La manifestación masiva del 29 de agosto en Nueva York contra la agenda Bush fue un evento histórico para nuestro país. Para mi y mi generación de chicanos, mejicanoamericanos, trae recuerdos de otro histórico 29 de agosto en 1970, cuando más de 25.000 de nosotros con nuestros aliados marchamos por Este Los Ángeles contra la Guerra de Vietnam, en el Moratorio Nacional Chicano.
Nuestra marcha fue atacada brutalmente por la policía y gente murieron, incluyendo el principal periodista latino de esa era, Rubén Salazar, igual como atacaron los estudiantes blancos en la Universidad Estatal de Kent en Ohio, y a los estudiantes afronorteamericanos en la Universidad Estatal de Jackson en Carolina del Sur, anterior ese año. Seguimos luchando después del ataque, igual como los movimientos de estudiantes, paz y afronorteamericanos de esos días, hasta que el presidente que hacía la guerra fue destituido del cargo y nuestras tropas fueron retiradas de Vietnam.
En el 2004, mucho más que en 1970, estuvimos marchando juntos, no separados, y tenemos el apoyo del pueblo de todo el mundo. El tipo de represión al cual nos enfrentamos en esos tiempos no es probable hoy en día, pero se necesita precauciones. Hay otros paralelos y diferencias claves que serían bueno tener en mente.
Para el 1970, creciente números de gente en EEUU se habían convertido contra la guerra. Pero eso no fue suficiente para pararla. Mucho más se tenía que hacer: se tenía que cambiar y parar al servicio militar obligatorio, militantemente oponernos contra los bombardeos, y no solo las universidades, sino las escuelas secundarias tenían que organizarse. Los jóvenes empezaron regresar de la guerra y uniéndose a las protestas. Entonces empezaron oponerse a pelear mientras estaban en las fuerzas armadas y antes de entrar. Fue solo cuando sacaron a Nixon de su cargo que se podía ver el fin, y hasta entonces la presión tenía que continuar.
Nuestro Moratorio Chicano era diferente de mucho del movimiento pacífico de esos días en que nos enfocamos en los barrios de clase trabajadora cuya juventud estaban muriendo en esa guerra a doble el nivel de la población entera. Ante de la movilización nacional del 29 de agosto nosotros marchamos en los barrios de más de 20 ciudades en el suroeste y el medio oeste. El movimiento de paz de hoy está basado en los vecindarios, y los sindicatos más grandes del país han tomado una posición contra la guerra en Irak. A pesar de esto, todavía necesitamos más y más grande manifestaciones. Un esfuerzo masivo para derrotar a Bush se necesita en todos nuestros vecindarios el 2 de noviembre.
Nuestro movimiento pacífico chicano se dirigió a los problemas del racismo y la justicia económica más que el movimiento de paz entero. Hoy el movimiento de paz está tomando este enfoque más amplio, pero puede haber más conocimiento de lo que está en peligro globalmente.
Cuando nos oponemos a la política militar de Bush, Irak es una prioridad, pero también los son Haití, la doctrina de ataque preventivo, globalización corporativa, calentamiento global, el uso de armas nucleares, aumento en los gastos militares, despliegue global de nuestras fuerzas armadas, y armas en el espacio. Tenemos que oponernos al servicio militar obligatorio, y al el perfilamiento de nuestra juventud de minoría y pobre para el reclutamiento militar.
Una de la gran fuerza de nuestro movimiento de juventud del 1970 fue los progresistas de las generaciones previa que nos dio gran apoyo: César Chávez y Dolores Huerta de los trabajadores agrícola, y otros activistas bien conocido en nuestras comunidades, tal como Ralph Guzman, Bert Corona, Chole Alatorre, Corky González, Pollo Baca, Tony Ríos, Irene Tovar, el reverendo Antonio Hernández, el padre Juan Romero, Julia Mount, Celia Rodríguez, Esteban Torres y muchos más. Ellos sabían que cada generación tiene que desarrollar sus propios métodos para organizar por la paz entre sus semejantes.
Tuvimos debilidades, unas grandes. Los varones dominaban la tarima, éramos innecesariamente nacionalistas y anti o no político. Yo pienso que pudimos ser más fuerte y menos vulnerable a los ataques si los políticos pro paz, como los congresistas Ed Roybal y George Brown (que donó espacio de oficina para nuestro comité), igual que el concejal Tom Bradley hubieran estado envueltos. Además de César Chávez, se le podía pedir a otros sindicalistas pro paz hablar, como a Dolores Huerta y a Paul Schrade del Sindicato de Obreros Automovilísticos. Sin duda, tal debilidades todavía impacta al movimiento de hoy, pero hay mucho mejoramiento.
Allá para 1970 nuestra consigna era ¡Raza sí, guerra no! Hoy es ¡Raza humana sí, guerra no!
Dejadme hacer énfasis otra vez, entonces para poner fin a la guerra era necesario quitar al presidente bélico. Hoy lo mismo es verdad.
Rosalío Muñoz era presidente del Moratorio Nacional Chicano del 29 de agosto 1970. Actualmente él es un organizador para el distrito del sur de California del Partido Comunista de EEUU. Se puede comunicar con él al rosalio_munoz@sbcglobal.net.
El Moratorio Chicano: Lecciones para hoy