Nuestra crisis nacional de cuidado de salud está a la vista del público y mientras los precandidatos demócratas, con la excepción de Dennis Kucinich, a la presidencia se vuelven locos en un intento de apoderarse del lenguaje del cuidado de salud universal y así bloquear a la verdadera reforma, siguen apareciendo nuevas oportunidades para las alianzas y la abogacía. La situación va de mal en peor: existieron unos 47 millones de personas sin ningún seguro médico durante la totalidad de 2006, un aumento de más de 2 millones desde 2005. El número de niños sin seguro también creció en 700 mil, a 8,7 millones en el curso del año pasado. Según el Fondo Commonwealth, uno de cada tres norteamericanos se encontraba sin ningún seguro, o sin cobertura adecuada por parte o por todo el año 2006. No fue sorprendente estas tendencias negativas, dado que desde el 2000 ha aumentado en un 87 por ciento el precio del seguro de salud, mientras apenas han subido el 11 por ciento los ingresos familiares.
Según el Instituto de Medicina cada año fallecen unos 18 miles por falta de seguro. Ilustran esta crisis las dificultades que les enfrentan a los pacientes con cáncer. En un estudio conducido por la Fundación Familiar Kaiser uno de cada tres familias afectadas por el cáncer tienen problemas con pagar los gastos incurridos por el tratamiento de su enfermedad. Peor aún, uno de cada cuatro reporta que han agotado todos sus ahorros, o la mayor parte de ellos, en su lucha contra el cáncer. Ya que el costo de la quimioterapia puede alcanzar fácilmente a las decenas de miles de dólares, y eso sin contar gastos asociados de hospitales y consultas médicas, está bien claro porqué reportan casi el 30 por ciento de los afectados que debido a ese costo tan tremendo han demorado a su tratamiento o hasta se han privado del mismo por completo.
En un esfuerzo por negarles servicios públicos a personas sin seguro y por fomentar aun más el sentimiento antiinmigrante, el gobierno federal ha avisado al Estado de Nueva York que la quimioterapia por el cáncer ya no está cubierta para los inmigrantes indocumentados bajo el programa de Medicaid de emergencia pagado por el gobierno. No se sabe con precisión el número de inmigrantes indocumentados que padecen del cáncer, pero para que sobrevivan estos pacientes es imprescindible el acceso a la quimioterapia y a otras modalidades de tratamiento.
El Medicaid de emergencia es una subsección del programa de Medicaid que no toma en cuenta el estatus migratorio y que en general se utiliza solamente en el caso de personas sin recursos que se presentan con emergencias de salud. La ley federal no define claramente cuáles emergencias de salud son elegibles para Medicaid de emergencia. El único servicio médico prohibido explícitamente es el trasplante de órganos, obligándoles a los estados a definir sus criterios con más claridad. El Medicaid de emergencia solo constituye una pequeña parte de los programas de Medicaid, y la mayor parte de su cobertura se dirige al cuidado obstétrico y ginecológico.
Con una creciente atención mediática y el reciente estreno de la película de Michael Moore, “Sicko”, la reforma del sistema de cuidado de salud está llegando a tener un papel clave en las discusiones políticas en estas elecciones. Todos los precandidatos presidenciales demócratas ya están llamando por un cuidado de salud universal y hasta grupos que anteriormente se habían opuesto a un acceso expandido al cuidado de salud, entre ellos la Asociación Médica Norteamericana, ya tratan de repintarse para reflejar mejor los reclamos del público. Aunque no propongan estos precandidatos y estas organizaciones una reforma verdadera que conduciría a un acceso completo y universal, sí están respondiendo a la ira de los norteamericanos hacia nuestro sistema inservible de cuidado de salud.
Hasta organizaciones antes apolíticas dedicadas a la provisión de educación comunitaria y servicios directos ya repiensan sus estrategias y comienzan a enfocarse sobre un cambio sistémico más amplio, dado que está siendo impedido su trabajo normal por nuestro sistema inservible de cuidado de salud y por los fines sistémicos del mismo, los de proteger antes que nada a las ganancias de las empresas de cuidado de salud.
Anteriormente la Sociedad Norteamericana contra el Cáncer (American Cancer Society, o ACS), la organización principal comunitaria nacional voluntaria de salud, anunció que este otoño dedicará todos sus $15 millones de publicidad a la promoción de una reforma del sistema de cuidado de salud. Según su página cibernética, la ACS busca un sistema de cuidado de salud no “segmentado”, o es decir, bajo el cual a las aseguradoras se les prohíbe negarles cobertura a los más enfermos y a los más débiles.
Además, define la ACS al seguro médico significativa como una que esté adecuada, asequible, disponible y simple en sus aspectos administrativos. Llaman por el acceso rápido a la más amplia gama de cuidado según las evidencias médicas, incluyendo el cuidado preventivo y la detección temprana, con su precio determinado por la capacidad de uno poder pagar. Llaman por el acceso a la cobertura sin referencia a su estado de salud, y por trámites fáciles de entender y de navegar.
La ultraderecha sigue desmantelando programas sociales importantes para la protección de la salud pública. Sin embargo, van politizándose siempre más amplios segmentos de organizaciones dedicadas al servicio social y a la educación, y llaman estos por una reforma sistemática al cuidado de salud. Colaborando con estas y otras organizaciones centristas podemos desarrollar una coalición aun más poderosa que últimamente ganaremos un sistema de cuidado de salud asequible y de buena calidad para todos.
Más aliados se unen a lucha por reforma de salud