Olvidemos el Álamo

Otra versión cinemática de la historia del Álamo ya está por llegar a tu cinema más cercana. Y, aunque los creadores de esta última dicen que expresado también el punto de vista mejicano sobre el conflicto, su publicidad proclama que los defensores del Álamo lucharon por “la libertad” y – como proclama noblemente su comandante en la película – a “mostrar al mundo de qué están hecho los patriotas”.

Perpetuar así este mito del Álamo es una burda explotación de nuestra historia. La verdad es que los defensores del Álamo lucharon por la dominación anglosajona y la esclavitud.

Esta última edición de Hollywood de la historia del Álamo no resulta muy distinta a la última media docena, más o menos, así como “Los Héroes del Álamo,” del 1937. La película más reciente sobre el Álamo fue el sobrepesado esfuerzo de John Wayne en 1960. Todas estas películas pertenecen a una categoría que se conoce como Ficción Cinemática del Hombre Anglosajón [FCHA].

La FCHA no admite a ningún actor que no sea blanco en una película si no juega el papel de un sirviente, comediante, o delincuente. Como resultado, el hombre anglosajón es siempre el enfoque central, el héroe de cualquier acción o evento que pasa en la pantalla, a pesar de los hechos históricos.

Bien sabemos que entre los vaqueros del viejo oeste por lo menos uno de cada cinco fue afronorteamericano. Sin embargo, casi ningún personaje afronorteamericano ha aparecido en las miles de películas del viejo oeste que han aparecido durante los últimos 100 años. ¿Acaso has visto a algún tipo afronorteamericano cabalgando con Gene Autry, Roy Rogers, John Wayne, Jimmie Stewart o Gary Cooper? Y, ¿qué tal las series de televisión como son “Gunsmoke” [“Humo de Pistola”], y “Bonanza”?

El primer responsable de la FCHA fue el famosísimo cinematógrafo D.W. Griffith, un sureño. Los sabios del arte cinematográfico han perdonado a Griffith, igual que a Leni Rienfenstahl, favorita de Hitler, a pesar de su racismo abierto y fulminante, debido a sus innovaciones técnicas y contribuciones artísticas en la industria cinematográfica.

Nadie quiere recordar que la película épica de Griffith en 1915, “The Birth of a Nation” [“El Nacimiento de una Nación”], se basaba en un recuento polémico y falsificado del período de la Reconstrucción [después de la Guerra Civil Norteamericana], y que el film contribuyó a un renacimiento masivo del Ku Klux Klan en la década de los 1920. Tampoco queremos recordar el aumento en el número de linchamientos y masacres perpetrados contra afronorteamericanos por todo el sur de EEUU después de cada exhibición de la película de Griffith. Los masacres a afronorteamericanos perpetrados en Rosewood, Florida y Tulsa, Oklahoma se han ligado directamente a exhibiciones locales de esta película de Griffith.

Otro de los pioneros del cine del viejo oeste fue William S. Hart. En su película silenciosa “Hell’s Hinges” [“Las Bisagras del Infierno”] se describe al villano como “una mezcla de lo mezquino grasoso del mejicano con lo traicionero mortífero de la culebra; enemigo abierto de nadie y amigo de nadie”. ¡Qué peste!

Entonces, ¿por qué el conflicto en el Álamo? Bién, pués, vale la pena mirar a uno de los defensores más legendarios del Álamo, Jim Bowie. Bowie ha sido celebrado en el cine y la televisión como un aventurero renombrado e inteligente que ganó fama por su desarrollo y utilización de un cuchillo largo que ha llegado a conocerse como el “cuchillo Bowie”.

Sin embargo, Bowie fue mucho más que un cuchillero de callejón. Poco después de la guerra de 1812, él y su hermano se metieron al comercio como negreros con el pirata Jean Lafitte. A fines de la década de los 1820, invertieron sus ganancias del comercio en esclavos para transformarse en especuladores en bienes raíces, y eventualmente establecieron una plantación de azúcar con esclavos en Luisiana. Diez años después vendieron ese negocio, con todo y los 82 esclavos que allí trabajaban, por $90.000.

Bowie tomó su parte de las ganancias y se fue a Tejas para unirse con el grupo de colonos anglosajones bajo el mando de Stephen F. Austin. Luego, se envolucró en una maniobra para adquirir fraudulentamente concesiones de tierras del gobierno mejicano, y acabó controlando a miles de acres.

Cuando surgió la crisis entre la colonia anglosajona y el gobierno mejicano, Bowie partidario del “Partido de Guerra” de William Travis, un grupo que no quiso admitir ninguna clase de conciliación con el gobierno mejicano, y que se dedicaba a la creación de una “República de Tejas”.

La República de Tejas fue resultado natural de la colonia de Austin, que trajo la esclavitud a tierras mejicanas en 1821. En 1825, el 25 por ciento de los habitantes de la colonia de Austin eran esclavos, y ya para 1836, habían 5.000 esclavos.

Sin embargo, el problema para la pandilla esclavista fue que el flamante gobierno nacional en la Ciudad de Méjico amenazaba con limitar o abolir a la esclavitud en territorio mejicano. Fue así que los colonos tejanos organizaron una convención en marzo de 1836 para establecer las cuestiones sobre las cuales iban a luchar con el gobierno mejicano.

Durante una quincena, adoptaron una declaración de independencia a Méjico, declararon una república, y fabricaron una constitución política para la misma.

Los defensores del Álamo lucharon y murieron por la constitución de la República de Tejas, que declaró: “A todas las personas blancas y libres que emigran a la república … se les conceden todos los privilegios de la ciudadanía … Todas las personas de color que fueron esclavos de a por vida antes de su emigración a Tejas, y que ahora se encuentran en cadenas, quedarán en tal estado de servidumbre. … El Congreso [de Tejas] no aprobará a ninguna ley para prohibirles a emigrantes de Estados Unidos de Norteamérica traer consigo a sus esclavos a la República … tampoco tendrá el congreso poder de emancipar a esclavos, ni se le permite a ningún dueño o dueña de esclavos la liberación de su esclavo o esclavos”.

La historia del Álamo no es una historia de una lucha por la libertad. Es la historia de una lucha por la esclavitud. Olvídate del Álamo así como se pinta en el cine, pero que nunca se nos olvide lo que pasó realmente.

Don Santina es historiador cinematográfico, y autor del monógrafo del Arquivo de la Academia Cinematográfica, “The History of the Cisco Kid in Film”. Se puede comunicar con él al pww@pww.org.