Opinion
“Creciente presión por un idioma nacional”, gritan los titulares del diario ultraderechista The Washington Times. El artículo ofrece un resumen del reporte de la organización US English, Incorporado que nos dice que se hablan unos 322 idiomas en este país. Entre ellos, 24 se hablan en cada estado y en el Distrito de Columbia.
Aunque para muchos estas estadísticas les resultarán interesantes nada más, el congresista Steve King (republicano por Iowa) las ve como amenaza. Por eso ha introducido un proyecto de ley en el Congreso para bloquear cualquier uso de idiomas que no sean el inglés en actividades del gobierno federal. Su argumento es que el permitir cualquier status oficial a idiomas que no sean el inglés atenta contra la unidad nacional.
El inglés queda muy lejos de ser el primer idioma hablado en lo que es ahora EEUU. Algunos 150 idiomas indígenas todavía se hablan hoy en día, y todos existieron en estas tierras antes del inglés. Años antes del establecimiento de la primera colonia inglesa en Jamestown, se hablaba el español en lo que es ahora el suroeste estadounidense.
Uno puede presumir que al congresista King no anda preocupado por los cientos de personas indígenas cerca de Tama, en su propio estado, que todavía hablan (además del inglés) el idioma mesquakie o fox. Más bien, se le preocupan los miles de inmigrantes latinos que han hecho su hogar en Iowa.
El movimiento Inglés Solo alega que tener muchos idiomas tiene potencial para la desunidad, y por eso hace falta un “inglés oficial” para mantener la unidad. Se ofrece esta tesis sin evidencia ni lógica.
Es cierto que hay bastantes ejemplos de desacuerdos entre comunidades lingüísticas en la historia moderna. Han existido conflictos entre gente de habla francesa y los que hablan inglés en Canadá, y entre francohablantes y los que hablan flamenco en Bélgica, por ejemplo. Pero los peores casos de luchas interinas en la historia reciente han ocurrido sobre bases no lingüísticas. En la guerra de Bosnia, se enfrentaron croatos, serbos, y musulmanes bosnios. Pero la cuestión jamás fue la del idioma, porque todos los tres grupos hablan serbo-croata.
El genocidio de Ruanda fue un horror, pero no tuvo nada que ver con el idioma, porque los Hutu igual que los Tutsi hablan Kinyarawanda. La violencia ínter comunal en el oeste de India es más frecuentemente por diferencias religiosas y no lingüísticas. Y nuestra propia Guerra Civil norteamericana no surgió de las diferencias de dialecto entre norte y sur, sino más bien por el sistema esclavista.
Y, uno puede citar ejemplos de países con varios idiomas oficiales, dentro de los cuales se han mantenido relaciones pacíficas entre comunidades de lenguaje. Suiza, por ejemplo, reconoce oficialmente a los idiomas alemán, francés, italiano, y a dos dialectos de romansh, un idioma basado en el latín que se habla solamente en Suiza. Al parecer, esto no causa
ningún conflicto.
Cuando exista fricción entre grupos que hablan distintos idiomas, muchas veces resulta que no se trata de la diferencia de idiomas, sino más bien de otra cuestión que causa el problema.
La violencia en Darfur (Sudán) ocurre entre gente local que hablan árabe y otras comunidades lingüísticas, pero no surgió por cuestiones de lenguaje, sino (siquiera al comienzo) por el conflicto entre las necesidades y prioridades de pastores y ganaderos por un lado, y de agricultores al otro.
Cuando el conflicto es realmente sobre idiomas, siempre comienza cuando alguien trata de suprimir el idioma a otra gente.
Los esfuerzos del régimen Franquista para suprimir a los idiomas vasco y catalán en España produjeron conflicto. En Chile, Pinochet trató de suprimir al idioma Mapuche, y hubo resistencia. En Bélgica, hace mucho que hay quejas de parte de los flamencos por la intolerancia de las elites que hablan francés. En Canadá, los franco hablantes se sienten sujetados a la discriminación por parte de gobernantes de habla inglesa. En Guatemala, los que hablan idiomas indígenas han sido oprimidos por las elites que hablan castellano.
En todo y cada uno de estos casos, las clases dominantes han promovido la supresión de un lenguaje y así han logrado dividir a los trabajadores o a los campesinos.
Inglés Solo – Emboscada a la democracia