Comentario
Las falsas justificaciones para esta guerra empezaron mucho antes de que la ONU considerara la Resolución 1441. Aun los que apoyan a Bush en esta guerra de ataque preventivo admiten que no hay evidencia alguna de una relación entre Saddam Hussein y los terroristas de al-Qaeda que atacaron las Torres Gemelas el 11 de septiembre. Esa era la excusa original de Bush para atacar a Saddam después del primer aniversario de la tragedia del 11 de septiembre.
Cuando los motivos para la guerra están basados en justificaciones falsas, se desacredita su credibilidad, por lo tanto, entre aquellas personas que cuestionan su verdadero motivo. En este caso en particular, lo primero que se le ocurre a uno es el petróleo, pero a pesar de todo, el verdadero motivo es aún más espantoso porque se trata del control político y económico de los recursos del Medio Oriente. Y para confirmar esta conclusión, tan sólo basta una mirada a la historia entre las compañías transnacionales petroleras occidentales e Irak.
En 1972, después de que Irak nacionalizó la Compañía Petrolera Iraquí de propiedad estadounidense y británica, se convirtió en el blanco de operaciones secretas por parte de la CIA y EEUU. EEUU lo clasificó entre los países que apoyaban al terrorismo. Mas sin embargo, durante la Guerra Irán-Irak, la administración Reagan lo retiró de la lista. Parte de las represalias contra Irak en 1972 incluía la promoción de una rebelión de los kurdos contra el gobierno iraquí. No obstante, en 1975, EEUU retiró su apoyo a los rebeldes curdos. Por otra parte, Henry Kissinger, quien había promovido esa rebelión pero ya no le importaba la suerte de los rebeldes, le manifestó a uno de sus asistentes que: “Las operaciones secretas no deben confundirse con el trabajo misionero.” Las aparentes inconsistencias en la política de EEUU hacia Irak indican que el llamarlo “terrorista” es un insulto muy típico del desacreditado macartismo. Por lo tanto, el único acto por el cual Irak fue calificado como “terrorista” en 1972, fue el solo hecho de garantizar que el país, a través del petróleo, su más importante recurso natural, podría sacar algún provecho de éste.
A la administración Bush, al igual que a Kissinger, no le importa la democracia en Irak ni la opresión de las minorías chiíta y kurda. Después de la primera Guerra del Golfo Pérsico, estos fueron abandonados por EEUU a cambio de una alianza con Turquía que ha tratado peor a los curdos que Saddam. Pese a todo esto, no se está intentando derrocar al gobierno de Turquía.
Los abusos de Saddam no son materia para defender, pero el gobierno estadounidense no sólo ha apoyado a dictaduras brutales, incluyendo a Saddam durante la Guerra Irán-Irak, sino que también ha hecho posible las instalaciones de algunas de ellas. Para mencionar alguno de estos casos, está el de Chile. El 11 de septiembre también es un día triste allá puesto que el año 1973, Salvador Allende, presidente elegido por voto popular, fue derrocado y brutalmente asesinado con la ayuda de la CIA. Esto dio inicio a la brutal dictadura militar fascista de Augusto Pinochet que duró 17 años.
Las protestas antiguerra no son a favor de Saddam ni tampoco en contra de nuestros soldados. El apoyo a nuestros soldados no significa necesariamente el apoyo a la guerra. De hecho, el Presidente Bush ha propuesto recortes del presupuesto para Ayuda de Impacto, la cual, provee fondos a los distritos escolares con estudiantes que son hijos de soldados. El presidente está considerando también recortes del presupuesto para beneficios a los veteranos. ¡Qué modo de apoyo a los soldados! Uno debe desmentir el concepto falso que “apoyar a los soldados” quiere decir ponerlos en peligro en vez de tenerlos aquí nuevamente con sus familias.
Nos preocupan los peligrosos precedentes que se puedan sentar en base de esta guerra de ataque preventivo, además de lo que significa para nuestro país y el mundo entero. Notamos que esta guerra, en vez de mitigar, podría generar represalias terroristas en suelo estadounidense.
El ex jefe de los inspectores de armas de la ONU, Scott Ritter, un republicano, también se opone a esta guerra. Ritter critica a Saddam por carecer de la franqueza que debiera tener, como también reconoce que actualmente Irak está más debilitado que antes de la primera Guerra del Golfo Pérsico y que ciertamente no representa ninguna amenaza seria ni para EEUU ni para ningún otro país fuera de su territorio.
Finalmente, toda guerra tienen consecuencias no intencionadas, pero aparentemente existe una consecuencia determinada. EEUU no serán los héroes libertadores ante los ojos de los iraquíes ni mucho menos por el resto del mundo árabe, aun menos después de haber ocasionado tantas pérdidas de vidas entre la población civil a causa de los bombardeos y las hostilidades iniciados por EEUU. Queda por mencionar el historial negativo de este país en contra de los países árabes en general. Además, por la manera como EEUU ha manejado el conflicto israelí-palestino, no cabe la menor duda que nosotros vamos a ser tildados como los agresores imperialistas que ambicionan el control político y económico del petróleo y los otros potenciales recursos de la región. La percepción de EEUU ante los demás será la de un tirano que busca por el más débil e indefenso enemigo. Cualquiera que apoye una guerra que sólo sirve para enfatizar esa imagen negativa no es muy patriota.
Mike Berg es un activistas por la paz en Nueva Jersey
Las mentiras de los belicosos acerca de Irak y los activistas por la paz