CHICAGO — Héctor Mondragón no es un economista típico. Él no trabaja como asesor a un banco grande o corporación multinacional, no es él un burócrata gubernamental. Tampoco tiene una posición cómoda enseñando teoría macroeconómica en una universidad, aunque está muy calificado para hacerlo.
En vez, por más de treinta años, Mondragón ha sido un asesor económico a los desposeídos de Colombia, particularmente a los pueblos indígenos, campesinos afrocolombianos, los obreros y los pobres urbanos. Él aboga por los derechos económicos, ambientales y culturales del pueblo colombiano.
Esta vocación lo hizo un hombre fichado.
Mondragón que fue torturado por nueve días por elementos de los paramilitares derechistas en el 1977 dijo que por 16 años él vive bajo la amenaza de muerte. Él dijo en una entrevista recién con Nuestro Mundo que hasta sus hijos fueron amenazados. Asesinatos políticos ocurre casi diariamente en Colombia hoy en día.
Dijo Mondragón que no dicta cátedra o participa en conferencias en su país para evitar que sea asesinado. Él nos dijo que evita tener la misma rutina en sus actividades diarias y hasta se acostumbra a cambiar de sitio donde dormir cada noche y otra gente sirven de chofer cuando para viajar.
La situación de los trabajadores del país es muy grave, él dijo. Más de 100 sindicalistas fueron asesinados el año pasado y 180 el año anterior a ese. Mondragón agregó que el propósito de los asesinatos es para reducir la capacidad de los trabajadores poder resistir contra los ataques a sus normas de vida.
Aunque la economía creció por un cuatro por ciento en el pasado año, él dijo, el ingreso de los trabajadores y el consumo de alimento cayó. La tasa de pobreza aumentó, dijo el economista colombiano, porque muchos convenios entre los trabajadores y las compañía son ignorados por los patrones.
El presidente colombiano Álvaro Uribe, un buen amigo del presidente George W. Bush, insistió en “reformas laborales” que les niega a los trabajadores de Colombia sus derechos laborales básicos y democráticos. En vez de haber los convenios laborales tradicionales lo que existe es el enviar trabajo afuera y los “servicios contractuales” dominan el empleo.
Mondragón dijo que los tal llamado “servicios contractuales” son una manera de permitir a las compañías poder negarles a sus empleados beneficios de salud y retiro. Él siguió, diciendo que el patrón tiene muchas maneras de evadir el pago requerido bajo la ley de ingreso mínimo. Las horas laborales de muchos trabajadores se han recortados y el desempleo y el subempleo ha crecido.
La política agraria neoliberal del presidente Uribe solo ha empeorado estos problemas, dijo Mondragón. Más de un millón de campesinos, sin poder ganarse la vida en la agricultura tradicional, se han visto forzado de migrar del campo y han inundado a las ciudades superpoblándolas y aumentando la competición para trabajo. Mondragón nos dijo que la gente está desesperadas por trabajar y que esto solo ayuda a los patrones y el modelo de “servicios contractuales” y rebajar el sueldo.
El electorado rechazó el intento del gobierno de Uribe institucionalizar estas reformas antiobreros en un referéndum en el 2003. Desde entonces el gobierno encontró otras maneras de que entren en vigencia. Para hacerlas cumplir – y para recortar el nivel de vida de los trabajadores – el gobierno se hace el ciego cuando los paramilitares derechistas, con el apoyo de las compañías, aterrorizan a los trabajadores y campesinos colombianos.
Mondragón dijo que la peor represión es dirigida contra los obreros del sector petrolero y los de la electricidad y también contra los trabajadores de los servicios sociales con el propósito de debilitar sus sindicatos. Él dijo que eso tiene otro objetivo, el de preparar el camino hacia la privatización de las empresas y servicios estatales en el futuro.
Mondragón habló del caso de los empleados de hospitales en Cartagena. Él dijo que los cierres de hospitales fue como una ola de pequeños golpe de estado en la ciudad este año. Asesinaron al dirigente principal de la región sindical de los trabajadores de los hospitales, mientras que la noche antes de cerrarlas, el ejército ocupó los hospitales. Esto era para evitar lo que pasó en Bogotá cuando los trabajadores de los hospitales ocuparon a los hospitales y los mantuvieron abiertos y operando como para el bienestar público.
Pero en Cartagena le salió el tiro por la culata al ejército con esta maniobra. La gente se organizó e hicieron una huelga general de 700.000. Mondragón dijo que fue una huelga política que paralizó la país. Poco después hubo una manifestación de un millón contra el pacto de “libre comercio” que dirigió a los cierres y la privatización, dijo el economista.
Otra muestra de la lucha obrera fue el paro de 35 días en Ecopetrol, la empresa estatal de petróleo. Los obreros ganaron garantías que el gobierno no revocaría el convenio colectivo de los trabajadores y que no vendería a Ecopetrol a intereses privados.
Durante el paro el gobierno tildó a los huelguistas de “terrorista” y arrestó a 17 dirigentes sindicales mientras despedía a 250 obreros. Pero los trabajadores no se rindieron.
Mondragón dijo que el gobierno pensó que sería fácil aplastar a los obreros imponiendo “reformas” inconstitucionales que los prohíbe hacer protestas, pero fallaron.
Mondragón contestó nuestra pregunta sobre el Plan Colombia diciendo que se pinta como un programa de guerra contra las drogas o como guerra contra el terrorismo, pero que en realidad es un plan para proteger los intereses de las corporaciones privadas en la región, no solo en Colombia, sino también en Ecuador y Venezuela – región donde hay grandes reservas de petróleo. El gobierno de Estados Unidos ha otorgado más de $3 mil millones en ayuda militar al gobierno colombiano desde el 2000 bajo el Plan Colombia.
Mondragón señaló que esta región tiene grandes reservas de petróleo. En el departamento de Putamayo “asesores militares” ayudan a las tropas colombianas proteger oleoductos de compañías privadas.
Parte del Plan Colombia es para herbicidas y defoliación el campo, supuestamente para matar la cosecha de drogas. Mondragón dijo que este programa ha arruinado a miles de acres de tierra agraria, destruido plantas, envenenado a los productos agrarios y contaminado a la aguas.
Los campesinos no puede sobrevivir con las cosechas tradicionales debido a la dominación de las grandes corporaciones agrarias y la incansable presión del libre comercio. El café, por ejemplo, ha sido tradicionalmente uno de las exportaciones de más valor, pero con la caída del precio del café, Colombia ha tenido que importar el grano. Esto significa aun más miseria para el pueblo, dijo Mondragón.
Según Mondragón esta crisis económica en el campo resulta en que la tierra esté concentrada en menos manos. Él dijo que los ricos que adquieren los terrenos la usan para la especulación, invertir, desarrollo y la privatización y no para la agricultura. Como 30 por ciento de los terratenientes controlan 95 de los terrenos. La gente lo llama “la reforma antiagraria” de la administración Uribe.
La violencia provocada por el gobierno ha desplazado a varios millones de campesinos más allá de los que se han ido debido a la dura situación económica. Aunque las tribus indígenas ha ganado protección de sus tierras, Mondragón cree que si no hay cambios en la dirección del país, es solamente una cuestión de tiempo hasta que se quiten estas protecciones.
La ayuda financiera de que mucho se habla de EEUU a Colombia no se queda en Colombia, según Mondragón. Se usa para comprar material militar como helicópteros de la compañía estadounidense Sikorsky o herbicidas de compañías norteamericanas. Otra parte va para pagar al personal militar. Una pequeña parte se usa para ayudar a los campesinos desplazados por el mismo Plan Colombia. Una cantidad mínima se usa para proyectos de microagricultura que quizás tenga el potencial de ser ayudar, pero estos no son prioridades del Plan Colombia.
Es importante que organizaciones laborales y religiosas visiten desde EEUU y Europa para que puedan ver como se implementa el Plan Colombia, dijo Mondragón. Él añadió que cuando se habla de lo que está pasando ahí, ayuda a los trabajadores y los campesinos. Que le da esperanza de que el mundo no está ciego a sus problemas, que el mundo está con ellos en sus luchas por sus derechos.
Se puede comunicar con el autor al malmberg@pww.org. Sijisfredo Avilés contribuyó al artículo.
Economista habla de problemas en Colombia