El 10 de julio, el juicio del revolucionario colombiano Ricardo Palmera, también conocido como Simón Trinidad, llegó a su fin en Washington. Palmera fue declarado culpable de la acusación de haber tomado rehenes, pero el jurado no pudo decidir sobre las cuatro otra acusaciones. En noviembre de 2006, el primer juicio de Palmera fue declarado nulo cuando el jurado no pudo estar de acuerdo sobre el veredicto.
Sus partidarios en aquel entonces fueron animados por la negativa aparente de parte del primer jurado de considerar como acusado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de las cuales Palmera es un líder. En ambos procesos, Palmer instruyó al jurado sobre los problemas sociales de Colombia y les contó la historia de las FARC y su propio desarrollo como revolucionario.
Policías ecuatorianos ayudados por la CIA norteamericana, habían arrestado a Palmera en enero de 2004, y luego lo extradieron a Estados Unidos. Se le acusaron de haber dirigido la captura por las FARC el 13 de febrero 2003 de 3 contratistas norteamericanos que participaban en espionaje aéreo en Colombia, luego de que se derrumbó su avión. Palmera sostiene que había ido a Ecuador para negociar un intercambio de presos entre las FARC y el gobierno colombiano, mediado por un funcionario de la ONU.
El jurado no pudo acordar sobre un veredicto sobre acusaciones de secuestro de los tres contratistas norteamericanos — un cargo cada uno — un cargo de dar apoyo material a terroristas. A Palmera no se le permitió llamar sus propios testigos de defensa, y tuvo que aceptar un abogado nombrado por el gobierno, y lo han mantenido en detención solitaria desde que lo trajeron a Estados Unidos.
Entre los dos juicios de Palmera, los funcionarios cancelaron otro juicio planeado cuando se reveló que el juez, en forma incorrecta, había permitido que la fiscalía entrevistara a los jurados del primer juicio.
Palmera tuvo el beneficio de un testigo de la fiscalía, Jhon Pinchao, quien testificó que en 8 años de cautiverio en manos de las FARC jamás había visto a Palmera a pesar de haberse mantenido arrestado con los tres rehenes estadounidenses. El oficial de policía escapó en abril. La sentencia de Palmera que se estima sería 30 años o más de cárcel, se va a anunciar después. Al fin del juicio, el jefe de la fiscalía Ken Kohl ofreció una posible reducción de la sentencia a cambio de que las FARC suelten a los tres rehenes.
Ricardo Palmera aun se encara con un juicio por cargos de narcotráfico que se ha programado para empezar el 20 de agosto.
Las circunstancias del juicio de Palmera eran inusuales. Un líder insurgente en la guerra civil de otro país es arrestado, llevado a Estados Unidos, y sometido a juicio. Según el abogado Paul Wolf, un observador en ambos juicios, el gobierno norteamericano probaba un disfraz legal para someter a juicio luchadores de resistencia de otros países dentro de terrotirio estadounidense con motivos de intimidación.
Independiente del lugar de jurisdicción, los tribunales norteamericanas por mucho tiempo han llevado a cabo procesos por crímenes cometidos en contra de ciudadanos norteamericanos fuera del contexto de la guerra. Tomar rehenes es un ejemplo. Y una vez que se admite la noción de conspiración, surgen muchas posibilidades para prosecución. En el caso de Ricardo Palmera, los innovadores legales norteamericanos probaban la idea de que ser miembro de una organización que toma rehenes, constituye la conspiración.
De hecho, en el primer juicio, la fiscalía especificó como “co conspiradores” a todos 27.000 integrantes de las FARC. Ellos colocaron anuncios en periódicos colombianos urgiendo que fueran a Washington con Palmera como acusados.
Paul Wolf alabó a la respuesta desinteresada de Palmera a una sugerencia de la fiscalía que él buscaba ser intercambiado con presos de las FARC. Palmera pidió que no lo intercambiaran, agregando que acepta la posibilidad de pasar el resto de la vida en la cárcel. Declaró que un intercambio de presos es un requisito para la paz en Colombia y expresó su inquietud de que posible negociaciones sobre el intercambio de el para presos de las FARC, podría impedir otros intercambios de presos.
Palmera le dijo al tribunal “Las FARC sostiene que el destino de Colombia no puede ser guerra civil, sino que podemos alcanzar a la paz. No buscamos venganza. Sí insistimos que los crímenes sean explicados. Nosotros mismos deseamos la paz y la reconciliación para Colombia”.
El caso extraordinario de Ricardo Palmera