Lieberman facilita racismo de republicanos

NEW HAVEN, Connecticut — Las tensiones están altas en Connecticut con todos los tres escaños republicanos en contienda además de una por el Senado donde está mucho en juego.

Ned Lamont, ganador de las elecciones primarias demócratas por el Senado de EEUU, se enfrenta a Joe Lieberman, que tiene 18 años en el Senado y que ahora se postula con el apoyo de los republicanos en la planilla “Connecticut por Lieberman”.

Luego de las elecciones primarias los medios informativos han prestado un apoyo ilimitado a Lieberman, sin siquiera intentar una cobertura balanceada. Así es que cuando la Federación de Clubes Demócratas Afronorteamericanos de Connecticut (CFBDC, por sus siglas en inglés) celebró una rueda de prensa para apoyar a Ned Lamont, no fue ninguna sorpresa cuando ignoraron las razones dadas por celebrar la actividad publicitaria. Al contrario, reportaron de manera sensacional en los titulares un comentario, ya retirado, que dudaba las declaraciones de Lieberman de que había participado en el movimiento pro derechos civiles.

Rodeado por oficiales elegidos actuales y del pasado representando a décadas de liderazgo y lucha, Henry E. Parker, presidente de la CFBDC y ex tesorero estatal de Connecticut reveló una carta abierta a Lieberman documentando la manera de que “su conducta como Senador federal ha causado pena y frustración entre los afronorteamericanos que luchan por cuestiones de calidad de vida”.

Entre las acciones citadas estaba el voto de Lieberman que derrotó un proyecto de ley que hubiera financiado completamente a programas de educación pública para los pobres; estar ausente en el momento de un voto reñido que hubiera aumentado fondos para los programas de salud minoritaria; su apoyo a los vales escolares que roban fondos de las escuelas públicas; y su socavación a la Acción Afirmativa como (en sus propias palabras) “inconsistente con los valores norteamericanos”.

En vez de pedirle a Lieberman que se dirija a estas cuestiones, los medios comerciales lanzaron un ataque desvergonzado contra Parker por haber preguntado en voz alta, en vista de las posiciones de Lieberman, si es cierto o no que había viajado al sur para trabajar por los derechos civiles en los años 1960.

De inmediato, la campaña de Lamont reconoció ampliamente la participación de Lieberman en las actividades pro derechos civiles hace 40 años. Pero han ofendido a muchos las acciones subsecuentes de Lieberman en el Senado.

En los primeros años de la administración Clinton, Lieberman como demócrata acomodaba el ataque republicano contra los derechos civiles, al igual que desde hace cinco años ha estado auspiciando la política racista y antitrabajadora del gobierno de George W. Bush y del Congreso controlado por republicanos.

Es así que no resulta sorprendente cuando el diario Hartford Courant le preguntó si quisiera ver una mayoría demócrata en la cámara baja, Lieberman respondió, “No he pensado lo suficiente en eso como para poder responder”.

En 1993, como vicepresidente del Consejo de Liderazgo Demócrata, Lieberman se reunió a las críticas contra Clinton por la cuestión de la acción afirmativa. Él expresó preocupaciones por la nominación de Lani Guinier al Tribunal Supremo de la nación, dando así credibilidad a una campaña viciosa de desinformación y tergiversaciones contra ella por apoyar a la representación equitativa de las minorías.

A los cinco meses de haber entrado a la Casa Blanca, Clinton retiró su nominación a Guinier, siendo la primera de una serie de retiradas y ceder que sentó las bases para la toma republicana del poder en el Congreso con las elecciones de 1994.

En contraste, Lieberman apoyaba a las nominaciones controvertidas de George W. Bush. Se encontraba entre los solo seis demócratas que apoyaron a Alberto Gonzáles como secretario de Justicia. González había aprobado el uso de tortura contra gente sospechada de “terrorismo”. Lieberman también votó contra la obstrucción legislativa a la nominación de Samuel Alito, así permitiendo su aprobación como juez del Tribunal Supremo.

En 1995, como presidente del Consejo de Liderazgo Demócrata, Lieberman llamó por la derogación de la orden ejecutiva de Lyndon Johnson que exige metas y planes para la Acción Afirmativa. Él introdujo propuestas legislativas para “hacer desaparecer poco a poco todos los programas federales que favorezcan a las minorías en contratar y empleo,” según reportes del Wall Street Journal.

En el primero de tres debates, el candidato republicano, Alan Schlessinger, abrazó a las opiniones racistas de su partido con un ataque fulminante contra Lamont por haber recibido bien el apoyo de los reverendos Jesse Jackson y Al Sharpton. Además, Schlessinger envenenó el ambiente político atacando a cualquier sendero hacia la legalización o a la ciudadanía para los inmigrantes.

Estos ataques de dividir tienen como propósito minar el apoyo a Lamont. La verdad es que sirven para subrayar la necesidad urgente de que redoblen sus esfuerzos todos los amantes a la democracia para movilizar el sufragio el 7 de noviembre en favor una voz progresista en el Senado de EEUU.

Junto con los candidatos demócratas progresistas a la cámara baja en Connecticut, Lamont ha llevado adelante su campaña incansablemente con la meta de derrotar a la mayoría republicana que, junto con Bush, ha profundizado al racismo y ha dañado a todo el pueblo trabajador de nuestro país.