LA HABANA (Prensa Latina) – Nuevos detalles del paracaidista británico que nunca existió, eje de una de las mayores operaciones de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial, fueron revelados recientemente por historiadores militares que habían guardado celoso silencio hasta ahora.
Se trata del vagabundo gales Glyndwr Michael, cuyo cuerpo después de un fallecimiento natural fue colocado en la costa española con “informacion sensitiva sobre el planeado desembarco de las tropas aliadas en la isla italiana de Sicilia.”
El objetivo de esta desinformación, cuidadosamente preparada por la inteligencia británica (M-15), estuvo destinado a hacer creer al eje hitleriano que el asalto final a Europa en 1943 comenzaría por la isla de Cerdeña y Grecia.
Los oficiales británicos encargados de la operación pensaron originalmente en colocar esa importante informacion en la ropa de un soldado británico que “accidentalmente caería en el campo de combate enemigo.”
Pero esta opción fue desestimada, teniendo en cuenta que la inteligencia militar alemana (Abwehr) estaba plenamente convencida de que no era práctica de Gran Bretaña permitir que efectivos con esos documentos se internaran en los campos de batalla.
En su lugar, los encargados de este plan decidieron que el soldado con el cebo desinformativo apareciera como un paracaidista que cayó al mar, como resultado de un accidente aéreo cuando su nave se dirigía al norte de África.
Conforme a ese trazado, el cuerpo de Michael, fallecido desde hacia varios días, fue colocado por el submarino “Seraph” sobre la superficie del mar, a una milla de las costas españolas, cerca de la ciudad de Huelva, donde posteriormente fue recogido por un pescador de esa región.
Los oficiales británicos presumían, tal como sucedió, que los servicios de inteligencia hitlerianos operaban activamente en España, donde gobernaba el general Francisco Franco, quien a pesar de declarar la neutralidad, colaboraba bajo cuerda con Berlin.
Una vez recogido el cadáver del supuesto paracaidista accidentado, la inteligencia alemana fue rápidamente alertada, la cual reportó inmediatamente al propio Adolfo Hitler sobre el hallazgo y la sensacional información encontrada.
El cuerpo de Michael no ofreció la menor duda a quienes lo examinaron en la ciudad española de Huelva, debido al cuidadoso plan desinformativo preparado, el cual previo los más mínimos detalles.
El vagabundo había fallecido de una pulmonía, debido a lo cual la presencia de agua en sus pulmones respaldó la tesis de que se trataba de un piloto accidentado que permaneció varios días flotando en el mar.
En sus bolsillos, además de la información en la que se insinuaban los preparativos para un desembarco en gran escala en Cerdeña y Grecia, se colocaron una serie de pequeños detalles para darle mayor autenticidad al supuesto piloto accidentado.
Entre los documentos depositados en el uniforme de Michael figuraban una carta de su novia, monedas británicas, un ticket para el teatro y hasta una carta del gerente del banco, en la cual le comunicaba que el saldo de su cuenta personal estaba en rojo.
El alto mando militar alemán quedó plenamente convencido de que los datos encontrados eran los relativos a la esperada invasión aliada en gran escala en Europa Continental y que la misma comenzaría por Cerdeña y Grecia.
Las fuerzas aliadas que intervinieron en esta operación (Gran Bretaña y Estados Unidos) estaban convencidas de la imposibilidad de ocultar los preparativos de una campaña en la cual participarían 160 mil efectivos, tres mil embarcaciones y tres mil 700 aviones de combate.
Por tal motivo, era necesario poner en marcha una operación de desinformación, para lo cual se recurrió a la documentación adosada al cuerpo del “paracaidista que nunca existió,” en la cual se insinuaban estos detalles.
Hitler reaccionó de inmediato y ordenó a su alto mando el 12 de mayo de 1943 fortificar las islas de Cerdeña y Córcega, el envío del Mariscal Erwin Rommel a Atenas para formar una agrupación armada, así como la retirada de dos divisiones de tanques del frente ruso para reforzar la región balcánica.
El desembarco aliado en Sicilia (Operación Husky) comenzó exitosamente, gracias a esta estratagema el 9 de Julio de 1943, con el general Montgomery al frente del VIII Ejercito y el general Patton al frente del VII Ejercito norteamericano.
Finalmente, el 17 de agosto de ese mismo año, las fuerzas aliadas tomaron Sicilia, tras la rendición de las tropas italianas y la retirada de los efectivos hitlerianos, lo cual permitió el asalto de la Europa Continental, donde combatían desde hacia mucho tiempo el Ejercito Rojo de la Unión Soviética.
Este gran éxito militar se debió a la operación desinformativa, para la cual fue utilizado el cadáver del vagabundo gales Michael, quien a pesar de las glorias permaneció enterrado en forma anónima en un cementerio de Huelva.
Gracias al trabajo abnegado de un grupo de historiadores militares británicos, se pudo establecer recientemente que la tumba desconocida de esa ciudad española, en la cual periódicamente manos anónimas depositaron durante años un clavel rojo, pertenecía a Glyndwr Michael, nacido en la ciudad galesa de Cardiff (1907).
Los claveles fueron depositados desde el propio año 1943 por un británico llamado Naylor, quien trabajaba en la empresa minera “Río Tinto” (cerca de Huelva) y después de su fallecimiento por su hija Isabel, hasta nuestros días.
Este gesto fue el que le valió recientemente el otorgamiento a Isabel (Naylor) de la Orden del Imperio (de Gran Bretaña) por haber cuidado durante años la tumba del “paracaidista que nunca existió.”
El paracaidista que nunca existió