¿Acaso somos marionetas del sistema que nos cobija o víctimas de las circunstancias bajo una democracia utópica?
Cuando me trasladé a los Estados Unidos de Norteamérica lo hice convencido de que vendría a una nación llena de oportunidades, de paz y de libertad. Sin embargo, la realidad vivida ha sido otra . Desde mi llegada a la anhelada “Tierra del Sueño Americano”, experimenté la histeria que se vive cada día en nuestras diversas comunidades y, en mi caso, la vida que he experimentado aquí en las comunidades de Chicago, Illinois de Logan Square y Humboldt Park.
Aquí uno vive una histeria colectiva creada por personas inescrupulosas que se benefician del enriquecimiento desmedido y de la concentración de poder. Al mismo tiempo son esas “aves de rapiña” quienes responsabilizan a las pandillas, a los pobres y a los más desventajados por las crisis y males sociales que afectan a nuestro entorno; sin admitir que la sociedad es un reflejo de su gobierno y de su liderato político.
Encontré una sociedad repleta de regulaciones y restricciones absurdas que en nada aportan a la calidad de vida y bienestar del individuo. Cuando se sale a la calle puede palpar las injusticias del gobierno y sus demás entidades. Por ejemplo, la policía, cuya misión es proveer seguridad y protección, abusa del poder conferido por ley para fabricar casos legales a jóvenes inocentes. La criminalidad, el desempleo y la pobreza alcanzan altas tasas mientras el gobierno gasta fondos públicos en asuntos frívolos y superficiales.
Así mismo, la desigualdad social y la mala distribución de la riqueza arropan casi todas la esferas de la sociedad dejando detrás a miles de familias sin hogar, seguro médico y alimentos.
A eso se le suma el incidente del 911, el cual cambió trascendentalmente el modo de hacer la política pública y propició la imposición de leyes que controlan nuestras decisiones y actividades diarias. Como resultado de esa supuesta vigilancia extrema-preventiva, nos sentimos intimidados en los aeropuertos, estaciones de trenes, parques, festivales, en fin en todos los escenarios públicos.
Desde un punto de vista práctico, considero que la seguridad nacional puede ser manejada estrategicamente estableciendo una logística asertiva que conlleve prevención, planificación eficaz y educación al ciudadano.
No es justo que se siga sembrando un terrorismo psicológico en la gente y que se generen conflictos innecesarios como la guerra en Irak que obviamente nada aporta al bienestar común. El sistema ha utilizado su política exterior simplemente para avanzar los intereses privados y económicos de unos pocos.
Indudablemente en esta búsqueda del codiciado “sueño americano” he encontrado una pesadilla de la cual no me ha sido fácil escapar. Por lo tanto, la solución está en fomentar la participación ciudadana y educar a nuevos líderes para que tomen las riendas del futuro de la humanidad.
LIBERTAD, BIENESTAR O OPRESIÓN: EL GRAN ENIGMA DEL SUEÑO AMERICANO