Pablo Neruda, el senador de los trabajadores

Segunda de dos partes

SANTIAGO DE CHILE – El primer acto ha sido largo y terrible: han sido cien años, o más, de miseria, de hambre y de esclavitud. El segundo acto es esta ley inicua. Yo digo a los señores legisladores de la Derecha, responsables del despacho de este proyecto, para que lo escuchen los campesinos de toda mi patria, que conocen quiénes son los responsables de las innumerables dificultades y tragedias que involucrarán la aprobación de esta ley, les digo, con esperanza, que el tercer acto de este drama de los campesinos lo escribirán, posiblemente, ellos mismos, cuando puedan abolir estas leyes criminales que se quiere dictar”. -Conflicto en la zona del carbón (sesión del 14 de octubre de 1947): “La huelga de los mineros del carbón es la culminación de un conflicto que venía gestándose desde hacía meses, en cuyo proceso se observaron estrictamente todas las disposiciones legales del trabajo.

Su origen es, única, exclusiva e intrínsecamente, económico”. “Los archivos del Gobierno contienen informes sobre la miseria de Lota, acerca de las galerías de sus minas, que alcanzan hasta muy lejos bajo el mar, sobre la falta de viviendas y sobre sus niños desnutridos. Uno de los informes dice que ninguna familia chilena puede subsistir con menos de $65 diarios. Pero Juan Soto, de 33 años, un típico minero, que ha extraído carbón de Lota 16 años, recibe $30 por un día de 8 horas de trabajo. Ni él ni su mujer ni sus tres niños recuerdan haber comprado jamás queso o fruta. Los Soto viven en dos cuartos, alumbrados a vela, en hileras de edificios de dos pisos. Cuatro veces al día, 30 minutos, tienen agua de cañería, pero la casa no tiene baño ni servicios higiénicos. De vez en cuando, la familia usa uno de los cinco baños colectivos que el Gobierno ha construido. Juan emplea 4 horas al día en ir y regresar de su trabajo, que queda a veces hasta cinco millas bajo el océano. Los túneles son calurosos y húmedos. En la gran mina de Lota ha habido 8.151 accidentes y 38 muertos en los últimos 20 meses”. -Los relegados de Pisagua (sesión del 13 de enero de 1948, sobre “Facultades Extraordinarias al Presidente de la República”): “Señor Presidente, se habla mucho de lo que ocurre en nuestra tierra. En todas partes del continente, se desea saber noticias. Ya sabemos cómo las proporciona el Gobierno. Por eso, creo rendir un homenaje y, al mismo tiempo, dar noticias fidedignas, leyendo esta lista de relegados en la que cada una de sus líneas esconde una tragedia. Detrás de cada nombre de ésta hay una fuerza, una ternura y una lealtad traicionadas; junto a él está el recuerdo de personas ausentes, de madres, esposas e hijos que no están con ellos. Cruelmente fueron separados sin interrogárseles, acumulados como vacunos en trenes y en camiones y depositados a lo largo del país. Estos son los relegados de Pisagua y a ellos rindo homenaje”. Neruda da lectura a la larga lista y al llegar al nombre de Lino Barrera Ramírez, exclama: “¡75 años! Fuera de la política. Uno de los grandes héroes del norte, compañero de Recabarren, humilde obrero. Mi pensamiento va hacia él en este momento. ¡Cuántas horas he compartido con él su humilde hogar!”. Lo interrumpe el senador Rodríguez de la Sotta: “Si quiere enterar tiempo, el Honorable Senador, sería mejor que recitara una de sus poesías. Sería más entretenido, por lo menos”.

Pablo Neruda: “Cada uno de estos nombres presenta una tragedia. Estoy orgulloso de cada uno de ellos”. Y al concluir la lectura: “He terminado con esta lista, que creo incompleta, de detenidos en varias partes de la República, enviados, sin interrogatorio y sin saber de qué se trata, a campos de relegación y concentración. Algunos de ellos fueron escogidos en la forma siguiente: llegaron los policías a medianoche a las salitreras, hicieron despertar a todo el mundo, golpearon en cada puerta buscando dirigentes y, como no los encontraron por la activa solidaridad obrera, pusieron en largas filas a los trabajadores y escogieron en quintas. ¡El número 5 al frente! ¡A Pisagua!” “Es éste que pronuncio en esta noche, Honorable Senado, Honorable colega Aldunate, el mejor poema de mi vida: recordar a cada uno de los hijos de la tierra chilena, flor y nata de nuestro pueblo, que trabajaron lealmente y dieron con sudor vida, hijos, pan, familia, al engrandecimiento de nuestra patria, a pesar de que después, bajo el régimen que con sus esfuerzos contribuyeron a levantar, fueron tratados en forma inicua, despojados, separados y combatidos y, encima eso, calumniados y difamados”.

El autor es presidente de la Sociedad de Escritores de Chile.