Lo que significa ser comunista

Nuestro Mundo rinde homenaje a nuestro editor de asuntos laborales y periodista veterano, Fred Gaboury, quien falleció el 29 de enero. Gaboury sirvió en las Fuerzas Aéreas durante la Segunda Guerra Mundial. Lo siguiente viene de homenajes pronunciados como parte de un memorial a Gaboury, celebrado el 4 de abril en Chicago.

“Un comunista es una persona que cree que los males que sufrimos hoy no provienen de los defectos de individuos, sino más bien del sistema económico del capitalismo en que vivimos.

Un comunista cree que la última solución a los problemas de la pobreza, las depresiones, inflaciones y guerra se encuentra en el establecimiento de una sociedad socialista.

Los comunistas creen en la igualdad absoluta de derechos y oportunidades para todos los pueblos, sin referencia a su raza ni a su nacionalidad.

Ellos creen que aquel mundo mejor jamás llegará a existir con el puro soñar y hablar, pero se tiene que alcanzar participando plenamente en cada lucha inmediata por el beneficio de la gente ordinaria, sea por servicio mejorado de tranvías, leche gratuita para los niños escolares, o bien una lucha sindical gigantesca por mejores salarios y condiciones de trabajo”.

Estas son las palabras de Mike Quin, escritas en un artículo, “¿Qué es un comunista?” Para Fred, Quin fue uno de sus escritores favoritos. Declamaría muchos poemas de Quin, de Robert Service, o de A.A. Milne. La vida de Fred fue una imagen verídica de la descripción escrita por Quin.

Hay muchas palabras pintoresco que describen a Fred. Era ronco y brusco, con una voz resonante. Era más grande que la misma vida, una figura pintoresca que usaba frases pintorescas.

Cuando tenías problemas, te decía: “Illegitimi non corborundum – No dejes que los bastardos te amuelen”.

Cuando alguien le preguntó cómo andaba: “Estoy hasta las nalgas en caimanes.”

Cuando alguna de sus ideas fue recibida con silencio: “Eso cayó como la mierda de un buey muy alto.”

Fue un trabajador entre los trabajadores, un hombre entre los hombres, un periodista entre los periodistas. Jamás te pediría nada que él mismo no estaba dispuesto a hacer. Aprendió eso en los campos de leñadores, donde fue voluntario para los trabajos más peligrosos. Tuvo un corazón de oro, igual que los héroes populares de clase trabajadora de su tierra, el salvaje y majestuoso noroeste del litoral del Pacífico.

Conocí a Fred desde hace 20 años. Lo conocí por primera vez cuando me metí por primera vez a la Liga de Jóvenes Comunistas. Aprendí de él mi primera lección en la lucha de clases, y mi vocabulario. Estuve trabajando en un taller. Estaba diciéndole algo sobre mi trabajo, y siempre decía “En mi taller”. Por fin me interrumpió para decirme, “¿Tu taller? No es tu taller. ¡A ti no te pertenece ni un maldito cerrojo en ese taller!”

Amaba la vida, amaba la lucha por un mundo mejor, y amaba usar la palabra escrita para avanzar esa lucha. Podía escribir, editar, animar a otros a escribir, hacer entrevistas – usaba el teléfono o iba en su coche a obtener un reportaje importante. Era un intelectual de clase trabajadora y marxista – y trabajaba duro. Recaudaba fondos y consiguía suscripciones. Trabajó muy fuerte para fortalecer al Partido Comunista. Lo hizo todo.

Pero, puso su énfasis en la acción. Así fue que, cuando la administración Bush andaba fomentando una invasión de Irak, y las fuerzas por la paz en todo mundo estaban organizando su oposición – Fred no solo lo reportó – saltó a la acción. Colaboró con otros para conseguir una declaración firmada por dirigentes sindicales locales, que luego fue llevado a la reunión de la Federación Laboral de Chicago para que la firmen los delegados. Luego, trabajó con su compañera, Marianne, para lograr que su concejo municipal aprobara una resolución contra la guerra.

Fred era increíblemente sensible a los niños y a las mamás. Fuecaballeroso. Enseño a mi hijo jugar a póquer. Ahora, eso y la palabra “caballeroso” pueden parecer desparejos, pero tiene un sentido perfecto.

Decir que Fred tuvo sus opiniones no llega a expresar toda su verdad. Tuvimos tantos pleitos. Cuando se murió, alguien dijo – y creo que es la verdad – que si no peleaste con Fred, no lo conociste realmente.

El espíritu de lucha indomable de Fred sigue vivo en todos nosotros. Lo amábamos, y lo extrañamos. Gracias, Fred.

Terrie Albano es editora del People’s Weekly World/Nuestro Mundo. Se puede comunicar con ella al talbano@pww.org.