OPINIÓN
Entre las cuestiones de “división” con la cual la ultraderecha trata de dividir a la clase trabajadora están las de (1) derechos para los homosexuales, incluyendo su derecho al matrimonio o unión civil, acceso a beneficios y servicios de salud, y (2) los derechos de las mujeres, incluyendo derecho al control de la natalidad, derecho de escoger abortar, y la participación plena e igual en la vida económica y social. Estas cuestiones son planteadas frecuentemente como cuestiones religiosas y en este esfuerzo la administración Bush tiene la colaboración activa de la derecha religiosa, especialmente la derecha cristiana. Ellos citan el Viejo Testamento donde los primeros hebreos prohibieron los actos homosexuales. Estas mismas escrituras prohibían un sin numero de prácticas sexuales, prohibían comer varios tipos de alimento tildándolos de inmundo, prohibían cobrar interés sobre prestamos, gobernaba como los amos debían de tratar a los esclavos, y más. Entre las leyes antiguas hebreas había el perdonar deudas cada siete años, soltar a gente de las prisiones y la esclavitud, y la restauración de granjas a familias en bancarrota.
La derecha religiosa toma estas reglas antiguas fuera de su contexto histórico. Ellos escogen sola a las que sirven sus propósitos. La derecha cristiana no quiere hablar de cancelar las deudas de los pobres o la eliminación del sistema bancario capitalista que tiene al centro cobrar interés por su capital. No quieren hablar de liberar a gente pobre de las cárceles, muchos de ellos ahí por las condiciones económicas. Y claramente no quieren hablar de las partes del Nuevo Testamento que indican que los primeros cristianos por siglos practicaban una forma de propiedad comunal.
La mayoría de denominaciones protestantes toman el punto de vista que las escrituras tienen que verse en su contenido histórico y que la razón y la ciencia tienen que ser considerada. Nosotros ya no apedramos a adúlteros. Hemos abolido a la esclavitud. La mayoría ya no creemos que el sol, la luna y las estrellas rodean la Tierra.
Los progresistas religiosos argumentan que su fe, aunque basada en tradicciones históricas, es algo que continúa desarrollarse; que al centro de la tradición está la lucha del pueblo hebreo por la justicia social y económica.
La Biblia no es un solo libro, sino una colección de libros redactados por desconocidos a través de los siglos.
Hay muchas contradicciones en los libros. Por ejemplo, prohíbe la actividad homosexual en Levítico, pero en 1 Samuel la relación íntima entre David y Jonatán no es condenada. Igualmente, aunque las referencias a las mujeres de ambos el Viejo y Nuevo Testamento refleja su condición de segunda clase en la sociedad prefeudal, está claro que las enseñanzas de Jesús eran de una inclusión radical. En los evangelios se ve a Jesús dándole la bienvenida a un número de mujeres en su séquito y reprochando a las críticas de su discipulos varones. Él se ve incluyendo a mujeres que eran consideradas “intocables”, incluyendo a prostitutas y mujeres de minorías oprimidas. Él critica abiertamente a las leyes de divorcio de esos tiempos, que trataban a la mujer solo como propiedad del esposo, y abogaba para que la mujer pueda divorciarse a base de lo mismo que los hombres.
Las religiones y sus instituciones son caracterizadas por las mismas tendencias conservadoras y progresistas, reaccionarias y radicales, que se pueden encontrar en la dialéctica del desarrollo social entera. Igual como la historia de la sociedad humana es la historia de la lucha de clase, esa lucha de clase toma parte no solo al punto de la producción, sino también en la arena cultural de la cual la vida religiosa es una parte principal.
Los progresistas religiosos reconocen que su tradicciones se han usado para justificar obediencia a reyes, la explotación y la esclavitud de naciones, y para suprimir la libertad de pensamiento e investigaciones científicas. Pero también apoyan los grandes momentos de liberación nacional y humana, de librar esclavos, de quitarse el yugo del poderío imperial, de romper las barreras entre los grupos étnicos y esforzarse por justicia social y económica. Estos elementos se encuentran en muchas tradiciones de fe, incluyendo entre los judíos, cristianos y musulmanes.
Sería un error ver la lucha contra Bush como una de gente progresistas no religiosos contra gente religiosa conservadora. La mayoría de gente religiosa, incluyendo muchos evangélicos que votaron por Bush, no apoyan la agenda total de la ultraderecha. Un creciente sector de la población religiosa indudablemente es parte del movimiento popular amplio. La lucha contra la derecha religiosa se hará principalmente por el centro y la izquierda religiosa. Como marxistas, tenemos que conocer esa lucha como parte del movimiento popular total. Necesitamos encontrar maneras de conectar las varias luchas, y fortalecer la unidad del movimiento popular que es tan crítico para nuestro país y el mundo.
Tim Yeager (rtyeager@att.net) es secretario de finanzas del Local 2320 UAW.
La religión y el marxismo