Las tradicciones y teoría del marxismo-leninismo le han servido muy bien al Partido Comunista de Estados Unidos de América (PCEUA). Los comentarios de Sam Webb, presidente del PCEUA, parecen un retiro de las bases teóricas del activismo comunista.
La idea de un partido de vanguardia no es solamente ignorada por el artículo de Webb, sino es reemplazado por una idea amorga de “asamblea de fuerzas” unidas más o menos alrededor de “constituyentes centrales”. Webb también ha criticado el vanguardismo como elitista. Pero esto tergiversa lo que significa el término. Un partido se establece como vanguardia proyectando ideas avanzadas que mueve a la clase trabajadora más allá de las posiciones defensiva y atrae a las masas al socialismo. Un partido de vanguardia no es simplemente un tope de puerta para los partidos burgueses más populares o porrista para el movimiento sindical, sino un catalizador para ir más allá del sistema electoral seudodemocrático o las limitaciones del sindicalismo reformista.
Webb quisiera que nosotros creamos que ahora no es tiempo para el PCEUA ser la “guardia avanzada” en el escenario político. En vez, él pone la lucha contra la administración Bush como lo principal, sobre todas las otras luchas: “es la forma principal de la lucha de clase en este momento”, él escribe. La administración Bush es la vanguardia del neoliberalismo, imperialismo, y el capitalismo depredador. Sin duda. Las otras fuerzas burguesas están en competencia con esta, buscando avanzar el capital y el dominio imperial de una forma más gradual, menos miope, y más prudente. Pero ese no es el papel de los comunistas. Solo los comunistas pueden dirigir la oposición a todas las formas del capitalismo y el imperialismo. Sin un partido militante, revolucionario y partidario del socialismo, hay solo peleas sobre cual es la mejor forma de capitalismo.
La visión explicada en el artículo promete que cuando esta cuestión sobre Bush termine, podemos renovar nuestro compromiso con el socialismo. Esto es una visión no científica, sin fundación histórica, de cambio social. Nuestro partido ha crecido, no después de que se derrotaron los peores reaccionarios, sino en el curso de luchar contra ellos y por las reformas. Los obreros son atraídos a nuestro partido cuando reconocen que luchamos por valores aun más altos, metas más altas, y no por la satisfacción, avance o prestigio individual. Es exactamente nuestro compromiso al socialismo la que inspira a otros dejar la mezquinidad y el individualismo y luchar por una causa más grande.
Webb parece oponerse, hasta burlarse de la idea de revolución. El PCEUA fue fundado y sostenido como un partido revolucionario, dedicado a derrocar el capitalismo. Es una caricatura pintar al cambio revolucionario como acopalíptico o predestinado. El cambio se hace posible como resultado de enormes esfuerzos organizativos para educar, activar y proveer dirección a las masas del pueblo trabajador. Sus características serán formadas, no por algún modelo, sino por las circunstancias y oportunidades. Como William Z. Foster antes de nosotros, desconfiamos de ideas que separan a EEUU de las leyes de cambio social.
Los movimientos en otros países también se enfrentan a la administración Bush y su imperialismo rabioso. ¿Está ellos equivocados en escoger la vía revolucionaria? ¿Debe el pueblo venezolano poner al lado sus esperanzas para una sociedad justa formar un frente más agradable contra Bush? ¿Deben las FARC bajar sus armas para animar la unidad con las otras fuerzas contra Bushh? ¿Debe el pueblo cubano acceder a los grupos cínicos de derechos humanos que los atacan en la prensa occidental, monopolista para satisfacer a la coalición contra Bush? Nosotros pensamos que la lucha contra el capitalismo y el imperialismo debe intensificarse en todas sus formas, no desalentarse.
Al centro del retrato inquietante de Webb sobre un comunismo para el Siglo 21 es un PCEUA dócil que teme inquietar a las instituciones que dicen hablar por la clase trabajadora – el Partido Demócrata y el establecimiento sindical. Mientras Webb es muy rápido en señalar que “la clase dominante no es una clase social homogénea sin diferencias”, parece que se le olvida que la clase trabajadora, los demócratas y la AFL-CIO tampoco son monolíticos. Tampoco parece encontrar un lugar para la lucha de clase dentro de estos grupos.
Mucho de esto se está justificando comparando la lucha actual contra la ultraderecha a la lucha contra el fascismo en los 1930s. Como en esos tiempos, piensan, el PCEUA debe abogar por un “frente unido” y extender una mano sin críticas a todos que se oponen a Bush. Pero esto es un malentendido, una distorsión de las posiciones que los comunistas – la Internacional Comunista y su líder Jorge Dimítrov – tomaron en el 1935. Dimítrov categíricamente negaba que el frente unido reemplazaba la revolución proletaria. Ni que las tácticas del frente unido requerían que los comunistas pongan al lado la educación o agitación en favor del socialismo ni la crítica de los partidos burgueses. El Séptimo Congreso de la Internacional Comunista afirmó que los comunistas tenían que continuar ‘su trabajo independiente en la esfera de la educación comunista, orgaización y movilización de las masas”.
Nosotros deseamos ver la continuación y expansión de esa tradición en el PCEUA.
Manteniendo las bases teóricas