Eduardo “Lalo” Guerrero, el extraordinario trovador chicano cantó, compuso y tocó mariachis, swing, bolero, boogie, mambo, cha-cha, rock y música norteña, muchas veces como parodias cómica pero conmovedoras, desde la época de la Gran Depresión hasta su muerte el 17 de marzo en Palm Springs, suburbio del valle de Coachella en California.
Guerrero nació en diciembre 24 del 1916 en el más pobre de los barrios que amparaban a las familias de los trabajadores de las minas de cobre, ferrocarriles, fundiciones, y fincas en el área de Tucson, Arizona. Su padre trabajaba para la compañía de ferrocarriles Southern Pacific. Su madre le enseño cantar y tocar.
Criándose en la frontera, Guerrero tocó y cantó en los cafés, barras, salones de baile y clubes por las vías de los ferrocarriles y las rutas que tomaban los trabajadores ambulantes agrícolas, adaptando su repertorio a los gustos musicales cambiantes en ambos lados de la frontera, década tras década.
En el 1937 escribió y compuso “Canción Mejicana”, que subió a las alturas de las listas de popularidad del mariachi mejicano. Entre trabajos tocando, él trabajó haciendo aviones de bombardeo B-24 en la compañía Consolidated Aircraft. En el 1949, siempre siendo chicano, él escribió y compuso “Los Chuchos Suaves”, canción que usaron en la obra teatral y película de Luis Valdez “Zoot Suit” sobre un ataque racista notorio de soldados contra los jóvenes méjicoamericanos que vestían con ropa ancha distintiva. La canción, escrita en caló, la jerga de español e inglés de los pachucos con su ropa Zoot-Suit. Esta celebraba la popularidad del mambo sobre el swing, boogie y jitterbug de esos tiempos.
En 1955 la parodia de la canción Davy Crockett, Pancho López, era tan popular en ambos lados de la frontera que en vez de demandarlo, Walt Disney le dio un contrato para grabar el éxito, cosa que le dio suficiente dinero al cantante para abrir un club nocturno en Este Los Angeles.
En 1966, Guerrero escribió y compuso “El Corrido de Delano”, la historia del nuevo Sindicato Unido de Trabajadores Agrícolas y su joven dirigente, César Chávez. En 1968 cuando el movimiento chicano explotó y una de las demandas de una huelga estudiantil era de que se sirva comida mejicana en la cafetería, hizo la canción “No hay tortillas”. En los 1970s en “El Chicano” Guerrero proyecta la reclamaciones por los derechos laborales y de inmigrantes, además de la educación bilingue. En los 1980s vino la canción “No hay chicanos en la televisión” y “Mamá mejicanas, no deje que sus hijos crezcan a ser meseros”. En los 1990s él grabó “Papa’s Dream” con el grupo popular chicano de rock Los Lobos. (En los 1940s la banda de swing, boogie y mambo de Guerrero se llamaba Lalo Guerrero y sus Cinco Lobos.)
Aunque no un filósofo ni político profesional, su obra refleja las realidades de la mano de obra barata, discriminación explotación y la cultura colectiva de la comunidad y la lucha para vencer. Él tocaba melodías pegajosas, pero la letra estaban grabadas en las mentes de generaciones de chicanos.
El genio de Lalo Guerrero vino de su estrecho contacto con el pueblo, ampliaba y profundizaba el movimiento chicano/a. Quizás su obra más cláscia vino en 1990 con la balada nostágica “Barrio Viejo”, donde recordaba en su vejez, su niñez en el barrio de Tucson que ya no existía. Termina con Lalo pidiendo ser enterrado en la tierra de ese barrio para que ambos sean “difuntos rodeados de mil recuerdos”.
En 1999 él recibió la Medalla del Presidente para las Artes, otorgado por Bill Clinton. En 1980 el Instituto Smithsonian lo nombró un Tesoro Nacional del Folclore.
En una recién reunión de conmemoración a mi madre, que recién había muerto, muchos de mis familiares también hablaron de conocer a Lalo y sus memorias de él. Lalo, el artista, tocó las vidas de millones.
De veras, Papa Lalo estaba – y está – presente.
Lalo Guerrero, trovador chicano — presente!