Venezuela: La Gran Huelga de 45 días

Con tal denominación nos referíamos durante mucho tiempo los viejos militantes revolucionarios venezolanos a un episodio, hoy casi olvidado y sin embargo de verdadera trascendencia nacional, que marcó la aparición en escena de nuestra clase obrera. Y este 22 de enero precisamente van a cumplirse 70 años de la culminación de ese histórico episodio, con un decreto del entonces presidente de la república Eleazar López Contreras ordenando el cese inmediato de la huelga general que habían emprendido los trabajadores petroleros un mes y medio antes.

En efecto, el año de 1936 significó un viraje completo en lo social y en lo político para Venezuela. Se ha dicho que allí está el inicio del siglo XX para nuestro país, aunque realmente ya habíamos entrado en la era petrolera –todavía estamos atascados en ella- desde el mismo comienzo de dicho siglo.

Había terminado la vergonzosa etapa castro-gomecista, de los primeros dos guachimanes petroleros, esos dos compadres que nos llevaron a ser de nuevo un país colonial, y empezaba el post-gomecismo hipócrita propiciado por la llamada “buena vecindad” del “demócrata” Franklin D. Roosevelt.

Así aparecieron aquí los primeros sindicatos, y también una primera legislación del trabajo para cumplir con los burócratas de la muy engañosa Oficina Internacional del Trabajo — antes conocida como el B.I.T. — creada en 1919 para apaciguar a un revoltoso proletariado europeo que se sentía inspirado por la revolución rusa de 1917.

Aquel año de 1936 resultó uno de los más trascendentes de la historia de Venezuela, cargado de efervescencia popular contra los representantes de la dominación imperialista. Los sucesos del 14 de febrero en Caracas y luego la huelga política de junio, indicaban que estaba pasando por nuestro país el tren de la revolución, que también pasaba por toda la región caribeña, y ya acababa de pasar por Nicaragua, El Salvador y Cuba.

En el caso de Venezuela fue un comunista llamado Rómulo Betancourt, recién regresado de su exilio en Costa Rica, quien hizo que el tren revolucionario pasara de largo. Logró ese renegado que los comunistas venezolanos, cuyo partido muy joven se había fundado el 5 de marzo de 1931, se enfrascaran en una interminable discusión relativa a la creación de un partido de composición “policlasista” en vez de uno específico de la clase obrera, como lo es todo partido comunista.

A la larga, Betancourt con la bendición de Washington fundó en 1941 el partido que se proponía, Acción Democrática, y bien sabemos lo que eso ha traído al país -y en especial a sus clases trabajadoras- en toda una etapa de consecuencias nefastas.

Ahora lo que me parece importante subrayar es que la huelga petrolera de 1936-37 arroja grandes lecciones para nuestra actual clase obrera, tan dividida y aletargada. En primer lugar por su característica de haber sido una huelga unitaria desde un principio hasta el final, sin grietas de ninguna forma, dirigida casi totalmente por comunistas pero con amplia participación de dirigentes de otros sectores.

La huelga, que tuvo un extraordinario respaldo nacional, se extendió desde Cumarebo, en Falcón, el 9 de diciembre de 1936, a todo el Zulia el 14 de diciembre. Y en cuanto a solidaridad, por ejemplo, en Cumaná hubo paros de los trabajadores tabacaleros, de los textileros y de los portuarios de Puerto Sucre, según apuntó nuestro recordado camarada Hemmy Croes, notable sindicalista asesinado en 1985 por agentes de la CIA cuando era presidente de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV) en su libro titulado. El movimiento obrero venezolano, elementos para su historia.

El autor es presidente del Partido Comunista de Venezuela.