LA HABANA (Prensa Latina) - Frescas las divergencias por la invasión de Estados Unidos a Iraq, surgen nuevas discrepancias en el seno de la Unión Europea (UE) sobre temas tan sensibles como la defensa de Europa y la participación de la ONU en la reconstrucción iraquí.
La resaca de las confrontaciones se renueva entre los pesos pesados de la UE, surgidas por la participación de Gran Bretaña en la guerra contra Bagdad, sin el aval de la ONU, y el respaldo incondicional a Estados Unidos de España e Italia, seguidos de algunos futuros miembros a esa contienda bélica. Las pasiones continúan exacerbadas y aún no se aplaca la mayor crisis surgida en la UE y la OTAN, organizaciones a las cuales pertenecen todos esos países, por esa causa y la falta de una estrategia común europea.
Los mayores opositores a la invasión- Francia, Alemania y Bélgica- continúan apostando por salvar las funciones de Naciones Unidas en su papel estabilizador internacional y reclaman para ese organismo un rol preponderante en la restauración del destruído Iraq por los bombardeos anglo-estadounidenses.
Pero al igual que en semanas anteriores, chocan con la prepotencia de Washington y su imposición de que corresponde a los invasores llevar el peso de ese trabajo en suelo iraquí, para no dejarse arrebatar el dulce petrolero conseguido a sangre y fuego. Aunque París, Berlín y Bruselas, con el apoyo de Moscú, insisten en otorgar a la ONU la administración de ese estado
del Medio Oriente para devolverle la estabilidad, Washington sólo acepta darle un trabajo secundario, vinculado sobre todo a la ayuda humanitaria.
Para asegurar su posición ya se ocupa de esos menesteres en Bagdad el ex general estadounidense Jay Garner, quien estaba designado para esas funciones desde antes de comenzar la guerra. La Casa Blanca también tenía previsto el reparto de los contratos para las reconstrucciones, comerciales y los más importantes, los del crudo, la manzana de la discordia, casi todos asignados a empresas de su país y británicas.
Para cumplir sus compromisos con sus seguidores ya entregó a Dinamarca, también miembro de la UE y que lo apoyó en la conflagración, jugosos convenios, precisamente a la empresa A.P
Moeller. Esa compañía se destacó en la cooperación con el Pentágono el transporte de equipos militares, por lo cual ahora tendrá contratos para realizar varias obras de construcción y participar en la extracción del crudo.
Otros aliados se preparan para recibir la compensación correspondiente por su colaboración, en la cual se planea prescindir de quienes abogaron por una solución pacífica del conflicto.
Entre los puntos de fricción se destaca el tema sobre el regreso de los inspectores internacionales de la ONU a Iraq, cuya labor se interrumpió por el comienzo de los bombardeos, y quienes abandonaron ese país, precisamente, ante las amenazas de agresión. Mientras, Naciones Unidas, los verificadores, Alemania, Francia y Rusia abogan por el retorno de ese grupo, Washington anuncia el envío de sus expertos y se opone a que vuelvan los inspectores con mandato de la ONU para comprobar, si como dice, existen en suelo iraquí armas de destrucción masiva, pretexto usado para la guerra.
Ante el matiz de los últimos acontecimientos y aplicando quizás el viejo refrán de que cuando veas las barbas de tus vecinos arder, pon las tuyas en remojo, la llamada “Vieja Europa” por el secretario de defensa estadounidense, Donald Rumsdfeld, se prepara para garantizar su seguridad.
Tal vez por ello, la sabia Europa, como la rebautizaron París y Berlín, encabezada por esos dos gobiernos, además de Bruselas y Luxemburgo acordaron en una minicumbre, efectuada el pasado martes, reforzar su capacidad militar y de seguridad, y agilizar la creación de la Fuerza de Reacción Rápida (FRR). La formación de la FRR es un viejo sueño de la UE surgido tras finalizar los bombardeos de la OTAN a Yugoslavia, durante los cuales los aliados europeos dependieron de la logística del Pentágono.
Los cuatro consideraron que Europa debe hablar a una sola voz y desempeñar un papel central en el mundo de hoy, por ese motivo estimaron necesario consolidar la seguridad del continente para tener una política más creíble en ese rubro, en la cual se apoyen las relaciones diplomáticas. También acordaron, entre otras iniciativas, dar luz verde a la formación de una unidad de planificación y operaciones para afrontar todo tipo de riesgos, y en la cual tendrán la opción de integrarse los miembros de la UE que así lo deseen y para ello, establecerán un cuartel general de operaciones conjuntas.
Sobre lo convenido, el presidente francés, Jacques Chirac, aclaró que las relaciones de la UE y Washington deben ser de “complementación y asociación”, poniendo de nuevo sobre el tapete sus estimaciones de que el mundo debe ser multipolar, tesis compartida por Berlín. Por su parte, el canciller federal alemán, Gerhard Schroeder, también puso el dedo sobre la llaga al afirmar que en la OTAN no hay demasiada presencia de Estados Unidos, sino una falta de más Europa, al referirse a la cooperación que podrá existir con ese bloque militar. Tras finalizar la cita, los cuatros líderes ofrecieron una conferencia de prensa en la que explicaron sus puntos de vista, y recalcaron que con esos proyectos no se pretendía competir con la Alianza Atlántica, sino reforzar el pilar europeo.
Sin embargo, las reacciones no se hicieron esperar y fueron cuestionados por la Casa Blanca, sus aliados y la OTAN. Un poco airado el secretario de estado norteamericano, Colin Powell, dijo que su gobierno no necesita más cuarteles, ni un nuevo comando militar europeo.
Mientras, los fieles aliados de Washington ni lentos, ni perezosos, se apresuraron a criticar la iniciativa de defensa europea y el primer ministro británico, Anthony Blair, afirmó que la rechazará, lo cual dijo que harán otros estados.
Por su parte, la canciller española, Ana Palacio, se aseguró en figurar entre los primeros en criticarla con el argumento de que son proyectos sólo de esos estados. Pero, según la prensa de España, el vocero del oficial Partido Popular, Guillermo Martínez, fue más lejos al llamar ``la banda de los cuatros`` a los máximos líderes de París, Berlín, Bruselas y Luxemburgo.
Para aclarar su posición y desacuerdos con los proyectos de seguridad, la Alianza Atlántica manifestó su preocupación por lo que llamó duplicidades innecesarias. No obstante, todos no fueron cuestionamientos y el representante de política exterior y seguridad de la UE, Javier Solana, calificó de positiva la iniciativa, siempre y cuando se lleve a la práctica.
De nuevo parecen resurgir las latentes divisiones en el seno de la UE, entre estados que aspiran a consolidar el papel del viejo continente en un mundo multipolar y los que se conforman con seguir los pasos del gobierno estadounidense en su política unilateral.
Unión Europea: Las divergencias latentes