Repudiando la política bélica pro guerra contra Irak del primer ministro español José María Aznar, un aliado clave europeo del presidente George Bush, los votantes españoles rechazaron de manera aplastante al candidato designado de Aznar en favor del dirigente socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Rodríguez Zapatero inmediatamente anunció que él sacaría a las tropas españolas de Irak a menos que la ONU reemplace a Estados Unidos como la fuerza encargada, cosa de poca probabilidad.
La elecciones tomaron lugar solo dos días después de un ataque terrorista contra tres estaciones de tren en Madrid. Tantas como 13 bombas fueron puestas donde pudieran causar el peor daño. Aunque no todas explotaron, en tres estaciones las bombas mataron a más de 200 y hiriendo hasta 1.500.
Mensajes de pésame y solidaridad con el pueblo español llegaron de todas partes del mundo. En España hubo gran conmoción y tristeza por el peor incidente de terror masivo desde que la Luftwaffe, la fuerza aérea de Hitler bombardeo a la población vasca Guernica durante la Guerra Civil Española.
Después del bombardeo, la mayoría de las predicciones le daba las elecciones al derechista Partido Popular (PP) del primer ministro Aznar. Sin embargo, las predicciones salieron errónea.
Barrieron al Partido Popular de sus escaños. La nueva configuración de partidos en el Congreso de Diputados tiene al socialdemócrata Partido Socialista Obrero Español, que se ha opuesto a la participación española en la guerra, con 164 escaños de los 350 en esa cámara, solo 12 menos de una mayoría absoluta. Los escaños del PP fueron reducidos a 148, casi al revés de lo que existía antes de las elecciones.
España tiene 1.300 soldados en Irak, hecho que no es muy popular con el pueblo de España. Las encuestas encuentran que hasta 90 por ciento no quieren a las tropas ahí. El gobierno español supo que si el bombardeo de los trenes era relacionado con los problemas del Medio Oriente, podían verse como que el gobierno había puesto a civiles inocentes españoles en peligro, causando una reacción contra el gobierno en las elecciones.
Parece que el gobierno de Aznar trató de desviar la atención pública y explotar políticamente la tragedia terrorista diciendo que el atentado fue obra del grupo independentista vasco ETA. Sin embargo, el público no aceptó eso. Evidentemente, fuerte evidencia de que hubo una conexión con Al-Qaeda fue encubierto por el gobierno.
Grupos terroristas normalmente toman crédito por sus acciones y ETA inmediatamente negó que era responsable. Los ataques de ETA, aunque sangrientos, son generalmente dirigidos contra los militares, la policía y oficiales estatales, en vez de gran número de civiles. Por fin la policía anunció que Al-Qaeda tomó crédito por el bombardeo, diciendo que era venganza por el apoyo de Aznar a la política extranjera de Bush. A la hora de cierre las autoridades española han detenido a cinco sospechosos, ninguno de ellos es vasco.
Manifestaciones masiva de luto empezaron a convertirse en protestas contra el gobierno, su política sobre Irak, y, especialmente, el tratar de esconder la verdad. Trabajadores sindicalizados de la agencia principal española de noticias, EFE, afirman que la agencia trató de no hacer público la noticia que probablemente fue Al-Qaeda que bombardeo. Se este fue el plan del gobierno, les salió el tiro por la culata.
Inmediatamente después de las elecciones, el líder socialista José Luis Rodríguez Zapatero anunció sus planes de formar un gobierno de coalición izquierdista y empezó a buscar cuales partidos los compone. Una posibilidad para esa coalición es Izquierda Unida (comunistas y socialistas de izquierda), que vieron su delegación parlamentaria bajar de nueve a cinco, posiblemente porque gente que normalmente votan por ellos decidieron que sería más práctico respaldar a los socialistas para deshacerse del PP.
Españoles derrotan aliado Bush