En busca de un Pinochet perdido

SANTIAGO DE CHILE (Prensa Latina) – Con la práctica de un autentico terrorismo informativo en contra del presidente Hugo Chávez se está repitiendo en Venezuela la campaña publicitaria que hace treinta años antecedió en Chile a un golpe de estado que provocó la muerte de Salvador Allende.

Ello dio inicio a más de cinco lustros de tiranía y al asesinato masivo de los opositores a Pinochet, el hombre que encabezó la asonada, es hoy en nivel universal sinónimo de traición y criminalidad.

Chávez dijo el 12 de febrero que los grupos minoritario que sueñan con un Pinochet se van a quedar con las ganas. “De nuestra fuerza armada es imposible que surja un Pinochet, imposible que surja un tirano,” declaro a las agencias de prensa.

Respondió así a las magnificadas especulaciones que emergieron cuando un desconocido coronel lanzó un ataque público al presidente, quien es a la vez jefe supremo de lo institutos armados.

Resultan evidentes las diferencias que hay entre los casos de Chile y de Venezuela, no solo por tratarse de distintas épocas, de las particularidades de cada país, sino también, por ejemplo, si consideramos el respaldo castrense, que para Allende fue minoritario, y es muy presumiblemente mayoritario para Chávez, un político que proviene del ejercito.

Sin embargo, en lo que se refiere al montaje publicitario anti Chávez que se realiza en Venezuela y en todo el planeta, la situación es idéntica a lo ocurrido antaño en Chile donde la Central Intelligence Agency (CIA), organismo estatal norteamericano, manejó o guió a la gran prensa local y a los afiliados de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en una campaña de propaganda negra contra Allende.

Además, ambos presidentes han sido víctimas de los disparos verbales desde que fueron candidatos a la jefatura del estado.

Primero como presidente de la República de Venezuela y luego para el mismo cargo de la naciente República Bolivariana de Venezuela (ambos comicios en 1998) Chávez fue electo con el 57 y el 60 por ciento de los votos, respectivamente.

Puesto que las fuerzas política que respaldan al gobierno, son mayoría en el parlamento, no hay mecanismo legal o constitucional que permita defenestrar al presidente ... salvo el golpe de estado que es lo que piden a gritos personajes como Carlos Andrés Pérez.

Golpear las puertas de los cuarteles es táctica universal de las capas dominantes cuando peligran sus intereses y en tal incordio la democracia liberal, el respeto a las mayorías, se van al basurero. Así sucedió en Chile.

En los tiempos del nazismo, la burguesía francesa clamaba: preferimos a Hitler antes que al comunismo. En Venezuela, la consigna es: preferimos a un Pinochet antes que al proceso bolivariano.

En contra de Chávez actúa una jauría dispuesta a cazar su presa y compuesta por los periódicos asociados al Bloque de Prensa Venezolano (BPV) y millares de publicaciones miembros de la SIP, trinchera que cuenta con el apoyo de otros organismos empresariales, como la Asociación Mundial de Diarios (WAN en sigla inglesa).

A ese poderoso aparato publicitario se unen entidades que dicen ser de periodistas “independientes” y defensores de la libertad de prensa, como Reporteros Sin Fronteras (RSF). (Los propios periodistas venezolanos están divididos entre quienes respaldan los cambios del proceso bolivariano y aquellos que participan de la ideología empresarial.)

Según lo comprueba la trágica experiencia chilena, la colosal campaña publicitaria a que hemos aludido es el producto de una planificación, es algo muy sistematizado y que cuenta, obviamente, con abultado financiamiento. Al tenor de un pasado trabajo nuestro, los elementos de ese tipo de propaganda son:

• Concentración solidaria de un frente informativo representativo de las alianzas políticas;

• Concentración de una temática y de un encuadre conceptual;

• Desarrollo de una estrategia informativa propiamente dicha;

• Convertir a los medios de comunicación en personajes del conflicto ideológico.

En Venezuela, la acción conjunta BPV-SIP (y apostaríamos, con la participación de la CIA) esta moviéndose al ritmo de toda esa escala.

Aunque se puede leer y escuchar toda clase de “noticias” provenientes del mentidero anti Chávez, la linea central de la propaganda es una supuesta y nunca comprobada carencia de libertad de expresiones. Esto tampoco es fortuito, ha sido elegido porque es un frente que produce dividendos.

En el informe que emitió el Senado de Estados Unidos acerca de la acción encubierta en Chile, se lee: “El tema de la libertad de prensa fue el más importante dentro de la campaña internacional contra Allende.”

Agrega: “El principal proyecto de propaganda de la CIA financió un variado surtido Producía varias revistas de circulación nacional. Elaboraba materiales para colocarlos en la cadena El Mercurio; en todos los diarios de oposición; en todas las estaciones radiales controladas por los partidos de oposición, y en varios programas regulares de televisión en tres canales.”

Lo que no figura en ese documento, pero que también esta probado, es que la radiodifusión chilena fue utilizada por los confabulados golpistas para enviar mensajes en clave.

Verbigracia, el 21 de agosto de 1973, una estación de la ciudad de Puerto Montt, trasmitió: “Somos más de lo que pensamos. Caperucita Roja también está con nosotros.” El nombre de la niña del cuento correspondía a ... Pinochet y el extraño recado anunciaba que este había decidido unirse a la conspiración. Tragicómica ironía.

Nunca hubo en Chile más libertad de expresiones que durante el gobierno de la Unidad Popular, coalición política que respaldaba al presidente Allende, más la SIP-CIA, con machaconería sostenía lo contrario.

El diario más favorecido porque recibió millones de dólares fue El Mercurio, cuyo director-propietario, Agustín Edwards era a la vez vicepresidente de la SIP y de ... la Coca Cola. Este periódico se autoclausuró por un día(no fue editado ni circulo) so pretexto de amenazas y con el objetivo de armar un escándalo desinformativo que clamara “por el cierre” de El Mercurio.

Las falacias fueron de tal carácter que la campaña “denunciaba” que se agrediría a la prensa cortándole el suministro de papel. La verdad: el gobierno no tenia arte ni parte en el negocio del papel, ya que el productor monopólico de ese elemento era una empresa privada.

Empero, cuando la dictadura lisa y llanamente liquidó la libertad de expresiones, los únicos diarios permitidos, El Mercurio y La Tercera, como asimismo la SIP, permanecieron mudos de protesta durante 17 años.

¿Poseen esos episodios alguna semejanza con lo que ocurre ahora en Venezuela? Perseguidos de papel si no fuese por el objetivo de llevar a cabo una guerra psicológica con fines desestabilizadores,lo que acontece en Venezuela se prestaría para la sorna.

Pues, fíjese usted, que la gran prensa protesta y escandaliza porque el presidente Chávez tiene un programa radial. ¡Ah, y además habla mucho, muy largo! ¿Reclamaran en Estados Unidos por el programa radial dominical de Bush y en Chile por el que ha montado Ricardo Lagos para, entre otros fines, responder a las preguntas de los auditores?

Otro ángulo de ese asunto es que a los empresarios de la noticia les molesta muchísimo que el presidente los critique y diga a menudo que están de cierto modo conjurados para difundir falsedades. Este ataque carece de base, pues se trata del sector que precisamente es dueño de las herramientas que le permite responder por escrito y en los medios electrónicos.

La actitud empresarial contradice la esencia del periodismo que es la crítica y nadie que cumpla una función social debe erigirse como intocable.

El prestigiado periodista venezolano Eleazar Díaz Rangel, señaló recientemente que la represión a la prensa en su país fue de envergadura durante los gobiernos que se suponen democráticos que y siguieron al derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958.

Rómulo Betancourt tiene doble falta en ese sentido, pues reprimió en 1948, año de su derrocamiento, y después en los años sesenta. Con detalles, Díaz Rangel mencionó la persecución practicada bajo las presidencia de Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez y Jaime Luchinchi.

Añade que nunca hubo una protesta, una condena, del Bloque de Prensa ni menos de la SIP. A pesar de que hubo clausuras, censura por decreto y otras formas de coerción.

A mediados de febrero, se ha sumado al complot contra Chávez, la Organización de Estados Americanos (OEA). En un insólito documento, Santiago Cantón, “Relator Especial de Libertad de Expresión”, critica la Constitución venezolana, rechaza las cadenas gubernamentales de radio y televisión- incluso el horario de ellas- y asimismo desaprueba la forma en que se distribuye la publicidad estatal.

En breve, el informe de Cantón, quien visito recientemente a Venezuela, es una evidente injerencia en los asuntos internos de ese país, incluida su legislaciones. Cantón toma partido junto a los adversarios del gobierno en un acto de intromisión que afecta a un estado miembro de la OEA y pretende, de esa manera, actuar como un poder supranacional, ajeno por lo demás, a los propios estatutos del organismo.

A partir de que los hechos, y no las invenciones determinan que en Venezuela no se constata la adopción de medidas gubernamentales que afecten a la libertad de expresiones, la OEA se ha unido peligrosamente a una suerte de conjura política que procura comprometer a lo estamentos castrenses, postura que en muchas legislaciones se denomina subversión.