La situación socio-económica y política de la República Dominicana viene deteriorándose, en la medida que el gobierno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) continúa ignorando los legítimos reclamos de amplios sectores de la sociedad, que reclaman un alto a las medidas fondomonetaristas que el actual presidente, Hipólito Mejía, aplica despiadadamente, a pesar de que a finales del año pasado, el pueblo dominicano dio un no rotundo a las mismas con una huelga nacional de 24 horas.
Este movimiento huelgario fue duramente reprimido por el gobierno y las fuerzas armadas y policiales; alrededor de 10 personas resultaron muertas producto de la represión, sin hablar de decenas de ciudadanos que resultaron heridos, golpeados y fuerzas represivas, durante una reunión en su local, el día antes de efectuarse dicha huelga.
La determinación y firmeza de estos sectores fue tal que, días antes de la huelga, el mismo presidente Mejía, que había actuado con suficiente cinismo previo a la misma, ante las preguntas de los periodistas de diversos medios de comunicación, expresó que hasta él mismo respaldaba el paro nacional. Dicha declaración, claro está, además de ser pura politiquería del presidente, también tenía la intención de desactivar la huelga. Pero no fue así; la contundencia de la misma, obligó al gobierno a soltar no solo a los dirigentes del movimiento que habían sido apresados, sino también a ciudadanos de la población en general.
Los objetivos de este movimiento – encabezado por los sectores populares y sindicales – tienen la intención de detener las medidas contempladas en el acuerdo presentado por el gobierno perredeista y el Fondo Monetario Internacional el verano pasado, lógicamente respaldadas por la llamada “clase política” tradicional. Las cuales incluyen la disminución de las inversiones del Estado dominicano, más privatizaciones, un mayor endeudamiento externo y un presupuesto nacional que consumiría el 70 por ciento de los ingresos de la nación en los pagos de la deuda externa, así como del pago de la ya muy abultada nómina gubernamental, y también nuevas cargas empobrecedoras.
Estos acontecimientos toman cuerpo en la República Dominicana, en una coyuntura que se caracteriza mayormente por las pugnas al interior del partido oficial (PRD), entre varios dirigentes del mismo por ganar – a como de lugar – la candidatura a la presidencia del país en las próximas elecciones presidenciales, a celebrarse en el mes de mayo de este año, y las pretensiones reeleccionistas del actual presidente, Hipólito Mejía, que tienen al borde de la división dicho partido.
Esta realidad presenta al electorado dominicano – y ante la ausencia de una propuesta alternativa claramente articulada – al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) como una supuesta al desorden social, económico y político que hoy reina en la nación. Claro esta, el poder mediático y la clase dominante no dicen lo que es un secreto a voces en los cuatro puntos cardinales del país, y es que el PLD y el posible sucesor de Hipólito Mejía, el ex presidente Leonel Fernández, son responsables de la aplicación del modelo económico neoliberal y sus secuelas de miseria, explotación, privatización y entrega de la soberanía nacional que hoy tan fielmente aplica el gobierno del PRD.
Es evidente que estos grupos de poder pretenden polarizar la competencia política, reduciéndola a lo estrictamente electoral y que tiene por un lado a Hipólito Mejía alternativa política, a pesar que en le gobierno anterior depredaron al país. Están tratando de darle al pueblo dominicano más de lo mismo.
Pero los mismos sectores que ya exitosamente enfrentaron al gobierno perredeista con un paro nacional, esperan muy cuidadosamente la respuesta del presidente a las reivindicaciones planteadas por ese movimiento. Obviamente, las intenciones de los sectores de poder y el gobierno es de no obtemperar ante tan justos reclamos, y es por eso que ya hay planteada otra gran protesta nacional, para finales de este mes, de parte de esos sectores y es muy probable que – en esta ocasión – las demandas alcancen un nivel más politizado, y que hasta se pida la renuncia del responsable directo de tanta incompetencia.
Ante esta situación, los sectores progresistas de República Dominicana, a cuya cabeza de esos reclamos se encuentra el partido de izquierda Fuerza de la Revolución, plantean darle un alto nivel a las protestas y movilizaciones sociales de todas las fuerzas enfrentar directamente las causas que las motivan. La idea es empujar la lucha en todos los niveles, así como dirigirlas en dirección a enfrentar directamente las causas que las motivan. La idea es empujar la lucha en todos los niveles, así como articular un movimiento alternativo a las corrompidas partidocracias del PRD, el PLD y el PRSC y el entreguismo de este gobierno y los anteriores. Que pueda incluso participar en las venideras elecciones presidenciales de este ano. Empujado por un frente político-social que presente una opción nueva y confiable, tanto por los ejes programáticos que enarbole, como por las personas escogidas como candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República.
Los principales ejes programáticos que los sectores progresistas – y muy específicamente el partido Fuerza de la Revolución – están planteando en la actualidad son los siguientes:
a) Rechazar el programa y el modelo neoliberal desde una firme defensa de los principios de soberanía y autodeterminación nacional.
b) Redistribución del ingreso en base a una reforma fiscal.
c) Transformación del sistema financiero protegiendo a los ahorristas y al Estado y
fortaleciendo el financiamiento a la producción y áreas de interés social.
d) Modificación del sistema de tenencia de la tierra y eliminación del latifundio.
e) Poner fin al reinado de la impunidad, sancionado a los responsables de la corrupción y los crímenes de de Estado y recuperando las riquezas mal habidas.
f) Transformar nuestras instituciones por vía de una Constituyente fundamentada en la participación amplia del pueblo.
g) Asumir el compromiso inmediato de un plan de emergencia contra la pobreza, orientado al empleo productivo, a servicios eficientes y a la seguridad alimentaria.
h) Garantizar la democratización cada vez más profundo de la vida política y social.
Como vemos, una vez más se torna más candente la situación social y política en República Dominicana, así como potencialmente insostenible. Para los dominicanos que residimos en el exterior, especialmente en esta ciudad, así como para los sectores progresistas y revolucionarios, el momento reclama estar alerta a lo que allá pueda suceder, así como prestos a respaldar, cargados en un gran espíritu solidario, cualesquiera sean los niveles de la lucha del pueblo dominicano por rescatar nuestra soberanía y autodeterminación.
Crisis social y económica en Dominicana