Reabren caso de periodista matado por fuerzas de EEUU en Irak

El día que murió en Bagdad José Couso, camarógrafo de Telecinco de Madrid, a alguien se le ocurrió que los 300 comunicadores que cubrían la agresión de Estados Unidos contra Irak, se reunieran en el jardín del hotel Palestina para encender velas y guardar varios minutos de silencio. Dicen que las llamas ardieron en medio del mutismo absoluto y que ni una bomba, ni un avión, ni un ruido se escucharon, fue como una tregua para despedirlo.

El mismo 8 de abril también perdió la vida un camarógrafo de la agencia Reuters, el ucraniano Taras Protsyuk, y resultaron heridos otros tres trabajadores de esta agencia de noticias.

Más de 150 periodistas han perdido la vida en Irak desde el inicio de la invasión estadounidense en marzo del 2003, de ellos la mayor parte profesionales iraquíes. El 27 de octubre pasado la Federación Internacional de Periodistas reportó la víctima número 154: el iraquí Saed Mahdi Shalash fue baleado junto a su esposa en su hogar, ubicado en el área de Al Ameriya, al occidente de Bagdad.

“Aquel 8 de abril del 2003, mi hijo estaba en el balcón de la habitación 1402 del hotel Palestina. Cuando fue alcanzado por la metralla filmaba desde el piso 14 el avance de dos tanques estadounidenses Bradley en el puente de Al Yamuría, a unas 15 cuadras de donde él se encontraba”, narra en su diálogo con esta periodista Maribel Permuy, madre de Couso.

“Fue un crimen de guerra, un asesinato público, que intentaron justificar con la versión de que en el techo del hotel había un foco de la resistencia y que por eso dispararon. ¡Mentira! “, afirma esta mujer, natural de Galicia.

Cuéntenos sobre José.

Tenía 37 años. Era muy alegre. Siempre dijo que quería ser periodista. Fue muy dedicado a su carrera. Se casó con su novia de siempre y de esa unión nacieron Jaime y Pepe.

¿Por qué él decide ir a Bagdad?

Él creía que tenía que ir a Irak para contarle al mundo lo que pasaba allí. Me aseguró: “Van a entrar, van a entrar esos cabrones, van a arrasar y tenemos que estar allí para contar al mundo lo que van a hacer”. Cuando cae, en su cámara llevaba una pegatina que decía “No a la guerra”.

¿Cómo se enteraron de su muerte?

Yo dormía con un auricular puesto en mis oídos para escuchar durante toda la noche las noticias provenientes de Bagdad, pero ese día me levanté por la mañana a tomar un café y oí de pronto que hablaron del hotel Palestina, donde estaban los periodistas.

El corazón se me quiso salir del pecho, mencionaron algo y seguidamente alcancé a entender que se referían a la cámara de Telecinco. No oí el nombre de José, pero ya no hacía falta.

Corrí y prendí el televisor cuando logramos comunicarnos con el director del informativo del canal nos explicó que por las noticias recibidas temían por una de las piernas de José. Al cabo de un rato nos llamaron para confirmar que mi hijo había muerto.

¿Existe un antes y un después para la familia Couso tras el asesinato de José?

En este después me he dado a la tarea de denunciar y tratar de que otras madres como yo también alcen su voz para detener la guerra y los crímenes que se están cometiendo.

Nuestro combate actual está dirigido contra los crímenes de guerra estadounidense y por el derecho del pueblo iraquí de defenderse contra el invasor.

El caso de José se escucha —aunque duela decirlo— porque es occidental, pero ¿qué pasa con los periodistas iraquíes asesinados? Contra todo eso nos rebelamos. Mi llanto no es diferente al de las madres iraquíes.

Tomado del diario Granma