“La administración Bush no sabe como salir de este enredado y embarazoso problema”, dijo Fidel Castro el 1 de mayo. “A fuerza de jugar con el terrorismo, engendrarlo, apoyarlo y desarrollarlo, nada tiene de extraño que les haya caído una bomba de tiempo en las manos”.
Castro hablaba de Luis Posada Carriles, el terrorista anticubano que entró ilegalmente a Estados Unidos en marzo y que ha estado viviendo en Florida desde entonces. El 17 de mayo, el mismo día en que 1,2 millones cubanos marcharon en La Habana en protesta contra la administración Bush por protegerlo, oficiales estadounidenses se sintieron obligado arrestar al agente de la CIA. Lo que va pasar próximo no está claro.
Hasta el 17 de mayo, el departamento de Seguridad Patria – con 180 mil personas, 15 servicios de inteligencia y miles de millones de dólares disponible – aparentemente, no podía con un individuo que los cubanos consideran como el “Osama bin Laden de América Latina”.
El 13 de mayo Venezuela oficialmente pidió la extradición de Posada Carriles, para que los proceso judiciales interrumpido por su fuga de la cárcel en 1985, ayudado por la CIA, pueda resumir. Como un agente de la inteligencia venezolana, Posada Carriles había planeado el ataque con bomba que derrumbó a un avión de Cubana de Aviación, matando a 73 en el 1976. En el 1997 él organizó bombardeos de hoteles en La Habana y tres años después, él y tres socios trataron de asesinar a Castro.
La administración Bush se enfrentó a una ola creciente de resistencia por proteger a un terrorista en medio de su propia “guerra contra el terror”. Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional cubana apuntó en una entrevista reciente que 34 mil refugiados políticos están encarcelado en las prisiones de EEUU mientras se le procesan sus peticiones por asilo. Pero Posada Carriles, un terrorista buscando refugio, en ese momento tiene su libertad.
Un artículo de primera plana en el diario The New York Times del 1 de mayo describe la vida de Posada Carriles. El próximo día un editorial se une al creciente corro exigiendo su arresto y extradición, aunque sugerió que quizás Posada Carriles debe ser juzgado en un país europeo o por la Corte Penal Internacional.
Cuba dice que no tiene ningún interés en juzgar a Posada Carriles. Sus líderes señalan que los países cuyos ciudadanos murieron en el ataque contra el avión en el 1976 están de acuerdo que el terrorista debe ser entregado a Venezuela para un juicio.
El 10 de mayo, los Archivos de Seguridad Nacional en la Universidad George Washington hizo público documentos des-clasificados del FBI que muestran que Posada Carriles no solo estaba envuelto en derrumbar ese avión, sino que también está vinculado al asesinato en Washington, dos semanas antes, del diplomático chileno Orlando Letelier y su asistente Ronni Moffitt. Los documentos también subrayan los contactos de Posada Carriles con la CIA.
Mientras la evidencia del historial de delitos violentos de Posada Carriles crece, el pacto internacional sobre tortura, firmado por Estados Unidos en 1999, puede que aplique en este caso, dijo el abogado cubanoamericano José Pertierra. El tratado estipula que los que torturan no cualifican para protección legal.
Mientras Venezuela sometía su petición para extradición, Wayne Smith, ex jefe de la Sección de Intereses Norteamericanos en La Habana, hizo una rueda de prensa en el Club Nacional de Prensa donde exigió el arresto y extradición de Posada Carriles. Como medida de preocupación oficial sobre la estancia de Posada Carriles en Florida, un reportero de la revista Newsweek citó sesiones informativas sobre el caso por el director de Seguridad Patria y vigilancia por el Concilio de Seguridad Nacional.
Administración forzada arrestar terrorista