Los acontecimientos en el Congreso y en las calles han intensificado el debate nacional sobre la inmigración. Algunos sondeos de opinión indican que el público norteamericano piensa que la inmigración está “fuera de control” y que “algo tiene que hacerse”. A la vez, hay señales de que la mayoría no se opone a darles oportunidades a los indocumentados.
Elementos antiinmigrantes nos están bombardeando con falsedades en los medios de comunicación. La propaganda de la organización antiinmigrante “Center for Immigration Studies” se reproduce como si fuera una ciencia objetiva.
Nos dicen que los inmigrantes, sobretodo los indocumentados, se roban los empleos de los norteamericanos, rebajan a nuestros salarios, son la causa del desempleo y la pobreza entre los afronorteamericanos, agotan a los servicios sociales, son criminales y potenciales terroristas, representan una amenaza para la salud pública, causan la crisis del seguro de salud y destruyen el medio ambiente.
Los elementos más salvajes antiinmigrantes dicen que los latinoamericanos contaminan a nuestra cultura, amenazan al mismo inglés, se reproducen como moscas, y constituyen un ejército secreto para “reconquistar” al suroeste robado por Estados Unidos entre 1836 y 1853.
Estas acusaciones falsas tienen el fin de rescatar a ciertos intereses poderosos de ser culpados por los problemas de nuestra sociedad, utilizando a los inmigrantes como chivos expiatorios.
Ellos dicen que tras el huracán Katrina, contratistas particulares introdujeron a muchos jornaleros inmigrantes en la zona afectada para las tareas de limpieza. Se quejan de que estos inmigrantes desplazaron a mucha gente de la región, incluso a muchos afronorteamericanos quienes acababan de ver sus casas y empleos desaparecer, y quienes son los que realmente necesitaban esos trabajos.
De hecho, en algunos casos, los contratistas importaron obreros inmigrantes en vez de emplear a gente del área o en algunos casos despidieron a ciudadanos para poder contratar a los inmigrantes por salarios más bajos. ¿Pero como pudo suceder semejante cosa?
Inmediatamente, después de haber pasado el huracán Katrina, la administración Bush suspendió a todo tipo de reglamentos, inclusive la ley Davis-Bacon y la acción afirmativa en empleos y contratos. Esto quitó el único mecanismo para asegurar a que se contrataran a afronorteamericanos y que les pagara bien. La culpa de esto la tienen los contratistas corruptos y el gobierno, no es culpa de los inmigrantes, muchos de los cuales fueron puestos en peligro mortal y luego no les pagaron lo prometido.
Más allá del Katrina, la pobreza y desempleo entre los afronorteamericanos surge a raíz de:
• La discriminación racial ocurrida por siglos.
• El impacto del imperialismo y de la globalización capitalista, que ha eliminado muchos trabajos en la manufactura.
• La tal llamada “reforma” de asistencia pública que ha empeorado la situación de los pobres.
• El ataque implacable contra la acción afirmativa.
• La eliminación de becas universitarias que prácticamente excluye a las minorías de los empleos que requieren un titulo universitario.
• La desigualdad entre las escuelas para las élite de raza blanca, y para las minorías.
• La drástica reducción del salario mínimo, en dólares durante el 2006.
• La debilidad de las leyes laborales.
Pueden preguntarse ustedes: ¿Por qué no se hace nada sobre los problemas de las escuelas en los barrios minorías? ¿Por qué no se ha aumentado el salario mínimo en tanto tiempo? ¿Por qué no se castiga a los patrones que discriminan por raza? ¿Por qué no se resuelve nunca el problema del seguro de salud?
Y tomando todo esto en cuenta. ¿Por qué se habla otra vez de obsequiar más a las corporaciones y los superricos, inclusive a aquellos que sacan ganancias extras por la súperexplotación de los indocumentados, en forma de rebajas de impuestos? ¿Por qué estamos gastando miles de millones en una guerra ilegal en Irak?
No fueron los obreros inmigrantes sino las corporaciones avarientas y los políticos reaccionarios, que causaron estos ultrajes.
Los que atacan a los inmigrantes supuestamente para defender a los obreros norteamericanos usan argumentos de poca credibilidad. El congresista Tom Tancredo (republicano por Colorado) ofrece deportar a los inmigrantes, pero a la vez apoya un programa de trabajadores temporales, que va a minar a la posición de los trabajadores del país. El congresista Dana Rohrbacher (republicano por California) propone sacar a los campesinos y colocar en su lugar a los reos de nuestras prisiones, una verdadera esclavitud. Esto indica algo sobre los verdaderos propósitos de la retórica antiinmigrante.
Como es físicamente imposible deportar a 12 millones de indocumentados, las campañas antiinmigrantes, las redadas y las leyes represivas sólo sirven para hacer más vulnerables a los trabajadores inmigrantes, y esto aumenta la probabilidad que acepten salarios más bajos y en peores condiciones de trabajo que los ciudadanos y residentes legales no aceptarían. Esto perjudica la posición de todos los trabajadores.
La solución al problema de los inmigrantes indocumentados no es sacarlos del país, sino de resolver la condición de ser indocumentados. Si nos aseguramos que todos los obreros tengan derechos, habremos avanzado todos. Podemos estar seguros que los indocumentados de hoy, una vez resuelta su situación, lucharán por sus derechos y los nuestros tanto en el trabajo como en la comunidad. Lo evidencian las mismas manifestaciones multitudinarias que hemos visto en los meses pasados.
Usan mentiras contra los indocumentados