Libre comercio para los ricos

EEUU y Chile

SANTIAGO DE CHILE (Agencia de Noticias Mundo Posible) – El Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Chile y Estados Unidos, puede parecer a simple vista, la solución a los conflictos económicos de las naciones tercermundistas (o en vías de desarrollo, como eufemísticamente se les llama.) Desglosemos aquí algunas de sus aristas e implicaciones.

Obtener un pedacito del Olimpo, codearse por primera vez, frente a frente, con los dioses del pecunio mundial, y con los espíritus tributarios de Friedman, es una seducción que casi no tiene parangón y que se clona con los argumentos que esgrimen el gobierno para justificar tal decisión. A esta altura, no es desconocido que el ámbito más importantes para las naciones occidentales lo constituye el nivel económico, dejando de lado los espacios culturales y políticos. El lema parece ser: Dinero, dinero, dinero.

Entonces no es de extrañar que todos los esfuerzos gubernamentales estén orientados a promover la obtención de divisas, por supuesto, a costa de los más humildes.

Bajo esta óptica, a cualquier habitante simple de nuestras economías en vías de desarrollo, que se le pregunte ¿Le gustaría que su país se integrara a la economía mundial? ¿Qué le parece que Chile integre tratados de intercambio comercial con la que se supone la mayor economía mundial? Encontrará rauda respuesta positiva.

Desde el sentido común resulta extraño que existan sectores que critiquen estas aperturas, que nos deparan mejores tiempos, alzas de salarios y acceso a tecnologías de punta; ¿Quién podría negarse y por qué?

Sin llegar a realizar un exhaustivo análisis del TLC, conviene señalar un par de ideas que contribuirán a clarificar las razones que los opositores a tan publicitado acuerdo comercial.

Estados Unidos posee una economía 150 veces más grande que la de Chile. La nación sudamericana proveerá materias primas sobre la base de una sobre-explotación de sus recursos naturales no renovables, mientras Estados Unidos introducirá en el mercado chileno sus capitales especulativos y sus productos agrícolas e industriales, que gozan de cuantiosos subsidios y protecciones encubiertas por parte del Estado norteamericano.

La mayor potencia del mundo será la única ganadora con esta alianza mercantil con Chile.

Otra de las razones que se esgrimen es la experiencia mexicana que sirve como espejo de un experimento que sólo benefició a los anglosajones y hundió aun más la economía azteca.

A diez años de la puesta en marcha del TLC del Norte (NAFTA), éste solamente ha favorecido a las grandes empresas transnacionales de EE.UU., y ha significado la ruina de los pequeños empresarios mejicanos, especialmente campesinos. Hizo más feble el empleo y aumentó la pobreza.

En un mundo en que el trabajo se ha precarizado como consecuencia de la nueva división social del trabajo, encarnada ahora en una disposición reticular, el TLC entre Chile y Estados Unidos hará más frágil el empleo, empobrecerá a una importante franja de los trabajadores, aumentando con esto la actividad en el sector informal.

Quebrarán pequeñas y medianas empresas, incapaces de competir con los productos importados que ahora contarán con arancel cero y aumentará la migración del campo a la ciudad; con una sola consigna en el corazón de los campesinos: Alcanzar la urbe en busca de una promesa de mejores oportunidades.

El Partido Comunista de Chile (PCCh), opuesto a esta iniciativa bilateral, ha manifestado su desconfianza a tan publicitada unión comercial argumentando intereses imperialistas escondidos en la citada asociación entre los dos países.

El PCCh señaló que el Estado chileno hizo esta negociación a espaldas de su pueblo

La abogada de derechos humanos Julia Urquieta dijo que “el TLC es un acuerdo Inconstitucional, ya que supone la modificación de una serie de leyes orgánicas, por tanto no se adhiere a la jurisdicción chilena”.

Por su parte el miembro de la comisión política del PC, Lautaro Carmona es enfático en manifestar “que el TLC significa una subordinación a los intereses de la política imperialista de Estados Unidos”.

El convenio con el país del norte es una promesa garantizada de mayor degradación del medio ambiente y la ecología, que como sabemos, no tiene mucho peso, en la toma de decisiones de corte económico. Constituirá además un atropello a la legislación laboral.

De allí la urgencia gubernamental de apurar las leyes de flexibilización del trabajo.

Para la gran mayoría de los sectores políticos de Chile el TLC representa “el ingreso al primer mundo, de la mano de la gran potencia mundial”, y abre expectativas a una economía que, se estima, podría crecer entre el cuatro a cinco por ciento en el 2004.

Sin embargo, y aunque con bastante dificultad, esos mismos sectores (incluido el propio gobierno) se han resistido enormemente a reconocer que Chile entró a una espiral de aislamiento regional y continental que podría generar efectos todavía no vistos en el propio país. “Chile es el mejor alumno de la región (por su estabilidad económica y política, y por la aplicación del modelo neoliberal), pero es un mal compañero, porque se adelanta al resto de las naciones que la miran desde atrás”.

Durante el 2003, se produjeron en Chile significativas protestas sociales, entre las cuales la más relevante fue el paro nacional del 13 de agosto, convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y al que se sumaron la mayoría de los sectores productivos y de los servicios.

Esta protesta, que alcanzó proyecciones nacionales, puede ser considerada una tendencia hacia manifestaciones mayores, que tuvieron su expresión, precisamente, en sectores empresariales que serán directamente afectados por el TLC, esto es, productores de leche, de remolacha, de la pesca, del transporte y de otros sectores productivos.

Aunque llevamos algunos días de la puesta en marcha del Tratado, ya se empiezan a escuchar nuevas voces opositoras y se vislumbra en el futuro mediato un año bastante movido para el gobierno chileno de Ricardo Lagos y su equipo, que seguramente tendrán que asumir las movilizaciones sociales en contra del TLC.

Entonces nos preguntamos ¿Quiénes van a ser los verdaderos beneficiados con el auge de los índices macroeconómicos?, ¿Quiénes son los que ganaran con el TLC? Si usted ya tiene la respuesta sin duda no serán los trabajadores ni los pequeños ni medianos empresarios y como siempre el crecimiento con equidad que tanto a señalado los gobiernos de la concertación seguirá siendo una oferta incumplida.