LA HABANA (Prensa Latina) – El gobierno de Unidad Nacional israelí inclinó más su timón hacia la derecha, con la entrada en su equipo del Partido Nacional Religioso (Mafdal), lo cual vislumbra un aumento de las tensiones en el Medio Oriente.
Con la inclusión de esa agrupación, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, demostró a la comunidad internacional su interés en llevar hasta el final su política antipalestina.
La decisión del Mafdal de sumarse a la coalición gubernamental esta vinculada con la ofensiva militar de Tel Aviv contra Cisjordania, iniciada el 29 de marzo ultimo, y sus persistentes ataques contra la Franja de Gaza.
La invasión posibilitó la entrada al gobierno de esa organización, habida cuenta de que es partidaria de que Israel continúe utilizando la vía armada para concluir la crisis levantina.
El Partido Nacional se opone a todo diálogo con los palestinos, mucho menos a desmantelar los asentamientos judíos y evacuar las zonas árabes ocupadas, pese a las resoluciones sobre el tema del Consejo de Seguridad de la ONU.
En ese sentido, hasta hace poco los dirigentes del Mafdal se abstenían de integrar el ejecutivo porque, afirmaban, Sharon hacia muchas “concesiones” a los palestinos.
Liderado por el coronel de la reserva Efi Eitan, partidario de expulsar a los palestinos y de la anexión de la Franja y la Margen Occidental, esa formación es considerada el brazo político de los colonos, y se presenta como una de las más reaccionarias en Israel.
Como parte de la política de aumentar el componente derechista en su administración, Sharon disolvió el minigabinete de seguridad, encargado de tomar las principales decisiones del gobierno, y creo una nueva estructura.
Según el cambio, los líderes de los partidos que integran la coalición toman por mayoría las determinaciones, lo cual debilita a la fracción laborista, hasta ahora con peso decisivo en el
minigabinete.
La actitud de Sharon sobre la entrada del Mafdal y los cambios en el gabinete de emergencia, podría estar en linea con la caída en los últimos meses de su popularidad por no frenar los ataques de la resistencia y la crisis económica que enfrenta Israel.
Esta última afecta a Israel desde el año 2000 como consecuencia del negro panorama mundial y sobre todo por el coste de la Intifada (sublevación popular) palestina.
Según datos oficiales, el desempleo creció hasta hasta el 10 por ciento, la moneda, el Shekel, se devaluó seriamente con respecto al dólar y el turismo, importante en la captación de divisa del país, se redujo en un 75 por ciento en comparación con el pasado año.
Además, la creciente popularidad entre los sectores duros del ex primer ministro Benjamín Netanyahu, quien al igual que Sharon pertenece al bloque Likud, llevaron al jefe de gobierno a buscar una conversión a su declive.
En ese ámbito se enmarca la entrada del Mafdal y la ofensiva desatada contra los palestinos, acción condenada por la comunidad internacional, pero que le valió al jefe de gobierno el beneplácito de los segmentos más guerristas del país.
Una encuesta del diario Maariv revela que Sharon cuenta con el apoyo del 78 por ciento de los votantes de la derecha.
Otro grupo político que coquetea con volver a la administración es el bloque Unión Nacional-Yisrael Beiteinu, que se retiró del mismo el pasado 13 de marzo por considerar que Sharon era muy “blando” con los palestinos.
Los entonces ministros de Infraestructura, Avigdor Lieberman, y de Turismo, Benny Elon, pertenecientes a esa organización, querían “una victoria sobre los árabes”.
Sin embargo, la inclusión del Mafdal le permite al primer ministro un respiro, pues representa un alivio al no depender tanto de sus grandes “socios” en la coalición, el Partido Aovada (laboristas), con 24 escaños en la Knesset (parlamento), y el Shas, con 17.
Además, el ejecutivo esta integrado por el bloque Likud, con 19 asientos, el Partido del Centro (cinco), la Yahadut Hatorah (cinco), el Yisrael Baliyah (cuatro), Una Nación (dos), y el Gesher (tres).
La presencia del Mafdal fue rechazada por varios legisladores laboristas que llamaron a su dirección a abandonar el gobierno de Unidad Nacional.
Diputados laboristas como Auraham Eshochat, Eitan Cabet y Haim Ramon convocaron a su organización a abandonar la coalición sin demora.
El jefe del laborismo, Benjamín Ben Eliezer, sin embargo, cerró toda discusión al afirmar que Israel esta en guerra (contra los palestinos) y por tanto era imposible esa medida.
Eliezer, actual ministro de Defensa, es considerado como uno de los más conservadores dentro de su grupo político.
Las críticas contra la postura de Sharon fueron mucho más fuertes en la oposición, cuyo líder y jefe del Meretz, Iosid Sarid, califico de “gobierno lunático y mesiánico” a la actual administración.
Analistas opinan que con la ampliación de la base derechista y por tanto el reforzamiento del poder del primer ministro, este lanzará abiertamente su política agresiva.
Esa situación le permitiría imponer sus condiciones en un eventual regreso a la mesa de negociaciones, a la cual deberá volver al no poder obviar las presiones de la comunidad internacional, conmocionada por las masacres cometidas por Tel Aviv en Jenin y otras ciudades cisjordanas.
Declarado defensor de los asentamientos y de la anexión de las zonas palestinas, el jefe del gobierno hebreo afirmó que bajo su mandato -que deberá concluir en octubre del 2003- ninguna colonia seria desmantelada.
Simultáneamente con la entrada del Partido Nacional Religioso, las autoridades israelíes amenazaron a los grupos que se oponen a la agresión contra los territorios palestinos.
“Hay que vigilar de cerca a los izquierdistas, pues están al borde de la traición” al rechazar las acciones militares, señaló el viceministro de Seguridad Interior, Gideon Ezra.
A pesar de las campañas mediaticas y la represión política interna, cada día aumenta el número de personas opuestas a la táctica agresiva del gobierno de Tel Aviv.
Ese rechazo llega hasta integrantes del ejercito, uno de los pilares del estado, en el cual más de 400 de sus miembros se niegan a servir en las zonas palestinas.
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