En este momento, EEUU se encuentra involucrado en guerras alrededor del mundo; algunas grandes, y al punto de ponerse más grandes; algunas pequeñas; algunas encubiertas; otras en etapas de planificación. Pero, todas surgen de la “Política de Energía Nacional” y la “Estrategia de Seguridad Nacional” de la administración Bush. Jay Bookman, redactor editorial adjunto del diario The Atlanta Journal Constitution, escribió recientemente que estas guerras “tienen el propósito de marcar la aparición oficial de Estados Unidos como imperio global hecho y derecho, agarrando responsabilidad exclusiva y autoridad como policía mundial.” La guerra en Afganistán sigue costando aproximadamente mil millones de dólares al mes e implica la proliferación de guarniciones militares norteamericanas en la cuenca del Mar Caspio, rico en petróleo, encargadas de la defensa de los intereses de un nuevo consorcio para la construcción de oleoductos en la región del Caspio.
La guerra por transformar al Medio Oriente entero, comenzando con “el cambio de régimen” en Irak (a un costo de entre 100 mil millones y 200 mil millones de dólares) sigue claramente adelante.
Y el costo de asegurar los recursos mundiales de petróleo podría ir aumentándose considerablemente, y depende de los acontecimientos en Colombia, Venezuela, África Occidental e Indonesia.
Las implicaciones fiscales de la nueva doctrina Bush de acción militar previa serán significantes, especialmente cuando el propósito de sus guerras ofensivas es el de conservar “los mercados libres y el comercio libre,” “un flujo libre del capitales,” “una política pro-legal y reguladora que anima la inversión comercial, la innovación y la actividad empresarial” y “tazas de impuestos bajas-marginales.”
Escribe Gary Chapman, director del Proyecto Siglo XXI de la Escuela Lyndon Baines Johnson, que este proyecto “lanzará los gastos militares literalmente a las nubes – subvencionando lo que se llama en el Pentágono ‘el predominio de pleno espectro,’ o la guerra en todas partes del mundo, emprendido por soldados y marineros en todo el mundo, por bombarderos y aviones de caza en el aire y por armas en el espacio.”
Es imposible calcular el costo del compromiso explícito que implica la Doctrina Bush, de impedir a cualquier adversario potencial un desarrollo militar que tenga esperanzas de sobrepasar o igualar el poder de Estados Unidos. Es igualmente imposible calcular los gastos de la doctrina de guerra nuclear de la administración, que en este momento está siendo avanzado por una combinación del Mando Espacial Norteamericano, el Programa Nacional de Defensa de Misiles, y el Mando Estratégico Norteamericano.
Y, ni preguntar sobre cómo piensa la administración Bush financiar lo que el senador Edward Kennedy (Demócrata por Massachussets). llama “el Imperialismo Norteamericano del siglo XXI.” Ya que los déficits presupuestarios federales han alcanzado dimensiones reaganescas (160 mil millones de dólares) y los recortes de impuestos (contribuciones) para los ricos han tomado efecto, con una economía estancada, con presupuestos municipales y estatales por todo el país inundados con tinta roja (60 mil millones de dólares de déficits estatales previstos durante el año fiscal en curso), Bush tiene claras intenciones de apuntar contra los más vulnerables.
Un editorial reciente publicado por el periódico The Berkshire Eagle advierte: “las últimas amenazas a la supervivencia económica de los trabajadores norteamericanos han venido en forma de recortes profundos a los pagos de Medicaid para los estados. Y luego, estos, con sus propios réditos fiscales bruscamente reducidos, se ven obligados a quitarles la cobertura de seguro médico a los desempleados y a aquellos trabajadores mal pagados que no reciben seguro médico por parte de sus patrones....
“Quitarles a los desempleados la red de seguridad de asistencia médica provoca una angustia especial, porque con la economía deshilada, hay tantos que ya quedan sin trabajo – sus números se han aumentado en 2,3 millones durante el último año y medio. Los recortes golpean con una fuerza especial a los niños. Recientemente Oklahoma quitó la asistencia médica gratuita a todos los niños, salvo a los que viven debajo o muy cerca del nivel de pobreza. Los próximos a ser desprovistos, según los planes de la administración Bush, serán los ancianos. Bajo una nueva propuesta de Bush para la asistencia médica a los ancianos, vendrían reducciones severas en los servicios de paciente externo, esto en el preciso momento cuando los médicos conscientes van encontrando modos de tratar a muchos pacientes con problemas cardiacos o cáncer sin internarlos en el hospital.... “
“Con su asistencia médica en peligro, los trabajadores pobres no tienen mejor suerte con la vivienda. Una vez más, la administración pide recortes en programas federales de vivienda, aún mientras el costo de la vivienda va en aumento....”
Más vale que los norteamericanos incapaces de sobrevivir en esta economía amoladora no recorran a los programas tradicionales de bienestar social para buscar ayuda. La Ley de Reforma de la Asistencia Pública de 1996, que recortó en más del 60 por ciento la participación en el programa, dejó de tener efecto este lunes pasado, y la administración ya empuja un plan que expulsaría a otros 70 por ciento de los clientes del programa para 2007.”
Para luchar contra el terrorismo internacional, la política de Bush aterroriza a las víctimas domésticas de la austeridad fiscal inducida por la guerra.
Se puede comunicar con el autor al pww@pww.org.
El costo socioeconómico de Pax Americana