce al cumplirse casi el sexto año de la depresión económica. Los más ricos que forman la décima parte del uno por ciento - una de cada mil familias - se han recuperado totalmente y han acaparado casi la totalidad de los modestos avances logrados por la economía desde 2009. Pero las familias trabajadoras siguen sufriendo, con 25 millones de desempleados o subempleados y con la familia típica habiendo perdido 7.490 dólares en ingresos anuales desde 2000. Enfurecido por haber perdido las elecciones de 2008 y 2012, el Partido Republicano, en particular sus extremistas del Tea Party, se preparan para devastar todo el país en su campaña racista de paralizar la presidencia de Obama.
Los republicanos perdieron la última elección. No pudieron ganar la Presidencia o el Senado. Obtuvieron menos votos para la Cámara de Representante que los demócratas, pero mantuvieron el control mediante la manipulación de distritos electorales. La elección de 2012 fue un referéndum que claramente rechazó las políticas republicanas. Desde entonces, han utilizado su control de la Cámara, y su capacidad de realizar maniobras obstruccionistas en el Senado, para mantener el país como rehén, bloqueando medidas de rutina y necesarias en un intento de paralizar la presidencia de Obama con el fin de alcanzar los objetivos que no pudieron ganar en las elecciones. Hablaré más acerca de esos objetivos más tarde.
Las cosas aburridas
La Constitución dice que el gobierno no puede gastar dinero sin autorización del Congreso. Dicha autorización venció 1 de octubre. Una resolución de continuación (CR) le permitiría al gobierno continuar gastando en los niveles anteriores durante un periodo limitado, mientras se llevan a cabo las negociaciones. Una resolución de continuidad fue aprobada por el Senado, pero la Cámara de Representantes adjuntó una disposición para desfinanciar la ley de salud conocida como Obamacare. La Cámara, probablemente aprobaría una CR limpia - que no incluya disposiciones adicionales como el desfinanciamiento de Obamacare, pero el presidente de la Cámara John Boehner se niega a permitir una votación al respecto.
Esta crisis tiene lugar en el contexto del "secuestro", el cual fue resultado de negociaciones que pusieron fin a una crisis similar sobre el techo de la deuda en agosto de 2011. El secuestro dispone recortes generales en el gasto federal, los que se vuelven más amplios de cada año. El secuestro ya ha dado lugar a despidos de trabajadores del gobierno, recortes en programas sociales, y la pérdida de beneficios como Head Start, Sección 8, de desempleo y otros para decenas de miles de personas. Si el secuestro se mantiene en su lugar, los recortes serán más amplios en 2014, y se perderán hasta un millón de puestos de trabajo. La resolución de continuidad "limpia" que los demócratas exigían dejaba el secuestro en su lugar, dejando esa batalla para más tarde.
Después del 17 de octubre se llegará al "techo" de la deuda. Desde la Primera Guerra Mundial, el Congreso ha impuesto un límite a la deuda que el gobierno puede acumular. Después de eso, el gobierno sólo puede gastar el dinero tan rápido como llega a sus arcas - es decir, son los ingresos tributarios del gobierno los que pagarán la mayoría de las cuentas, pero no todos, y los pagos podrían atrasarse.
Los efectos inmediatos de la crisis
Como resultado de la clausura parcial del gobierno del 1 de octubre:
A dos millones de trabajadores del gobierno no se les está pagando. De ellos, 800.000 no están yendo al trabajo, mientras que el resto están trabajando sin sueldo.
Las comunidades afroamericanas serán las más afectadas. Debido a la discriminación institucional en el sector privado, los afroamericanos con empleo de "clase media" tienen más probabilidades de trabajar para el gobierno.
Los servicios públicos como parques y monumentos nacionales están cerrados.
Áreas como Washington, D.C., con una gran concentración de trabajadores federales, se ven especialmente afectadas por la pérdida de la masa salarial.
La industria del turismo cerca de los parques nacionales y en el Capitolio sufrirá pérdidas. Decenas de miles de familias y escuelas están viendo arruinados sus vacaciones y viajes de clase.
Los cheques del Seguro Social se enviarán, pero las solicitudes y servicios nuevos serán retrasados.
Cancelados o retrasados: préstamos para pequeñas empresas que afectan hasta 6 millones de empresas; inspecciones de agencias del medio ambiente, trabajo y otros organismos de protección y reglamentación; auditorías del IRS a los superricos e investigaciones de evasión fiscal en el extranjero
Si esta clausura parcial continúa, empezará a afectar a los programas como Head Start, de nutrición infantil (WIC) y de asistencia para calefacción.
Un patrón comienza a emerger en cuanto a quiénes se verán afectados pronto y gravemente. Y no es el 1 %.
Los efectos del límite de la deuda son más difíciles de predecir. Muchos comentaristas, y muchos líderes de negocios, ven que esto es más grave que la simple clausura del gobierno. La administración tiene una serie de opciones. Existen medidas de contabilidad que se puede tomar para mover el dinero y pagar facturas sin pasar formalmente el límite de la deuda. Hay maneras de, en efecto, imprimir dinero para evitar el endeudamiento. Hay buenos argumentos constitucionales para ignorar el techo de la deuda y seguir pagando todas las cuentas que se deben. Si se llega al techo de la deuda, las medidas que adopte la administración y la respuesta a ellas dependerán en gran medida del equilibrio de fuerzas políticas en el momento.
La preocupación de muchos líderes de negocios (y el resto de nosotros) es que si los EE.UU. no paga sus cuentas a tiempo, incluidos los pagos de los préstamos pasados, se podría debilitar la confianza mundial en el dólar de EE.UU. y provocar una nueva crisis financiera, una nueva recesión y la pérdida masiva de puestos de trabajo. Este escenario extremo puede ser poco probable, pero la inestabilidad creada por las crisis políticas, financieras y económicas continuas puede tener efectos impredecibles y potencialmente catastróficos que no son la intención y están fuera del control de los que crean la crisis - en este caso los republicanos del Tea Party y sus patrocinadores.
Guerra de clases
Desde que Obama asumió el cargo en 2009, y especialmente desde que los republicanos ganaron el control de la Cámara en 2010, el gobierno federal ha sido paralizado por crisis repetidas sobre los presupuestos y el techo de la deuda. Los principales medios de comunicación retratan el problema en términos genéricos como "gobierno disfuncional", "estancamiento del Congreso", "polarización " y "falta de compromiso". Pero en el movimiento obrero y entre las organizaciones progresistas, incluidos los progresistas en el Congreso, se están escuchando descripciones muchísimo más precisas: "tomar de rehén" y "guerra de clases", e incluso "traición a la patria". La AFL-CIO se refiere a la clausura parcial del gobierno como un cierre patronal.
El tema inmediato en la clausura es la ley Obamacare. Los republicanos se oponen tenazmente a todo lo que ofrece mayor seguridad económica para la clase obrera, y políticamente están temerosos de que Obamacare funcione de verdad y dé un impulso político a los demócratas en las elecciones futuras. El alto nivel de participación en los primeros días de Obamacare es un golpe a los republicanos.
Pero los problemas van más allá de Obamacare.
El blog de la AFL-CIO lo expresó claramente: "Los multimillonarios... temen que si el gobierno hace su trabajo, les cobrarán impuestos. Así que quieren forzar al gobierno a que no haga su trabajo. Esto significa, primero, que están felices de cerrar el gobierno por completo si el presidente Obama no claudica en su compromiso de que todas las familias trabajadoras de Estados Unidos tengan un seguro de salud real. Pero las demandas de los multimillonarios no se detienen ahí. Quieren acabar con estampillas de alimentos y dejar que los pobres se mueran de hambre. Quieren recortar el Seguro Social y Medicare, impedir que el gobierno regule Wall Street y -sorpresa, sorpresa- reducir sus propios impuestos". En definitiva, la clausura parcial impide que el gobierno ponga límites al poder de la élite corporativa para saquear y contaminar nuestro país y el mundo a expensas de la clase trabajadora.
La campaña de los multimillonarios ya ha tenido un éxito considerable. En los últimos 70 años, el gasto público aumentó de forma constante, ayudando a impulsar la recuperación de todas las recesiones en ese período. Eso fue igualmente cierto cuando los republicanos Ronald Reagan y George W. Bush fueron presidentes y provocaron grandes aumentos en el déficit. Pero esta vez, después del estímulo inicial en el período 2009-2010, el gasto público se ha reducido y el déficit se ha ido reduciendo.
Sin embargo, los republicanos siguen cambiando las metas. Ellos han ganado concesiones en cada ronda de negociaciones. Y ahora vienen de vuelta a exigir más. Como precio para elevar el techo de deuda, están hablando de recortar el Seguro Social y los cupones de alimentos, aprobar Keystone y atacar la salud de las mujeres.
Todas las facciones del Partido Republicano representan los intereses generales de las grandes empresas: bajos impuestos para ellos, sin restricciones a su actividad, sin derechos para los trabajadores, el debilitamiento del movimiento sindical y una gran oferta de trabajadores desempleados y subempleados, sin red de seguridad y agradecidos por la oportunidad de obtener cualquier trabajo, con cualquier sueldo, en cualquier condición de trabajo. Sin embargo, dentro de ese consenso general, hay diferencias.
En una columna importante, Robert Reich enumera algunos de los patrocinadores multimillonarios del Tea Party. Además de los hermanos Koch, se incluyen ejecutivos de la industria financiera, incluyendo Goldman Sachs y JPMorgan, la familia Scaife y otros peces gordos corporativos. Pero parece que los sectores menos fanáticos de Wall Street están preocupados por las consecuencias políticas y económicas, especialmente en relación con el límite de la deuda. La Cámara de Comercio ayudó a organizar una carta con más de 250 grupos de la industria en la pidieron a los legisladores que financien al gobierno y eleven el límite de deuda.
Estas diferencias en la clase dominante se reflejan en las crecientes divisiones dentro del Partido Republicano. Pero esas diferencias son en gran parte tácticas. Están unidos, por ejemplo, en el impulso a un acuerdo sobre recortes a largo plazo en el Seguro Social y otros programas, que por lo general proponen como parte de un "gran acuerdo".
El contrataque
Afortunadamente, en esta crisis Obama y los líderes demócratas se niegan a negociar para retrasar la aplicación de la ley Obamacare, o qué partes del gobierno deberían seguir operando, y Obama se niega a negociar sobre el techo de deuda. Y cada vez hay más voces que apoyan a la administración y llaman a que se mantengan firmes.
No hay garantía de que la clausura será breve. Los trabajadores sindicalizados que han experimentado un cierre patronal saben que la victoria va para el lado que puede durar un día más. Y para que los trabajadores duren más, deben estar informados, apoyarse unos a otros, comunicarse con otros trabajadores y su comunidad, y participar activamente en la lucha.
Los republicanos y sus medios de comunicación están tratando, con cierto grado de éxito, de sacar provecho de la confusión sobre Obamacare y el cinismo generalizado sobre el gobierno para desmovilizar a la población. Como resultado, algunas personas están culpando a Obama por la clausura. Superar esto requiere claridad sobre las cuestiones de lucha de clases que son la raíz de la crisis.
Para aquellos que se quejan de que la Administración o los demócratas del Congreso no tienen suficiente coraje, la única manera de hacer algo al respecto es poner a millones de personas en las calles (literal y figuradamente) para que no solamente exijan que no se haga ninguna concesión a los secuestradores, sino que además el Congreso vaya a la ofensiva en cuanto a las necesidades de la gente. Un ejemplo de ello son los proyectos de ley presentados por el senador Harkin (S.567 ) y la representante Linda Sanchez (H.R.3118) para aumentar los beneficios de Seguro Social y elevar el límite máximo del impuesto sobre la nómina. Además, un registro elevado para Obamacare es una parte importante de la ofensiva popular. También ha habido una respuesta inmediata de la AFL-CIO y decenas de otras organizaciones agradeciendo al Presidente por mantenerse firme y promoviendo que la gente haga llamadas telefónicas al Congreso, realicen manifestaciones públicas y tomen otras acciones.
* Entre las demandas clave planteadas por muchas organizaciones se incluyen:
* Aprobar inmediatamente una resolución de continuidad.
* Derogar el secuestro. Aprobar un presupuesto como el del Progresist Caucus que cree puestos de trabajo y comience a responder a las necesidades reales de los trabajadores y de la infraestructura de nuestra nación.
* Abolir el techo de la deuda.
* Financiar el gasto y reducir el déficit mediante el cierre de los resquicios fiscales para los ricos y las grandes corporaciones, y aprobar un impuesto a la especulación financiera como se describe en el presupuesto del Progresist Caucus.
* Transferir fondos del presupuesto militar, especialmente el dedicado a guerras y bases en el extranjero, a las necesidades nacionales.
Hay mucho en juego. La lucha de clases intensificada que se libra contra la clase obrera ha dado lugar a la resistencia y el crecimiento de la conciencia de clase, como se ve en la coalición que eligió a Barack Obama, el crecimiento de las organizaciones como MoveOn, el movimiento Occupy, la creciente fuerza del movimiento de derechos de los inmigrantes, la indignación nacional por el asesinato de Trayvon Martin y la reciente convención de la AFL-CIO, que elevó a un nuevo nivel el liderazgo y la colaboración de los sindicatos del país con otras fuerzas progresistas.
Al mismo tiempo, los sectores de la elite empresarial respondieron con la fundación y la financiación del Tea Party y una gran cantidad de medios de comunicación y organizaciones de fachada para crear miedo, confusión y división entre el 99 %. Apelan a la seguridad económica, así como al deseo de estabilidad y orden, la contratación de pequeñas empresas, profesionales, gerentes y algunos trabajadores ordinarios. En otros países, condiciones económicas y sociales similares han llevado a un resurgimiento de los partidos fascistas. Si bien el fascismo no es una amenaza inmediata en los EE.UU., la ultraderecha, incluido el Tea Party, las milicias de extrema derecha y otros grupos, promueven los temores y reclutan seguidores gracias al caos que ellos mismos crean. Las leyes y políticas racistas, de supresión del voto, contra las mujeres, contra los inmigrantes, de defensa propia, contra los pobres, contra los trabajadores y contra el medio ambiente que se han promulgado en los estados bajo el control del Tea Party son sólo el comienzo de lo que podríamos ver si la situación actual de inestabilidad continúa sin respuesta.
El único antídoto es promover la educación y la organización de las bases y conseguir que nuestros compañeros de trabajo, vecinos, familias y congregaciones participen en acciones -realizar manifestaciones, escribir cartas, hacer llamadas telefónicas, y participar en las elecciones- para poner fin la clausura parcial del gobierno, rechazar a los secuestradores y avanzar con una agenda progresista a favor del pueblo.
Foto: El cierre del gobierno, y el secuestro (que estará en vigor incluso después de la desconexión), ya han resultado en el lanzamiento de millones de niños de "Head Start". Un maestro trabaja con los niños en un nuevo edificio de Head Start en Connecticut. Este programa es uno de aquellos en peligro de cierre. Carol Kaliff / AP