ANÁLISIS DE LAS NOTICIAS
A mediados de los años 1990 llegaron a Florida cinco ciudadanos cubanos para defender a su nación del terror. Lo que ellos buscaban evitar queda ilustrado por los actos siniestros recientemente reportados de tres hombres de Miami.
Santiago Álvarez es veterano de la fuerza invasora de Playa Girón y empresario de la industria de la construcción en Miami. Ganó publicidad en agosto de 2004 enviando a dos aviones para recoger al terrorista Luis Posada y a tres otros de Panamá, donde estos estaban en la cárcel desde 2000 por hacer preparaciones para asesinar a Fidel Castro durante su visita a ese país. La presidenta panameña le dio una libertad prematura y Posada, no siendo ciudadano norteamericano, fue entregado a Honduras.
Según reportes, Posada llegó a Miami desde Méjico el marzo pasado en el yate de Álvarez. Álvarez le consiguió abogados y habló a la prensa de su parte.
Santiago Álvarez ya está en la cárcel. El 18 de noviembre, la policía del condado de Broward le decomisó 20 armas de fuego automáticas, más granadas, un lanzagranadas, municiones, máscaras antigas, y un silenciador, toda propiedad de Álvarez. Mientras también se arrestaba a un empleado, Oswaldo Mitat, exclamó este “Amo a Estados Unidos... Estas armas no iban a usarse contra este país”. Los dos ya enfrentan siete cargos de posesión ilegal de de armas, y dos veces se les ha negado la libertad bajo fianza.
Se han manifestado cubanoamericanos ultraderechistas contra los arrestos, y el 8 de diciembre, cientos de ellos se reunieron en una iglesia. Se hicieron presentes oficiales elegidos. Los partidarios de Álvarez están airados porque su juicio se llevará acabo en Fort Lauderdale, no en Miami. Aparentemente los fiscales están haciendo esfuerzos a que le encuentren culpable.
El ex fiscal Kendal Coffey le dijo a un reportero que es difícil encontrar a un jurado en Miami que “vaya producir un veredicto de culpabilidad a acusados presentados como combatientes por la libertad”. Coffey ya es abogado de Álvarez. Añadió, “Una administración que depende tanto de los votos cubanoamericanos no debe que tener que huir de los jurados cubanoamericanos”.
El caso de Santiago Álvarez es buena noticia para los Cinco Cubanos. Demuestra que el perjuicio tergiversa los resultados de los juicios en Miami que tienen que ver con Cuba. El pasado agosto, los jueces de apelaciones rechazaron el juicio de los Cinco, basando su decisión sobre puntos de vista muy similares sobre el prejuicio en Miami. El gobierno norteamericano está apelando esa decisión.
Posada, que entró a EEUU ilegalmente, está detenido en El Paso, y las dificultades de Álvarez le puede quitar esperanzas para la libertad bajo palabra. Washington se niega su extraditarlo a Venezuela, donde se busca por derribar a un avión cubano en 1976, y hasta la fecha no se ha encontrado a otro país que lo acepte. Ahora Posada adquiere culpabilidad por estar asociado con Álvarez.
Las tendencias terroristas de Héctor Pesquera lo pusieron también en el lado opuesto de la buena lucha librada por los Cinco Cubanos. Un reporte del 10 noviembre en el diario El Nuevo Herald, de Miami, ubicó a este ex encabezado ya jubilado de la oficina del FBI en Miami, en Darien, Panamá los días 3 a 6 de septiembre de 2003. Allí evidentemente se reunió con venezolanos, colombianos, y un agente de la CIA para planear el asesinato de líderes venezolanos, y estos supuestos esquemas culminaron en el asesinato de Danilo Anderson el 18 de noviembre de 2004. Anderson, fiscal venezolano, estaba preparándose para el juicio de los conspiradores que tomaron parte en el fracasado golpe de estado contra el presidente Hugo Chávez en abril de 2003. Pesquera había dirigido la investigación judicial de los Cinco Cubanos previo a su juicio, y fotos noticieros lo muestran al lado de extremistas de Miami celebrando las convicciones iniciales de estos. Más tarde, Pesquera alegadamente intervino en una investigación de varios pistoleros de Miami que viajaban a Venezuela en un yate, descarrilando así su juicio por cargos de planear el asesinato de Fidel Castro allí.
El 6 de diciembre, José Basulto, encabezado del grupo “Hermanos al Rescate”, otorgó inadvertidamente una cierta educación sobre la necesidad por lo que hicieron los Cinco Cubanos en Florida. Este le dijo a la televisión de Miami, “En el año 1962, disparé con un cañón contra un hotel en Cuba y hasta ahora no me han venido a entrevistar. A mí me entrenaron en el uso del cañón las propias autoridades de EEUU. Me suministraron armamento en otro momento”. Basulto disparó desde una embarcación rápida a unos 200 metros de la costa, alcanzando el edificio.
Aquí tengo un deseo para el año nuevo, o quizás una fantasía. Que los cinco cubanos tengan un nuevo juicio. Álvarez — ¿y hasta Posada? — compadezcan como testigos. La defensa le pregunta a Álvarez sobre su presencia reportada a bordo de una embarcación en 1971 de donde originaba fuego de armas que dejó heridas a dos muchachas cubanas.
Y, ¿fue esa la voz de Álvarez en el teléfono hace cuatro años, como alegan los cubanos, instruyéndole a un subalterno, ya en manos de la policía cubana, a poner explosivos en el club nocturno Tropicana de La Habana?
Crónica del terrorismo anti-Cubano