El presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada anunció, el 13 de octubre, que temporeramente va a suspender su plan de exportar gas natural licuado a través de Chile hacia Estados Unidos, en su intento de poner fin a las huelgas masivas, manifestaciones y bloqueos de carreteras por campesinos que básicamente han paralizado a Bolivia por más de un mes.
El presidente le dijo a los periodistas que el gobierno no exportará gas a nuevos mercados hasta que se “consulte” con el pueblo boliviano. El tiempo de la consulta durará hasta el 31 de diciembre.
Sindicatos y organizaciones de campesinos, estudiantes, y los pueblos indígenas se han opuesto al propuesto plan de exportación. Estos sectores dicen que las grandes reservas de gas natural en Bolivia se deben usar para el beneficio del pueblo boliviano. Ellos han denunciado la política de “libre comercio” de Sánchez de Lozada y buscan la nacionalización de las industrias de hidrocarburos.
Pero la vuelta dada por el presidente no ha hecho nada para parar las crecientes olas de rebelión y la crisis profunda en que se encuentra su régimen. A pesar del anuncio, miles marcharon en La Paz, capital del país sudamericano, exigiendo la renuncia de Sánchez de Lozada, mientras que una huelga en el tránsito público – combinado con barricadas en las carreteras de parte de campesinos y mineros militantes – ha paralizado a la ciudad. Hay escasez de alimentos y gasolina en la capital.
Las tensiones llegaron a un punto caliente la semana pasada cuando el gobierno usó miles de soldados y tanques para suprimir la rebelión, especialmente en la ciudad de El Alto, un suburbio pobre, industrial de La Paz.
El Alto, que cuenta con una población de 750 mil, es uno de los centros principales de la huelga general. La mayoría de sus residentes son de origen indígena. La ciudad fue puesta bajo ley marcial y la población fue brutalmente suprimida.
Más de 55 gente han muerto en los ataques violentos de los militares en las últimas semanas, muchos de ellos en El Alto. Choques se han intensificado en otras ciudades también, como en Cochabamba, Oruro y Potosí.
Aunque el plan de exportación de gas fue la causa inmediata de la crisis, sus raíces son más profundas. Bolivia, una país del mismo tamaño que el estado de Tejas y con una población de ocho millones, es una de las naciones más pobre de Latino América, con más de 70 por ciento de su población viven en la miseria.
Bolivia ha estado bajo la dominación económica y política de EEUU. Sus trabajadores son objetos de una explotación extrema. Miles y miles de sus campesinos están en quiebra y arruinados. Sus recursos minerales, incluyendo sus vastas reservas de gas, petróleo, zinc, tungsteno, y oro, han estado sujeto al robo sistemático por compañías mineras y petroquímicas de EEUU por décadas.
Sánchez de Lozada, el presidente actual, nació y se crió en EEUU. Él es un empresario millonario y un aliado de George W. Bush. Él tomó poder en agosto del 2002, después de ganar con solo un 22 por ciento del voto.
En febrero de este año él trató de implementar un programa de austeridad, de inspiración Fondo Monetario Internacional, que hubiese bajado el nivel de vida de los trabajadores y los campesinos. Ese plan también fue motivo de una gran rebelión que tomó las vidas de 32 personas antes de que el gobierno fuera forzado hacer concesiones
Esta vez Sánchez de Lozada parece tener aun más problema. Su vicepresidente, Carlos Mesa, está criticando abiertamente a su presidente, mientras que cuatro de los 15 ministros de su gobierno han renunciado en protesta.
Evo Morales, un líder indígena y miembro del Congreso boliviano, dijo, que solo la renuncia del presidente se puede ver como la solución política, de acuerdo a la agencia noticiosa Prensa Asociada.
Roberto de la Cruz, un dirigente sindical de El Alto, dijo que no van a parar las protestas hasta que renuncie el presidente. Esta presión incesante de los huelguistas y campesinos hace pensar que pronto Sánchez de Lozada pueda ser forzado a dejar la presidencia.
Amenazantemente, el departamento de Estado norteamericano dijo esta semana que “no tolerará” ningún movimiento para tumbar el régimen actual. “El pueblo norteamericano y su gobierno apoyan al presidente democráticamente electo de Bolivia ... en su intento de construir un futuro más próspero y justo para todos los bolivianos”, dijo la declaración del departamento de Estado.
La administración Bush está más y más nervioso sobre la creciente sublevaciones en América Latina – particularmente en Bolivia, Venezuela, Colombia, Ecuador, Argentina, y Brasil – y la aumentada oposición al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, que es respaldado por EEUU. Se tiene que ver hasta donde se puede contener la sublevación.
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Lucha popular en Bolivia