Corporaciones EEUU empiezan repartir Irak

El intento de la administración Bush de decidir por su propia cuenta que va ser el único gobernador y ganador en el Irak posguerra se está enfrentando a una creciente ola de oposición por todo el mundo incluyendo Estados Unidos.

En una carta fechada el 8 de abril, los congresistas demócratas, Henry Waxman de California y John Dingell de Michigan, le exigieron al interventor general David Walker que le diera una explicación de como la Agencia para el Desarrollo Internacional había otorgado contratos para la reconstrucción de la infraestructura de Irak. En la carta los congresistas dijeron que poco se sabe sobre la autoridad de esa agencia para otorgar contratos a seis compañías sin buscar si hay otras que puedan hacer el trabajo por menos y mejor. Entre las seis están la corporación Bechtel; Stevedoring Services of America y Kellogg, Brown & Root, una empresa filial de la Halliburton. La carta habló de los informes noticiosos que dicen que las seis compañías hicieron contribuciones políticas de casi $3 mil millones desde el 1999 hasta el 2000 y que 70 por ciento de esa contribuciones fueron a candidatos republicanos.

El mismo reporte apunta al hecho de que la administración Bush estaba haciendo planes para permitir que las corporaciones estadounidenses tengan los contratos más lucrativos en la reconstrucción de la infraestructura de Irak desde antes de que las primeras bombas cayeran sobre Bagdad el 19 de marzo.

Con un estimado costo de más de $100 mil millones, la reconstrucción y reparaciones a los acueductos, carreteras, puentes, escuelas, hospitales y para apagar cualquier fuego en los pozos petrolíferos será el proyecto de construcción más grande desde el Plan Marshall.

En su carta Waxman y Dingell notaron que las seis compañías en la lista preferida habían sido invitadas a participar a hacer ofertas para los contratos que con el tiempo llegarán a $900 mil millones y que todas ellas tienen lazos estrechos en Washington, empezando con el vicepresidente Dick Cheney que era presidente de Halliburton.

Otros miembros del complejo de la industria construcción militar incluyen a George Shultz, secretario de Estado bajo Ronald Reagan, y ahora en la junta de directores de Bechtel y Phillip Carroll, ex jefe de la corporación Fluor. Carroll es el candidato preferido de Donald Rumsfeld para administrar la industria petrolera de Irak. Bechtel tiene contratos para más de 950 proyectos en 67 países y ha ganado nuevo contratos con un valor de más de $9,3 mil millones en el año 2002. Fluor, que es la número 187 en la lista de las 500 compañías más ricas en la lista de revista Fortune, tiene 50 mil empleados y mantiene oficinas en 25 países.

La carta también expresó la preocupación de que la decisión de esa agencia a limitar los contratos solo a compañías estadounidense mantiene a las agencias de desarrollo de la ONU al margen, igual que otras organizaciones multinacionales.

Estas preocupaciones fueron reflejadas en el Senado de Estados Unidos cuando la senadora republicana por Maine, Susan Collins se unió a los senadores Ron Wyden, demócrata por Oregon, y Hillary Rodham Clinton, demócrata por Nueva York, para presentar un proyecto de ley, el 10 de abril, que requiere que las agencias gubernamentales justifiquen como son seleccionadas las compañías que van a poder competir para los contratos de reconstrucción. La decisión de presentar la legislación vino después de que falló un intento de añadirle una proposición similar al presupuesto suplemental de guerra de $80 mil millones de Bush. Collins es una de tres en el Senado que votaron limitar el recorte de impuestos de Bush a 50 por ciento de lo que quería el presidente.

Como se esperaba, la organización Contratistas Generales Asociados de Norteamérica expresó su apoyo por el método usado por la Agencia para el Desarrollo Internacional para otorgar los contratos de reconstrucción en Irak. Esa organización de compañías de la construcción dice que ellos quieren asegurarse que las compañías norteamericanas tengan preferencia en todos los contratos y que los “derechos de propiedad privada y derechos de pago gozados por Estados Unidos sean protegidos en el Irak posguerra”.

El unilateralismo de EEUU en tratar de imponer su modelo para un Irak nuevo fue desafiado por el secretario general de la ONU Kofi Annan, que dijo recientemente que él espera que la ONU juegue un papel importante en cualquier nuevo Irak posguerra. “Sobre todo, la participación de la ONU trae una legitimidad que es necesaria para el país, la región y para los pueblos del mundo”, él dijo antes de la reunión del Consejo de Seguridad el 7 de abril.

Muchos observadores ven la reunión de Annan con el Consejo de Seguridad, que fue puesta para coincidir con la reunión entre Bush y el primer ministro británico Tony Blair, como un esfuerzo para buscar un papel principal para la ONU en el Irak posguerra.

Annan también usó la ocasión para anunciar que Rageeuddin Ahmed, un ex subsecretario general de la ONU y diplomático paquistaní, será su asesor especial sobre Irak.

Aunque los miembros del Consejo de Seguridad dieron la bienvenida al de nombramiento de Ahmed, estaban muy dividido sobre el papel de la ONU en el Irak posguerra, con la Unión Europea, apoyado por Bretaña, buscando más participación de la ONU que lo que prometió Bush con sus palabras de “papel vital” que nadie sabe qué significa.

Estas divisiones, básicamente las que existieron antes de la invasión estadounidense, fueron subrayadas por el embajador de EEUU John Negroponte que le dijo al Consejo que él estaba “seguro” que va haber un papel para la ONU pero que se necesita más discusión. Él dijo que “nadie debe sorprenderse” si EEUU, con Bretaña como un socio menor, toma la delantera en la reconstrucción – y sentando las bases políticas – para un Irak posguerra.

Durante el debate en el Consejo de Seguridad sobre el futuro de Irak, el gobierno francés reiteró su posición que la ONU debe tener un papel principal, mientras que Rusia fue claro en que cualquier resolución que brega con la participación posguerra no debe tener ningún sello de aprobación de la ONU por la guerra.