Las Muertes en el Desierto: Precio Tristeza de la política fronteriza

Con tres meses de embarazo, Norma Rodríguez Amado miró a su esposo, Páez Martínez, mientras salía se su pueblo en Morales, Méjico para Estados Unidos.

El soportaría a su familia de lejos, trabajando en Tennessee y la Florida.

Después de casi dos años y medio de vivir y trabajar en estos lugares extranjeros, Páez regresa a Morales y ve a su hijo, Aleixandre, por primera vez.

Cuando llega el tiempo para salir de nuevo, Páez y Norma deciden ir juntos, con su hijo, y mantenerse unidos como familia. Páez había cruzado la frontera sin problemas anterior. Infortunadamente, no vio las posibilidades de peligro. Simplemente quería tener su familia a su lado.

Cruzaron en el desierto a través de la reservación indígena de los indios Tohono ‘O’odham el día en una de las peores sequías en la historia del área. Después de caminar por dos horas, Norma se cae y no puede seguir. Su ‘guía’ eligió abandonarlos y continuar el viaje con la otra gente del grupo. Toma solo 45 minutos después ellos irse para morir la familia.

Según estadísticas del gobierno mejicano, desde 1998, más de 1.500 personas han muerto cruzando la frontera de Estados Unidos con Méjico. Otro estudio reporta que 3.676 muertes en 14 años.

En la región de mucha calor de la frontera que divide las tierras tradicionales de los Tohono ‘O’odham, estas muertes son una realidad común. En el año pasado, murieron 27 inmigrantes allá, y desde enero de esto año, ya han sucumbido 15 personas.

El vicepresidente de la nación Tohono ‘O’odham, Henry Ramón, explica el problema, “En 1996, el gobierno estadounidense instituyó ‘Operation Gatekeeper’. Este programa cerró la frontera, pero dejó un gran agujero - las tierras de la nación Tohono ‘O’odham, el punto más peligroso e inhospitable para cruzar en la frontera del sur. La Patrulla Fronteriza estima que 1.500 cruzan nuestras tierras al día. Como resultado, cientos han muerto”.

Patricia Flores, de la Alianza Indígena Sin Fronteras nota que la presencia aumentado y las estrategias de la Patrulla Fronteriza han creado un ambiente opresivo para todos, incluyendo los residentes de los reservaciones cerca de la frontera. “La gente indígena en estas comunidades son acosadas constantemente. Paran a abuelas a punta de armas, exigiendo que produzcan papeles de identificación. Las carreteras que están construyendo para la Patrulla Fronteriza en las tierras de la nación Tohono ‘O’odham ... destruyen las plantas medicinales que han usado nuestra gente por siglos. Destruyen el ambiente. Destruyen la seguridad económica del pueblo.”

Esta situación intolerable no solamente existe en el desierto Sonora, sino en toda la frontera del sur de EEUU. Así, los grupos Alianza Indígena Sin Fronteras y Derechos Humanos, ambos basados en Tucson, Arizona, hicieron una rueda de prensa el 12 de junio para anunciar un nuevo esfuerzo, Movilización Alto a las Muertes, con grupos representando regiones de toda la frontera EEUU con Méjico. Esta movilización declaró que, “Nuestra frontera debe de quedarse una frontera de vecinos, no enemigos.”

La movilización reclama del Congreso el cese inmediato de la militarización de la frontera y los acuerdos neoliberales tal como el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica , que han resultando en tanta devastación económica en Méjico, y que ahora, amenaza extenderse a todo el hemisferio en la forma del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas. La movilización está llamando por una política de inmigración abierta que reconoce el trabajo y las muchas contribuciones que hacen los inmigrantes a nuestra sociedad. Especialmente, reclaman por la protección y derechos iguales para todos los trabajadores en este país, quienquiera que sean, con o sin papeles, y la separación de la política de inmigración de la política de guerra contra el terrorismo.

En una declaración de la Casa de Proyecto Libertad, de Harlingen, Tejas, señalaron que, “La política de inmigración de EEUU excluye a gente por razones de pobreza, raza, clase social. Gente emigran por problemas políticos y sociales que existen en sus países. La política de inmigración ... trata a los inmigrantes y otros residentes de la frontera como criminales y un potencial peligro a la seguridad nacional”

El Programa Frontera de EEUU/Méjico del Comité Servicio de los Amigos Americanos (AFSC), en San Diego, mandaron una declaración que habla de la relación entre la militarización de la frontera y las muertes de inmigrantes.”Nosotros reconocemos la dicotomía de una frontera que está militarizada abiertamente y que canaliza emigrantes que crucen entre uno de los terrenos más inhospitable del mundo, y, al mismo tiempo, ofrece operaciones de búsqueda y rescate”.

Daniel Brito, hablando también para el AFSC, explicó la conexión entre la militarización de la frontera y los asuntos laborales que obliga a gente emigrar a EEUU, de obreros sin derechos, quienes trabajan por sueldos bajos, y no obstante, contribuyen tanto a la sociedad en forma de trabajo, impuestos, y la riqueza cultural. Según él, cada día en la frontera hay “cerca de 4.600 soldados involucrado en operaciones ... Debemos estar consciente de como se formó esta frontera, como se creó esta ficción legal. El sistema de la frontera depende en un mito vergonzoso, en que gente fingen que no son necesitados de verdad como trabajadores. Todos entiende son necesitados para trabajar en este país. Aún construimos esta ficción legal, fingiendo que no son gente de verdad y que no merecen derechos.

Lorenzo Torrez, líder del Partido Comunista en Arizona, y presidente de la Comisión Chicana de esa organización, contó como los acuerdos de comercio libre aumenta la inmigración ilegal, a pesar de los afirmaciones de que estos acuerdos levantarían los sueldos para los países que participen, y, así, poner fin al tráfico de gente cruzando la frontera buscando empleo.

“Estos programas, en realidad, hacen a los países más pobre, y a los trabajadores más pobre - y esto es porque sus trabajadores tienen que emigrar. Estos programas no son las soluciones y los únicos que podemos pararlos somos nosotros, los ciudadanos de EEUU. Tenemos la responsabilidad de poner fin a estos programas y reclamar por un programa diferente”.

Continuando ese tema, Isabel García Gallegos, directora de Derechos Humanos, preguntó, “¿Ha habido un paro al fenómeno de la emigración masiva debido al acuerdo de libre comercio? Claramente, la respuesta es un rotundo ¡No! De veras, han empeorado la situación”.

García Gallegos mantiene que el pueblo norteamericano debe de presionar al Congreso y a la administración Bush que cambie drásticamente la política de la frontera y así paran estas muertes en el desierto. Ella insiste en que la culpa de estas muertes deben de ser puesto “a los pies del Congreso y esta administración”. Sigue ella, “[Jim] Kolbe [de Arizona] es el experto en el Congreso respecto a inmigración, la frontera, sobre el comercio libre ... Hemos pedido [a él] que nos apoye parar esta política y constantemente, nos ha rechazado”. En cambio, él ha abogado por “ más militarización donde vivimos diariamente en campos de muerte”.

En la rueda de prensa, muchos ofrecieron sus palabras expresando coraje, resueltos a luchar, análisis, de fe y de poder.

Pero en el trasfondo del evento, estaban colocados recuerdos del precio triste de la política estadounidense sobre la frontera: cruces llevando los nombres de los que han muerto recientemente en el desierto. La mayoría de estos mientras cruzaban la tierra remota y seca de los Tohono ‘O’odham.

Un nombre ahí fue el de Arturo Gómez Castro, de Chiapas, Méjico. Un joven de 16 años. Encontraron su cadáver en la sombra de un árbol de mesquite, con dos botellas vacías de agua, y una agenda abierta con direcciones y teléfonos.

¿Porque la agenda abierta? Tal vez él encontró algún consuelo leyendo por última vez mas los nombres de sus queridos.

O tal vez, él hacía algún tipo de llamada ultima - a los que lo iban encontrar, y por extensión,

a la gente de este país.

¿La llamada?

Que cambiemos la política de la frontera, que cesen la militarización, que extiendan derechos iguales a todos trabajando en este país, que terminen con los acuerdos neoliberales que matan literalmente - y, así, que nadie nunca más muera de sed y agotamiento en el desierto, buscando empleo y una vida mejor, llena de esperanza, salud, y alegría.