Universidades EEUU buscan que estudiantes hispanos no deserten

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RIVERSIDE, California (AP) - Los padres de Roberto Rodríguez deseaban que dejara su violento barrio de Los Angeles para ir a la universidad, pero al mismo tiempo no querían que se fuera muy lejos de casa.

Al llegar al campus de la Universidad de California en Riverside, el joven extrañaba su hogar, como les pasa a muchos hispanos que son los primeros en su familia en buscar una educación terciaria. Cuando llevaba tres años allí, su padre sufrió un infarto y recibió un diagnóstico de diabetes. Era el tipo de problema familiar que podía acabar con su sueño universitario.

Sin embargo, Rodríguez no se sumó a la alta proporción de estudiantes hispanos que abandonan la universidad sin graduarse y estaba por recibirse con honores este mes. Tuvo la suerte de asistir a una universidad donde no se repite la brecha de resultados que hay a nivel nacional entre los hispanos y otros grupos demográficos.

Cada vez más estudiantes hispanos se inscriben en la universidad, según estudios recientes, pero una tasa desproporcionadamente alta deja los estudios con deudas y sin diploma.

En una universidad promedio, 51% de los alumnos hispanos se gradúan con una licenciatura en un máximo de seis años, pero entre los de raza blanca no hispanos la proporción es de 59%, según un estudio del Instituto Estadounidense del Emprendimiento.

Las estadísticas no son un buen augurio para muchos jóvenes que llegan de secundarias de baja calidad o de familias que no comprenden las exigencias de la vida universitaria. Sin embargo, en un informe de enero de la organización civil The Education Trust, los autores señalaron que los resultados varían mucho de una institución a otra y que lo que hace cada universidad por sus alumnos importa.

En el sur de California, la Universidad de California en Riverside, una de las sedes de la universidad pública del estado y el Colegio Whittier, una pequeña institución de humanidades, sirven de ejemplo. Ambas instituciones crearon iniciativas para borrar la brecha de graduación de los hispanos, que van desde un programa de estímulo de 3,5 millones de dólares hasta un sofá para que los alumnos que no viven en el campus puedan tomarse una siesta.

Como resultado, los estudiantes de ambas universidades dicen que en ellas se sienten en casa y en familia, un paso importante para que continúen sus estudios.

"Cuando llegué aquí, dije: 'Creo que encontré mi lugar'", dijo Rodríguez, que dejó atrás los pantalones extra anchos tipo rapero que usaba en la secundaria y ahora estudia historia y relaciones interamericanas con la meta de ser profesor. "Para mí, era un oasis en el desierto, un oasis no muy lejos de casa, pero donde podía crecer".

Rodríguez pasa el tiempo en la oficina de Programas Estudiantiles Chicanos, donde habla de política y de sus estudios con otros alumnos y comparte los tamales que le hace su madre.

Otros hispanos, dijo, abandonan la universidad por problemas económicos y familiares que les impiden concentrarse en los estudios. Cuando su padre se enfermó, sus compañeros lo ayudaron a no atrasarse en las clases.

El campus de Riverside está en medio de un área donde viven muchos hispanos, lo que permite a los jóvenes ir a la universidad sin alejarse mucho de sus raíces, explicó el vicerrector de educación de pregrado David Fairris. Una cuarta parte de los 19.000 estudiantes son hispanos, en parte gracias a que la universidad le garantiza el ingreso a los mejores estudiantes de las secundarias de la zona.

La universidad creó "comunidades de aprendizaje", pequeños grupos de estudiantes de primer año que comparten clases. Además, consiguió 3,5 millones de dólares en fondos federales para formar un programa que anima a los hispanos a estudiar ciencias, tecnología, matemáticas e ingeniería y que ofrece empleos en laboratorios a los estudiantes hispanos y de bajos ingresos, para que no tengan que buscar exigentes trabajos afuera del campus.

También existe Mundo Hall, un edificio residencial donde se habla español, decorado con murales de íconos mexicanos como el revolucionario Emiliano Zapata y la artista Frida Khalo.

El Colegio Whittier tomó un abordaje similar y también tiene un Centro Cultural que alberga a las organizaciones de estudiantes de minorías, programas que ayudan a acostumbrarse a la vida universitaria y hasta un sofá y un refrigerador para quienes vienen todos los días desde sus casas.

La pequeña universidad de 1.425 estudiantes al este de Los Angeles tiene un 30% de estudiantes hispanos, una proporción infrecuente para una institución privada de humanidades.

Esa cifra se debe en parte al trabajo de Martín Ortiz, quien fue el único hispano entre los egresados de 1948 y volvió a la universidad para crear el Centro de Asuntos México-Estadounidenses, para el que reclutó estudiantes de los barrios latinos de Los Angeles.

Los números más recientes indican que los hispanos se gradúan en Whittier a una tasa más alta (63%) que los blancos no hispanos (58%).

Whittier también creó "comunidades de aprendizaje y convivencia" para los alumnos primerizos y tutorías con estudiantes más avanzados y con profesores. Hay becas que animan a los alumnos de minorías a estudiar para ser profesores, ayuda financiera y formularios de ingreso en español. La universidad también conecta a los alumnos con graduados hispanos, organiza celebraciones culturales latinas y programas de orientación para las familias.

"El apoyo de las familias tiene una gran influencia en el éxito de los estudiantes", dijo Luz María Galbreath, directora de los programas para latinos en Whittier. "Los padres deben entender que los alumnos necesitan dedicar tiempo a sus estudios. Tienen que saber que los estudiantes quizás no puedan trabajar a medio tiempo o volver a casa a cuidar a un bebé. Tienen que estar cerca de sus compañeros, participar de grupos de estudio y otros programas luego de las clases".

Para el hijo de salvadoreños Brownie Sibrian, el hecho de que Whittier sea pequeña y sus profesores puedan atender más a cada alumno salvó su carrera universitaria.

Sus padres se divorciaron el día que empezó la universidad y Sibrian se pasaba los días deprimido en su cuarto en lugar de ir a clase.

"Mis papás daban énfasis a que me concentrara en la escuela", dijo Sibrian. "Pero, ¿cómo me puedo concentrar en la escuela cuando sé que hay cosas en casa en las que puedo ayudar? Especialmente, entre latinos. Los latinos somos muy unidos".

Pronto, uno de sus profesores se dio cuenta de que algo andaba mal y lo convenció de hablar del tema. Los docentes le dieron más tiempo para terminar sus trabajos y sus notas comenzaron a mejorar.

A finales de mayo pasado, Sibrian se convirtió en uno de los 341 nuevos graduados del Colegio Whittier.

Foto: Roberto Rodríguez, de la Universidad de California-Riverside, en una sala de estudio en el Centro de Programas Chicana en el campus de Riverside, California, 02 de junio. Reed Saxon / AP