El 22 de junio del 1835, los trabajadores desfilaron en las calles con pancartas y banderas reclamando trabajar “De 6 a 6, Diez horas de trabajo y dos para comer.” Ellos lo ganaron, pero los perdieron en el 1841 cuando la gran mayoría de trabajadores fueron forzados retornar a una jornada de 12 a 14 horas, seis días de la semana.
En 1884 los Caballeros del Trabajo declararon que querían “Recortar las horas de trabajo a través de rechazar trabajar más de 8 horas.” Pero esa declaración nunca se le dio seguimiento con esfuerzos para ganar la jornada de ocho horas.
Mientras tanto, hasta el 1 de mayo del 1886, las uniones laborales agitaban en favor de la jornada de ocho horas a través de reuniones de masas y distribución de volantes, uno de los cual dice “¡Alzad, trabajadores de América! Suelten sus herramientas el 1 de mayo del 1886, dejen sus labores, cierren las fábricas y minas por un día del año. Un día de rebeldía – no de descanso ... Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de cualquier tipo. Un día para empezar de gozar de ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir, y ocho horas para lo que queramos.”
Y cantaban la Canción de las Ochos Horas que tenía un verso que decía, “Queremos ver la luz del día,/Queremos oler las flores?/Estamos seguros que Dios lo quería./Y vamos a tener las ocho horas.”
Los periódicos especulaban sobre el tamaño de la huelga por venir y algunos gritaban contra la influencia del “comunistmo” y predecían la “vagancia y juegos al azar, motines, libertinaje, y borracheras, iban a traer sueldos más bajos y pobreza y la degradación social del trabajador norteamericano.”
El 1 de mayo del 1886, trabajadores a través del país bajaron sus herramientas, haciendo que Samuel Gompers, presidente de la AFL, pronuncie antes una manifestación en Nueva York, “El 1 de mayo será para siempre recordado como una segunda declaración de independencia.”
En Detroit, 11 mil marcharon; 5.000 en Troy, Nueva York; 10.000 en Milwaukee; en la marcha más grande, 50.000 marcharon en Chicago. La solidaridad entre las razas llegó a nuevas alturas cuando 6 mil negros y blancos marcharon por el Parque Nacional de Louisville, donde no se permitían a los negros.
Las marchas y manifestaciones continuaron en Chicago donde centenares de mujeres de la industria de la aguja estaban de huelga – el periódico Tribune las llamó “amazonas gritando” – marcharon el 3 de mayo. Cuatro huelguistas fueron muertos cuando la policía abrió fuego contra una manifestación que protestaban el uso de rompe huelgas.
Este acto de barbaridad de parte de una policía que ya era odiada por la manera salvaje que usaban contra los trabajadores motivó que se haga una manifestación en la plaza Haymarket, que terminó cuando una bomba fue tirada entre los manifestantes por personas desconocidas. Varios policías murieron y los otros que quedaban vaciaron sus pistolas contra los trabajadores corriendo con pánico. Cientos fueron arrestados y ochos dirigentes laborales fueron acusados de homicidio.
Aunque mucha de las evidencias presentadas en el juicio fue de valor cuestionable, siete fueron encontrado culpable y de estos cuatro fueron ejecutados con la soga al cuello el 11 de noviembre del 1887.
en 1893 el gobernador John Peter Altgeld perdonó a los que quedaban y declaró que los hombres que fueron ejecutados no habían recibido un juicio justo.
El llamado de la convención de la AFL en St. Louis en diciembre del 1888, para ganar la jornada de ocho horas, resultó en una huelga masiva el 1 de mayor del 1890.
Organizaciones laborales, muchas de ellas afiliadas a la Asociación Internacional de Trabajadores dirigida por Carlos Marx, en Inglaterra, Francia, Alemania y otros países europeos apoyaron a los trabajadores estadounidenses reclamando la jornada de ocho horas. El 2 de mayo del 1890, la primera plana del periódico New York World decía, “En todos los lugares trabajadores se unen a reclamar una jornada normal.”
Cientos de miles de trabajadores consiguieron aumentos salariales y reducción en las horas laborales durante las huelgas y otras luchas inspiradas por las luchas del Primero de Mayo en las décadas de los 1880s y 1890s.
A pesar de los esfuerzos en este país por los medios de comunicaciones de las grandes corporaciones y sus instituciones intelectuales compradas para negar, substituir y botar el Día de los Trabajadores al basurero, todavía es el día cuando las banderas de los trabajadores afirman sus luchas por una vida mejor a través del mundo.
Donde empezó el Primero de Mayo