Adelanta ley sindical

Cincuenta y siete millones de norteamericanos dicen que si tuvieran la oportunidad, se inscribirían en un sindicato en su sitio de trabajo. Y gracias a una lucha de base fuerte, una ley que le podría dar tal oportunidad tiene posibilidades de aprobarse.

A pesar de una fuerte corriente derechista republicana en el Congreso, al proyecto de ley HR 1696, la ley de Libertad de Escoger para los Empleados (EFCA por sus siglas en ingles), le faltan solo dos congresistas que lo apoye para tener una mayoría en la Cámara de Representantes (tiene 215 co-patrocinadores además de su patrocinador principal, el congresista demócrata George Millar de California). Cuenta con el apoyo de 43 senadores de los 100.

El 6 de junio, representantes de 20 sindicatos de la AFL-CIO se reunieron en Washington para finalizar planes de movilizar un ejército masivo de delegados sindicales para ganar la victoria, dijo Stewart Acuff, director organizativo de la federación laboral.

El punto central de la EFCA es un plan más eficiente para que los trabajadores ganen reconocimiento oficial para un sindicato en su trabajo. Si la mayoría de los empleados en un lugar de trabajo firman una tarjeta autorizando al sindicato a que los representen, la Junta Nacional de Relaciones Laborales certifica la autenticidad de la decisión colectiva, y se puede empezar a negociar un convenio laboral.

Actualmente la ley permite que los patronos insistan tomar otro paso — una elección que involucra una campaña extendida. Aunque esto suena muy democrático, en realidad los patronos utilizan la demora para presionar a los trabajadores, según la organización American Rights at Work. Los patronos no solo despiden a empleados que apoyan la sindicalización, les convierten la jornada de trabajo en un infierno.

Actualmente, aunque 100 por ciento de los empleados firmen la tarjeta de autorización, el patrón puede insistir a que se haga una elección de representación. Desde 1981, cuando la administración del presidente Ronald Reagan aplastó al sindicato de controladores de tráfico aéreo en los aeropuertos, empezando así una campaña larga en contra de los sindicatos, el sector patronal norteamericano ha utilizado a estas elecciones para demorar años antes de reconocer el sindicato. La demora beneficia al patrón. De acuerdo con pesquisas llevadas a cabo por Paul Weiler que fueron publicadas en el Harvard Law Review, por cada día en que se demora la elección el sindicato típicamente pierde 29 por ciento de su apoyo. Mientras tanto, la gerencia obliga a los trabajadores a que asistan a reuniones antisindicales en las cuales los bombardean con propaganda espantosa con imágenes de huelgas violentas, cierre de fábricas y por el estilo. En más de la mitad de los casos que involucran trabajadores inmigrantes, la gerencia les amenaza con llamar la agencias de inmigración.

Encima de eso, por lo menos uno de cada cuatro patronos despide ilegalmente a los activistas sindicales. Un sondeo reciente mostró que 79 por ciento de los trabajadores creen que si un trabajador intenta organizar un sindicato en su trabajo, a lo mejor lo van a despedir. Treinta y seis por ciento de los que votan en contra de la sindicalización dicen que lo hicieron por razón de presión patronal.

“Estamos contando esta historia”, dice Acuff, “y cuando la gente se dan cuenta de la verdad, resultan indignados”. Hoy en casi todas las campañas organizativas, los sindicatos están exponiendo a la luz las tácticas inescrupulosas que las compañías utilizan en contra de los obreros. Mencionó el ejemplo de Comcast, la mayor empresa de televisión de cable en Estados Unidos, en cuyo caso audiencias públicas y manifestaciones sindicales han sacado a la luz las tácticas ilegales de negar de negociar con el sindicato y de despedir a los empleados. “Estamos involucrados en casi 10 campañas sindicales en que este tipo de cosa es un problema”, dice Acuff, agregando que casi todos los sindicatos en la AFL-CIO están haciendo algo al respecto.

Para el sindicato de trabajadores de acero, la EFCA es ya su prioridad legislativa, dijo Acuff. Considera el equipo de “respuesta rápida” de aquel sindicato como un modelo de lo que podría lograr la propuesta red de delegados sindicales, en movilizar las visitas y llamadas telefónicas a los congresistas. El año pasado, activistas de base movilizaron a 60.000 personas el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, para defender el derecho a organizar de los trabajadores norteamericanos.

La EFCA también contiene párrafos que requieren la mediación y la arbitración obligatoria para conseguir el primer convenio una vez que la mayoría ratifican el sindicato. Actualmente casi no hay castigo para el patrón que no negocia en buena fe con sus obreros, y por lo tanto la gerencia muchas veces logra agotar el apoyo para el sindicato aun en casos que ganan su elección de representación. En la parte sur de Chicago, después de que los instaladores de cable y los representantes de clientes eligieron a la IBEW (Hermandad Internacional de Electricistas) como su unión laboral, la compañía Comcast logró demorar las negociaciones por el primer convenio por cinco años, una táctica para volver los empleados en contra del sindicato. La EFCA también aumenta los castigos al patrón por violar las leyes laborales.

Acuff opina que la EFCA será una cuestión clave en las elecciones de 2006 para el Congreso. “Tenemos mucho trabajo por delante de nosotros. Vamos a tener que ganar en ambas cámaras, superar tácticas de demora en el Senado, y conseguir la firma del presidente”.

El secreto del éxito de la EFCA es “que tan cerca de la base popular” han operado los organizadores, dice Acuff. “Es la manera que vamos revitalizando y reconstruyendo nuestro movimiento laboral. Es el poder fundamental del movimiento sindical”.