Todavía hierve la ira después que el presidente Obama declarara que retrasará el prometido anuncio de otorgar alivio a los inmigrantes indocumentados hasta después de las elecciones de mitad de período que se realizan el 4 de noviembre. Las personas directamente involucradas con las luchas de las comunidades de inmigrantes señalan miles de personas más serán deportadas debido a este retraso.
A veces uno se pregunta si nuestros políticos saben lo que significa que el sostén de una familia u otros miembros sean deportados. Esas familias pueden ser enviadas a situaciones no sólo de pobreza extrema, sino de peligro mortal, como en las zonas ultra-violentas de Centroamérica de donde proceden los niños migrantes. Si tienen empleos, los pierden. Si tienen casas y están pagando una hipoteca, los miembros de la familia que dejan atrás no pueden mantenerse al día con los pagos y probablemente al final sean expulsados de sus hogares. El daño emocional a los cónyuges y los hijos menores de edad que quedan detrás es desgarrador.
Familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo de las personas que se enfrentan a la deportación deben seguir organizándose, protestando y agitando. Todo lo que se ha obtenido hasta ahora ha sido gracias a eso; nada sucede sin esa presión, ya sea la aprobación de una legislación en el Congreso o las órdenes ejecutivas de la Casa Blanca.
Sin embargo, también tenemos que asumir una actitud realista con respecto a lo que los políticos pueden o no hacer. El presidente Obama acordó implementar el Programa de Acción Diferida (DACA) para los inmigrantes menores de edad ó "dreamers" en el 2012 porque él y sus compañeros demócratas pensaron que esto les ayudaría a aumentar el voto latino en las elecciones de ese año. Luego se retractó y pospuso el anuncio de ampliar los beneficios para los indocumentados hasta después de las elecciones de noviembre por presiones desde dentro del Partido Demócrata, de los titulares en el Senado y otros candidatos que temían que sus oponentes republicanos avivaran los temores anti-inmigrantes como táctica electoral. Por su parte, los republicanos contribuyeron con su granito de arena para aumentar esos temores.
El descontento es legítimo, pero nos guste o no, así es como funciona el sistema político de Estados Unidos y es poco probable que cambie a corto plazo. Los cálculos electorales nunca pueden quedar fuera de la estrategia.
Si los republicanos ganan el control del Senado y mantienen su mayoría en la Cámara, no se ayudará a una sola familia más de inmigrantes y las cosas podrían empeorar. Es probable que ninguna legislación de reforma migratoria progresista llegue a aprobarse en el Congreso hasta después de las elecciones de 2016. El mal que podría acarrear en este y otros temas un Congreso en el que ambas cámaras estén bajo el control de una mayoría republicana es real y desalentador. Acciones muy negativas podrían llegar a ser aprobadas, como sabotear el programa DACA mediante la eliminación de su presupuesto.
Así que hablar de boicotear las elecciones del 4 de noviembre es poco realista y peligroso. Tampoco es probable que en ese corto plazo surja alguna candidatura alternativa que pudiera producir mucho más que una protesta sin importancia.
Por nuestra parte, debemos promover la inscripción de nuevos votantes, así como la participación electoral el 4 de noviembre, y ser especialmente conscientes del hecho de que los latinos, los nuevos ciudadanos y los pobres son el blanco de esfuerzos enormes por suprimirles el derecho al voto, los cuales son orquestados por el Partido Republicano. Los demócratas son impredecibles, pero no conozco ni un solo distrito estatal o congresional donde el candidato del Partido Demócrata sea en realidad peor que el Republicano. Tampoco sé de ninguno en que haya un tercer candidato de un partido que realmente pueda ganar, y hay muchos en los que él o ella podrían terminar ayudando a los republicanos.
Mientras tanto, es necesario que haya una lucha organizada para defender a cada familia de inmigrantes frente a la catástrofe de la deportación. Esto requiere un trabajo intenso en las comunidades de inmigrantes para asegurarnos de que todos los que se han beneficiado del programa DACA la primera vez, entiendan que tienen que solicitar una prórroga. Que todos a quienes se les negó la autorización para ese programa deben recibir ayuda, que las personas que se ven amenazadas con la deportación sean defendidas y no acaben abandonadas a su suerte. Por ejemplo, en 2011 el gobierno de Obama dio órdenes al Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) para dar prioridad de deportación a las personas que representaban un peligro público, pero gracias a la burocracia del ICE , esto fue ignorado en la etapa de implementación.
Hay que sacar a la luz este problema nuevamente y presionar a las oficinas del ICE para que apliquen una "discreción en su afán persecutor" de la manera más generosa posible.
También hay otras cosas por las que podemos luchar a nivel estatal y local. Un número creciente de gobiernos de ciudades, condados y estados se niegan a cooperar con las "órdenes de detención" del ICE. Estas son peticiones de las autoridades de inmigración para que las cárceles no liberen a los prisioneros hasta que se compruebe su estado de inmigración, incluso hasta 5 días después de la fecha en que deberían ser liberados. Si esto se convierte en una tendencia a nivel nacional, podría interferir con los esfuerzos de deportación masiva. Eso ayudaría a mucha gente, al tiempo de poner nuevas presiones a toda la industria de la deportación.
Foto: AP
Immigrants continue fighting despite delay in Obama's executive action