Fidel Castro en China: Un reencuentro entre amigos

BEIJING (Prensa Latina) – Los miles de kilómetros que separan a Cuba de China parecieron desaparecer y los vínculos entre los dos países y pueblos se estrecharon aún más, tras la visita que realizó Fidel Castro al gigante asiático del 27 de febrero al 1 de marzo últimos.

Esta segunda estadía del presidente cubano en la República Popular China fue relativamente corta, apenas cuatro días, en comparación con la anterior, en 1995, que la duplicó en tiempo.

En sólo dos días el máximo dirigente cubano se entrevistó en privado con el presidente, Jiang Zemin, encabezó la delegación de la Isla en las conversaciones oficiales y se reunió con otros tres importantes dirigentes chinos.

En esas dos primeras jornadas, Fidel Castro tuvo tiempo, además, para realizar un recorrido por el Parque Científico-Tecnológico de Zhongguancun, reunirse con los representantes diplomáticos latinoamericanos y caribeños radicados en Beijing, y sostener un emotivo encuentro con sus compatriotas en la Embajada de Cuba.

Esta visita ocurrió en un momento importante para China, pocos días antes de comenzar, el 5 de marzo, la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (Parlamento), encargada de completar el cambio generacional en la dirección del país, iniciado en noviembre del pasado año en el XVI congreso del gobernante Partido Comunista.

Tras las conversaciones con Jiang en la primera jornada de su estancia en la capital china, el estadista cubano conversó al día siguiente con Li Peng y luego con Zhu Rongji, hasta entonces presidente del Parlamento y primer ministro, respectivamente.

Ambos, al igual que Jiang Zemin, no presentaron sus candidaturas para continuar como miembros del Comité Central del Partido Comunista (PCCh), lo que constituyó entonces el primer signo de los cambios que se avecinaban, confirmados pocos días después con la elección del vicepresidente de la República, Hu Jintao, como nuevo secretario general de la organización en sustitución de Jiang.

De hecho, las conversaciones del presidente cubano en esos dos primeros días con Jiang, Li y Zhu, fueron interpretadas en círculos diplomáticos y periodísticos de Beijing como ocasiones propicias para agradecer a los dirigentes chinos la ayuda brindada a la Isla durante los últimos años y el respaldo otorgado al desarrollo de los vínculos bilaterales.

Seguidamente, Fidel Castro se reunió con Hu Jintao, quien a mediados de marzo adicionará a sus responsabilidades al frente del PCCh, las de Jefe del Estado, y se confirmará como la figura más importante de la denominada cuarta generación de dirigentes chinos, tras las encabezadas por Mao Zedong, Deng Xiaoping y Jiang Zemin.

El programa de entrevistas se completó con la reunión que el Presidente cubano sostuvo poco después con Wen Jiabao, ascendido al Comité Permanente del Buró Político del PCCh en el XVI Congreso, considerado el más firme candidato para suceder a Zhu Rongji al frente del gobierno.

Según declaraciones del canciller cubano, Felipe Pérez Roque, durante su estancia en Beijing en esas conversaciones predominó un ambiente cordial y camaraderil, y se abordó en profundidad el examen de la marcha de las relaciones bilaterales.

Yo diría, precisó Pérez Roque, que el sentimiento principal que hemos visto en las autoridades chinas ha sido el de comprensión de las dificultades y los obstáculos que Cuba ha tenido que vencer, admiración por la resistencia de nuestro pueblo en el enfrentamiento a esas dificultades y voluntad de apoyar en la medida de sus posibilidades y de colaborar con nuestro país.

A juicio del jefe de la diplomacia cubana, a nivel político existe una relación muy estrecha entre China y Cuba, y coincidencias políticas e ideológicas profundas entre los dirigentes de ambos países.

El Canciller recordó que cuando la isla enfrentó sus mayores necesidades económicas, a inicios de la década de los 90, tras el derrumbe del campo socialista y la desaparición de la URSS, no faltó la solidaridad del PCCh y del gobierno y el pueblo chinos.

Hay que decir que se fortalecieron las relaciones en los momentos en que más difícil era la situación en Cuba y cuando más gente en el mundo dudaba si Cuba podría superar esas dificultades, subrayó.

Según Pérez Roque, entre Cuba y China hay profundas coincidencias políticas, solidaridad y apoyo mutuo y, de manera adicional, vínculos económicos, de colaboración, de comercio y de inversiones recíprocas.

En ese sentido consideró que existen posibilidades para el fortalecimiento y la profundización de esos vínculos y resaltó el nuevo impulso brindado al desarrollo de las relaciones bilaterales con la visita del mandatario cubano, que calificó de muy importante.

Pero en esta visita de Fidel Castro a China resaltó, además, la estrecha relación personal entre el mandatario cubano y el presidente Jiang Zemin.

La atractiva personalidad, la trayectoria revolucionaria y el enorme prestigio político del máximo líder caribeño han cautivado a no pocos estadistas, políticos, empresarios e intelectuales de todos los continentes y Jiang Zemin no parece ser una excepción.

Ambos se han reunido al menos en cuatro oportunidades, dos veces en La Habana, durante las visitas realizadas por Jiang a la Isla en 1993 y en 2001, y otras dos durante las efectuadas por Fidel Castro a China, en 1995 y esta de febrero de este año.

En 1995, en su primera estancia en China, el líder cubano visitó sucesivamente, tras las conversaciones iniciales en Beijing, las ciudades de Xian, Shanghai, Shenzhen y Guangzhou, en una visita que se prolongó durante 10 días.

En aquella ocasión Jiang Zemin se unió a su huésped cubano en Shenzhen y le acompañó durante toda esa jornada, que incluyó un recorrido por la ciudad y varias instalaciones fabriles, en una acción muy poco frecuente en las normas protocolares chinas para la atención a los estadistas extranjeros visitantes.

Ahora, el programa inicialmente anunciado para esta segunda estancia en China de Fidel Castro preveía, para el tercer día, una visita a Nanjing, capital de la provincia de Jiangsu, antes de partir al día siguiente de regreso a la Isla.

La delegación cubana se trasladó en la fecha prevista a Nanjing, pero, en una decisión anunciada a última hora, el jefe de Estado Cubano hizo el viaje en el avión ejecutivo del presidente chino, acompañado por el propio Jiang Zemin.

En Nanjing, Jiang acompañó al estadista cubano en un recorrido por las instalaciones del Grupo Electrónico Panda, cuna de la potente industria electrónica china, y luego lo invitó a viajar a la ciudad de Shanghai, algo no previsto en el programa de la visita.

Esa misma noche, ambos hicieron juntos un recorrido por Shanghai, que incluyó un paseo en barco por el río Huangpú, que atraviesa la ciudad y es uno de los brazos del Yangtsé, la mayor vía fluvial de China.

En horas de la mañana del cuarto y último día de estancia del líder cubano en el gigante asiático, los dos mandatarios acudieron a la moderna zona de desarrollo de Pudong, donde el vicealcalde de Shanghai, Jiang Sixian, brindó al estadista caribeño una detallada información de lo realizado allí desde que fue creada hace 13 años.

Siempre acompañado por Jiang, Fidel Castro visitó después la instalación municipal donde está expuesta la maqueta de Shanghai, y allí el alcalde de la mayor y más populosa urbe de China, Hang Zheng, le explicó numerosos detalles de la ciudad y los planes de desarrollo urbano.

Poco antes de la partida del líder cubano, ambos mandatarios almorzaron juntos, en lo que constituyó el punto final de una visita calificada de muy exitosa por fuentes de la isla.

Diplomáticos acreditados en Beijing coincidieron al afirmar que no recuerdan ocasión anterior en que el jefe de Estado chino haya roto con los hábitos protocolares de este país y se haya introducido, e incluso modificado, como en este caso, el programa de un mandatario extranjero de visita en China.

Por otra parte, todas las fuentes consultadas coinciden en que las relaciones entre La Habana y Beijing fueron reforzadas con esta visita, que sirvió, además, para estrechar los lazos de confianza y amistad que unen a los dirigentes cubanos y chinos.

Un detalle a no perder de vista es que todos los dirigentes chinos con los que el estadista cubano se entrevistó en esta ocasión, han estado al menos en una ocasión en Cuba, por lo que no faltó quien calificara esta visita de Fidel Castro de un reencuentro entre viejos amigos.