Declaración de la Junta Nacional del Partido Comunista de EEUU el 10 de marzo:
En su último golpe de “cambio de régimen”, la administración Bush – en colaboración con algunos de los criminales más sangrientos de todo el mundo – ha derrocado al gobierno democráticamente elegido y protrabajadores del presidente haitiano, Jean-Bertrand Aristide.
La calificación “golpe de estado” seguramente aplica al escenario reportado por Aristide, en el cual elementos fuertemente armados de las fuerzas armadas norteamericanas sacan de su casa a altas horas de la madrugada a un presidente elegido, lo llevan a un avión, lo envían a un país aislado a miles de millas de lejos, y luego lo mantienen incomunicado con la sola excepción de un teléfono celular clandestino.
La injerencia norteamericana en los asuntos de Haití ya es una historia muy vieja. Desde la fundación de la nación haitiana, el país ha sufrido 33 intervenciones militares norteamericanas. El país fue ocupado por EEUU de 1915 a 1934.
El golpe contra Haití es parte de una campaña por la administración Bush para reemplazar a gobiernos democráticos en este hemisferio que tratan de cumplir con las necesidades del pueblo con gobiernos completamente sometidos los gobernantes corporativos norteamericanos. El heroico pueblo de Cuba ha resistido por décadas la presión intensa de la administración Bush y sus antecesores. El pueblo venezolano actualmente se encuentra en lucha aguda para sostener a su nueva democracia popular, y se acercan en el horizonte más luchas similares.
En 2000, Jean-Bertrand Aristide ganó las elecciones presidenciales haitianas con un 92 por ciento de los votos. El presidente George W. Bush (“seleccionado”, si bien lo recordamos), comenzó de inmediato a planear el derrocamiento de Aristide, con la ayuda de asesores claves de la administración como es el subsecretario de Estado, Roger Noriega – ex asesor del senador ultraderechista Jesse Helms y opositor ardiente no solamente a Aristide, sino también a las opciones tomadas por los pueblos de Cuba y de Venezuela.
Al mismo tiempo que la administración Bush proporcionaba decenas de millones de dólares a una oposición política basada en gran parte entre la elite haitiana más rica que nunca ha ganado más de un 12 por ciento de apoyo electoral, mantuvo congelado a más de 500 millones de dólares en ayuda económica directa para Haití. También bloqueó a préstamos previamente aprobados de casi 150 millones de dólares por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial – fondos destinados para el cuidado de salud, la educación, el transporte y la seguridad del agua potable. (Increíblemente, Haití fue obligado sin embargo a pagar los intereses del paquete de préstamos.)
A pesar de todo esto, el gobierno Aristide construyó más escuelas desde 1994 que se habían construido desde la independencia del país, lanzó una amplia campaña de alfabetización, y concentró esfuerzos de cuidado de salud en la salubridad prenatal y maternal así como en medidas anti-VIH.
Es muy revelador que la administración Bush siguió apoyando a una “oposición política” que rechazó propuestas para una salida política, incluyendo nuevas elecciones nacionales; propuestas hechas por naciones caribeñas y otras, al mismo tiempo que el gobierno de Aristide las aceptaba. Con esto, la “oposición política” abrió las puertas al regreso de los mismos gorilas criminales cuyos delincuencias habían ensangrentado a Haití durante décadas.
El desprecio intenso de los medios comerciales de comunicación masiva hacia el pueblo haitiano se muestra en su reportaje constante sobre la supuesta violencia de los simpatizantes de Aristide, mientras que encubrieron los asesinatos, asaltos y demás violencia perpetrada contra los que apoyaban al gobierno.
El Partido Comunista se EEUU apoya resueltamente a las llamadas hechas por los congresistas Barbara Lee, John Conyers y otros, así como las naciones caribeñas, para una investigación inmediata y a fondo de este golpe de la administración Bush contra Haití, incluyendo a los que proporcionaron dinero, armas, ayuda logística y entrenamiento para el regreso de criminales ex militares y elementos de las escuadrones de muerte.
El presidente Jean-Bertrand Aristide debe ser regresado de inmediato a su puesto merecido como el único presidente legítimo del país. Su seguridad física y libertad de expresión y acción – y la de los oficiales y simpatizantes de su gobierno – debe ser garantizada. La ayuda económica y humanitaria para Haití que le ha sido negado tan cruelmente por EEUU debe ser enviado de inmediato.
Finalmente, se debe poner fin a los ataques abiertos y encubiertos contra los pueblos y gobiernos de países como Cuba y Venezuela.
Una meta importante para las fuerzas democráticas en nuestro países es proporcionar una derrota resonante a Bush y a su “Doctrina Bush” en noviembre, y construir una política exterior popular, basada no en “cambios de régimen” y golpes anticipados, pero en la paz y la solidaridad.
Comunistas declaran: ¡Restaurar democracia en Haití!