Trabajadores, líderes comunitarios, clero y algunos ejecutivos de la industria textil y azucarera enfrentaron airadamente a los miembros del Congreso que votaron por el Tratado Centroamericano de Libre Comercio (CAFTA, en siglas inglés) el mes pasado.
Una coalición amplia dirigida por trabajadores luchó fuerte para derrotar a CAFTA, que levanta las tarifas y otras restricciones de comercio entre Estados Unidos, El Salvador, Guatemala, Honduras Nicaragua y la República Dominicana, para el beneficio de las corporaciones capitalistas.
El Congreso lo aprobó por el margen más cerrado de cualquier tratado de libre comercio hasta la fecha. Pasó el Senado por nueve votos.
Doce republicanos desafiaron a la Casa Blanca al oponerse mientras que 11 demócratas lo aprobaron ignorando la presión comunitaria. Pasó la Cámara por dos votos, 217-215, con 15 demócratas votando en favor y 27 republicanos votando en contra.
Brian McLaughin, presidente del Concilio del Trabajo de la Ciudad de Nueva York y asambleísta estatal, atacó el voto pro el CAFTA como un voto contrario a los trabajos norteamericanos de buen salario.
McLaughin y otros activistas sindicales y del Partido de las Familias Trabajadoras celebraron una protesta en el Ayuntamiento de Nueva York el 7 de agosto en protesta por el voto favorable al CAFTA de los representantes demócratas liberales Gregory Meeks y Edolphus Towns. Los dos que fueron elegidos con fuerte apoyo laboral, se enfrentan a reelección el próximo año. Los sindicatos de la AFL-CIO y aquellos que recientemente dejaron esa federación se unieron a la manifestación.
En Dakota del Norte, una fuerte campaña dirigida por sindicatos resultó en que todos los miembros de la delegación del estado al Congreso rechazaron al CAFTA.
El CAFTA es la muerte por mil cortes, dijo Mark Froemke de Dakota del Norte por teléfono celular en camino al trabajo en una refinería de azúcar de remolacha al cruzar el río hacia Minnesota. Froemke es vicepresidente de la AFL-CIO de Minnesota.
“Será mas duro para los agricultores”, dijo Froemke. “Las compañías exigirán más a los trabajadores por menos. Bajo el TLC (Tratado de Libre Comercio Norteamericano) 30 plantas refinerías de azúcar han cerrado en EEUU. Habían acuerdos laterales bajo el TLC, como los que se presentaron bajo el CAFTA. Como digo, 30 plantas cerraron”.
En Fuerte Payne, Alabama cuando el republicano Robert Aderholt, que votó por el CAFTA entró a una reunión con la Asociación de Calcetería de Alabama, el 4 de agosto, se encontró con una inesperada muchedumbre de más de 200 que incluían a 2.000 trabajadores de los fábricas del textil que habían perdido sus trabajos en un área conocida como la “capital del calcetín” de EEUU.
Cuando Aderholf fue presentado, el salón se quedó en silencio. Aderholf explicó que él se había reunido con Bush y que llegaron a un acuerdo lateral al CAFTA para proteger a los calcetines.
Eliza Brinkmeyer de Vigilancia al Comercio Global del grupo Ciudadano Público dijo que el acuerdo del calcetín no es parte del CAFTA y que requeriría el acuerdo unánime de todos los países signatarios y nueva aprobación por el Congreso. “El acuerdo del calcetín está diseñado para ser evadido”, dijo.
El salón se cambió de frío a frígido. Aderhold frunció su frente.
Richard Minter, director de organización del Local 274 del sindicato UNITE HERE en Filadelfí, dijo que él vio a su pueblo natal en Virginia básicamente desaparecer bajo por el “libre comercio”.
“Yo vi que enviaban los trabajos de las fábricas de textil al extranjero o se quebraban. Vecinos se fueron. Hijos empezaban regresar antes de terminar la universidad porque no había empleo para pagar la matrícula”, él dijo.
“El CAFTA es otro frente que Bush ha lanzado contra las familias trabajadoras”.
Ira popular por votar por el CAFTA