En la sombra de Darwin, pionero socialista de la evolución

Estaba atormentado por la malaria; un torrente de lluvia tropical le golpeaba el techo de su choza en Indonesia. Entre el sudor y los calambres escribía sobre ideas; ideas grandes. Fue 1856 y el naturalista Alfred Russel Wallace escribía sobre la evolución de las especies.

Hoy poco conocido, Wallace llegó a ser el codescubridor, junto con Carlos Darwin, de la teoría de la selección natural, la fuerza motivadora de la evolución. Y, llegó a ser socialista.

¿Quién fue este tan eclipsado pionero científico?

Él abandonó la escuela a temprana edad para trabajar como agrimensor. A Wallace siempre le encantaba leer, y sus aulas universitarias fueron las bibliotecas públicas de Inglaterra y no las cantinas. Estaba fascinado al oír un discurso del socialista Roberto Owen en una Sala de Ciencia de los trabajadores. Mientras trabajaba en Gales se encontró en medio de los motines insurreccionales “Rebeca” de 1842-43, y estas experiencias le dejaron su marca política.

En 1848 su interés en la historia natural llevó a Wallace a Manaus, en las profundidades de la cuenca amazónica brasileña. Mientras contemplaba los orígenes de las especies tuvo que ganar su pan de cada día, y esto le resultaba peligroso. Coleccionaba insectos, aves y otra fauna por el Amazonas y el Río Negro y luego vendía sus especimenes a quienes fueron interesados. Uno de sus clientes fue Carlos Darwin.

Luego de pasar cuatro años en la región amazónica contemplando a las variedades entre animales de la misma especie, decidió volver a Inglaterra. Llegó al puerto de Pará con pericos, otras aves y notas detalladas sobre sus experiencias y observaciones. Pero le pasó un desastre cuando se le quemó su nave, la Helen. Una carga combustible de bálsamo se prendió. Wallace logró escapar en un bote salvavida pero se le perdieron todos sus especimenes y notas irremplazables.

Sin desanimarse, en 1854 viajó a la pequeña isla de Ternate, entre las Islas de Especias de Indonesia. Allí, más investigaciones y observaciones de la fauna silvestre lo animaron a escribir su reporte del 1856, “Sobre la tendencia de las variedades de alejarse de manera indefinida del tipo original”. Lo envió a alguien que él creía que iba ser el más interesado: Carlos Darwin.

Darwin se quedó asombrado al darse cuenta de que este joven coleccionista había analizado, al igual que él, a la evolución de las especies. Darwin había guardado sus pensamientos más o menos en secreto, conciente de lo explosivo que pudo resultar en la Inglaterra victoriana una explicación materialista de los orígenes de las especies. Ahora hubo el riesgo de que alguien más se le iba adelantar en la publicación de estas ideas. Algunos amigos de Darwin, entre ellos el naturalista Joseph Hooker y el geólogo Charles Lyell, se movilizaron para proteger a su amigo.

El 1º de julio de 1858 presentaron en la Sociedad Linneana de Londres tanto el reporte de Darwin como el de Wallace, entre seis reportes más presentados esa misma noche. Pero fueron muy pocos los que tomaron nota; fueron recibidos los reportes con bostezos. Mientras tanto, Wallace seguía colectando insectos en Nueva Guinea para ganar su pan diario. Gracias a su familia adinerada y a algunas inversiones a buen momento, Darwin no se vio tan apretado por la necesidad económica. Así es que Darwin se puso a trabajar, y dio a luz como resultado a su a famosísimo “Origen de las especies” (1859).

Con toda razón se le identifica a Carlos Darwin como padre de la biología moderna. Colectó montones de evidencia de la evolución y sus teorías relacionadas. Experimentó con lombrices y percebes, y escribió prolíficamente. Pero Darwin mismo la dio crédito a Wallace en su “Origen de las especies”, citando las palabras de este escritas en su reporte de 1855: “Cada especie ha venido a existir coincidentemente tanto en el espacio que en el tiempo con otra especie preexistente estrechamente aliada”. Escribió Darwin que estaba de acuerdo con Wallace de que eso muestra a la “descendencia con modificación” en la acción.

Wallace siempre guardó respeto por Darwin y a su labor. En 1882 sirvió como portador del féretro en el funeral de Darwin. Sin embargo, tuvo sus diferencias con el famoso biólogo en áreas importantes. Aunque ambos se dieron cuenta de la importancia del medio ambiente, fue Wallace él que más desarrolló este concepto en sus últimas obras, haciéndolo desde un punto de vista de clase trabajadora. Vale la pena citar las palabras de su artículo “El saqueo de la tierra”, publicado en 1909: “La lucha por las riquezas, con sus resultados deplorables… ha sido acompañada por una destrucción descuidada de los productos almacenados de la naturaleza, que resulta aun más deplorable por más irrecuperable”.

Wallace fue el primer presidente de la Sociedad por la Nacionalización de Tierras, de Inglaterra. Sus ideas políticas avanzadas lo ayudaron a evitar las trampas que atraparon a otros evolucionistas del siglo XIX. La novela utópica “Mirando Atrás” de Edward Bellamy dejó a Wallace convencido de la alternativa socialista. Se opuso al darwinismo social y a la eugenesia. Él comprendía que la corrupción y las injusticias de la sociedad tienen más que ver con la economía de clases y la política que con la biología.

Hay que darle a Darwin su reconocimiento debido, pero ¿acaso es por su punto de vista socialista que no se han republicado ninguno de los 21 libros de Wallace? Los de izquierda, y en especial los del movimiento ecologista debemos leer más de este trabajador naturalista con una visión tan clara.

Nick Bart es activista ecologista en Connecticut.