Palestina en armas para buscar la paz

LA HABANA – La Intifada de Al Aqsa cumplió un año frente a la violencia israelí contra los palestinos, que interpretaron como una provocación a sus costumbres la presencia de Ariel Sharón durante sus rezos musulmanes .

El Levante se había acostumbrado a una aparente calma signada por un largo proceso negociador entre israelíes y palestinos iniciado en Oslo, 1993, con la firma del primer acuerdo de paz.

Sin embargo, los árabes siempre albergaron serias dudas acerca de la posibilidad real de alcanzar un tratado sobre el estatuto permanente para Palestina que propiciara una distensión definitiva.

Sharón, conocido por sus sentimientos antiarabes, enarbolados durante el desempeño de la cartera al frente del Ministerio deDefensa en 1982, no perdía oportunidad como líder del Likud para interponerse al programa político de los laboristas en general y Ehud Barak en particular.

Ante el repudio popular desatado por la presencia del ultranacionalista hebreo en la Explanada de las Mezquitas, el ejército de Tel Aviv realizó un operativo sin precedentes contra manifestaciones públicas.

El resultado no se hizo esperar: siete adultos muertos así como un niño de 12 años baleado en el corazón por municiones israelíes revestidas de acero.

Muchos han sido desde entonces los intentos por detener la violencia que cobra diariamente una víctima mortal además de desarticular la vida toda en Gaza y Cisjordania.

La represión del gobierno de Sharón no solo se expresa por medio de acciones militares, sino también con el cierre de carreteras y un bloqueo económico.

Entre las mediaciones internacionales más importantes en el conflicto levantino caben destacar la iniciativa de paz mancomunada entre Egipto y Jordania, las recomendaciones de Mitchell, senador estadounidense y los reiterados llamados a la cordura lanzados desde las tribunas de las Naciones Unidas, la Liga Árabe y la Unión Europea.

Con ese mismo propósito, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se ha acogido en reiteradas ocasiones a sucesivos ceses del fuego, muy poco respetados por la contraparte que siempre encuentra argumentos para desplazar sus tanques y equipos pesados dentro de los territorios bajo autonomía palestina.

El más reciente encuentro entre el líder de la ANP, Yaser Arafat y el Canciller hebreo, Shimón Peres corrobora la tesis de que a Israel le cuesta mucho transigir ya que dilato innumerables veces este diálogo, el que culmino con un esbozo de posibles medidas a tomar en materia de seguridad tendientes a frenar las confrontaciones.

Largos y convulsos han sido estos 365 días en los que han muerto más de 700 palestinos y alrededor de 180 israelíes y durante los cuales han resultado heridas 35 mil personas.

Al Aqsa no es mas que una continuidad de la Intifada de 1987 y la respuesta agresiva de Israel es la misma de entonces, solo que esta vez la comunidad internacional lo ha repudiado con mayor ahinco.

El 8 de octubre del 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución de condena contra el estado hebreo por el uso excesivo de la fuerza contra los palestinos, además de exigir el respeto de las resoluciones 242 y 338 acordadas al término de las dos campañas expansionistas de Israel (1948, 1967).

Nada parece detener a las potentes tropas del Tshal: ni las conversaciones de Sharm el Sheij, ni el maratónico diálogo de Taba, ni el plan Tenet, ni el repudio mundial.

Por el contrario, en las actuales circunstancias el también llamado Viejo Halcón insiste en calificar a los palestinos como terroristas con lo que espera ganar adeptos internacionales en su campaña difamatoria.

Bajo las banderas de lucha global contra el terrorismo, el gobierno hebreo justifica sus constantes incursiones en Gaza y Cisjordania y la eliminación sistemática y selectiva de dirigentes palestinos.

Los atentados contra instalaciones emblemáticas de los Estados Unidos el pasado 11 de septiembre le dieron el pretexto ideal para recrudecer la violencia, aunque esta vez a Sharón se le escapo la realidad de los intereses políticos de Washington, los cuales necesitan de muchos aliados, incluidas naciones árabes.

La Casa Blanca está ahora muy interesada en resolver el más reciente capitulo del conflicto israelí-palestino ya que busca una coalición árabe favorable al ataque contra Afganistán u otra nación musulmana aun no identificada.

La cuestión palestina es el pilar sobre el cual se asienta toda la política del Levante de ahí la importancia de su solución y esta perspectiva no le pasa inadvertida ni a la administración Bush si quiere contar con el apoyo de esa parte del mundo.

Aun cuando exista una aparente inclinación de la balanza hacia la justicia, el pueblo palestino esta consciente de que le espera un complicado trecho.

La posibilidad del diálogo se mantendrá como una puerta abierta para la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y su máximo dirigente Arafat, quien hace 16 años señalara que “hemos empuñando las armas en busca de la paz y de recuperar nuestros inalienables derechos nacionales”.