Los Latinos y la Recesión

George Bush está tratando de atraer a los votantes hispanos, hablando españoly nominando a un abogado latino reaccionario como juez federal. Pero, la Agenda Nacional para el Liderazgo Hispano ha examinado los archivos de votación de congresistas. Han encontrado que los republicanos ultraderechistas han votado en contra de los intereses hispanos en casi toda ocasión. Con tanto en juego en las próximas elecciones, el Mes del Patrimonio Hispano (15 de septiembre al 15 de octubre) es buen momento para examinar las condiciones económicas de la gente hispana en Estados Unidos. Aún antes de la recesión y del 11 de septiembre, los latinos enfrentaron a la discriminación y desdicha económica. Y, va empeorándose.

Desde 1972, el buró del Censo de EEUU. ha proporcionado estadísticas sobre las familias hispanas. Normalmente, miramos los ingresos familiares medianos. Mediano quiere decir a la mitad. Una mitad de todas las familias ganan más que el mediano, la otra mitad gana menos.

En 1972, los ingresos familiares hispanos medianos eran de $34.696 (en dólares de 2001). Eso era un 70 por ciento de los ingresos de una familia blanca no-hispana, mediana. Durante los próximos 20 años, se empeoraban las cosas – ya para 1990, los ingresos medianos de la familia hispana cayeron a $31.749 – solamente el 61 por ciento de lo que ganaba una familia mediana blanca no-hispana.

Durante la última mitad de los años 1999, cuando los ingresos de los más ricos se dispararon sin control, solamente pocas gotas nos llegaron a los demás. Se aumentaron los ingresos medianos de las familias hispanas a $34.498 – ¡casi lo que ganaban hace 30 años! Pero, todavía era solamente un 60 por ciento de lo que ganaban las familias blancas no-hispanas – mucho peor que en 1972, y aún mas atrás que en 1990. Las familias hispanas, como otra gente de color, enfrentan muchos gastos adicionales. Gastos directos de vivienda más elevados, más impuestos, y gastos de financiamiento aumentados son los resultados de opciones limitadas para rentar o comprar viviendas. Los precios de alimentos y demás mercancía son más altos en los barrios y vecindades urbanas donde viven muchos hispanos. También el transporte les cuesta más. En el estado de Connecticut, por ejemplo, la discriminación descarada en la compra y financiamiento de casas, junto con el costo elevado de seguro e impuestos puede aumentar el costo para mantener un auto hasta $1.000 por año para los conductores hispanos.

Y, los trabajadores inmigrantes se enfrentan a más problemas aún. Aunque paguen los mismos impuestos que los demás, a los inmigrantes se les pueden negar muchos beneficios y servicios sociales – sobre todo si no tienen sus documentos en arreglo.

Ahora, sufrimos una recesión persistente, y las secuelas del 11 de septiembre. La recesión, que ya ha durado 18 meses, no muestra señas de aliviarse. Los ingresos familiares hispanos disminuyeron bruscamente durante la última recesión, (1989-1990) y durante varios años después.

Hay toda razón por temer que este mismo fenómeno se vaya repetir, aniquilando las ganancias logradas entre 1995 y 2001. El 11 de septiembre también cobra su gasto directamente. El sector turístico – hoteles, restaurantes, etc. – sufrió un duro golpe con el 11 de septiembre. Miles quedaron cesante – de 25 a 40 por ciento de los trabajadores del turismos en las principales ciudades del país. En muchas de estas ciudades – Los Ángeles, Nueva York, San Francisco, Las Vegas – una mayoría de los trabajadores cesante son inmigrantes. Muchos no calificaban para beneficios por desempleo.

Nuevas medidas de “seguridad” resultan onerosas para los trabajadores inmigrantes. Un muy conocido ejemplo es él de los empleados de seguridad en los aeropuertos – inmigrantes, muchos de ellos hispanos, han perdido sus trabajos, y han sido reemplazados por ciudadanos estadounidenses. Menos conocido es el problema relacionado con las licencias de conducir. Solo pocos estados permiten a los trabajadores indocumentados conseguir licencias. Pero, a veces aún a los inmigrantes legales se les niegan licencias. Por ejemplo, en Connecticut el Departamento. de Vehículos Automotores quiere negarles las licencias a los inmigrantes legales que no tengan status de “residente permanente.”

Reglamentos como estos son más de una inconveniencia – imponen un cargo económico sustancial: trabajos perdidos, gastos para cumplir con o para evadir a los reglamentos, miles de dólares para los abogados de inmigración. Yo asistí a una junta donde unos inmigrantes latinos estaban discutiendo los problemas que enfrentan – con licencias de manejar, con violaciones a las leyes de salario mínimo y seguridad, con sindicalizarse en el trabajo. Un trabajador centroamericano dijo que era su primera reunión. “Me da gusto estar aquí,” dijo. “Tenemos que luchar.”

Arthur Perlo escribe la columna People Before Profits (El Pueblo antes de las Ganancias) para Nuestro Mundo/PWW. Se puede comunicar con el autor a: arthur.perlo@pobox.com