La crisis política en Haití se puso al rojo vivo esta semana, cuando la oposición al presidente Jean-Bertrand Aristide intensificó su violencia, especialmente en la zona norte del país. Mientras tanto, elementos de derechistas en la capital aumentan sus llamadas a que Aristide renuncie su puesto.
En Gonaives, 4ta cuidad del país, pandillas armadas ligadas al viejo régimen de “Papá Doc” Duvalier y elementos paramilitares ultraderechistas merodearon por las calles, quemando puestos de policía y otros edificios gubernamentales e intimidando a partidarios del presidente constitucional elegido. Hasta el 16 de febrero entre los 30 muertos por los disturbios en Gonaives 21 han sido policías.
Louis-Jodel Chamblain, ex-cabecilla de las temidas escuadrones de la muerte del ejército haitiano en los años ‘80, y más tarde líder del nefasto Frente por el Avance y Progreso en Haití (FRAPH), reapareció en Gonaives con una pandilla de por lo menos 20 combatientes armados. FRAPH asesinó y mutiló a miles de demócratas y progresistas haitianos a comienzos de los años ‘90.
Similarmente, Guy Philippe, ex jefe de policía que huyó a la República Dominicana luego de un fracasado intento a golpe de estado contra el presidente Aristide en 2002, también fue visto en la ciudad animando a los rebeldes a que se preparen para un enfrentamiento armado directo contra el gobierno, y según reportes, declarando que “Tenemos muchas armas.”
Ha surgido un montón abigarrado de elementos derechistas, incluyendo al “Frente de Resistencia Artibonita” (antes conocido como el Ejército Antropófago) y la “Fuerza 86,” bajo el mando de Jean Tatoune, arquitecto del masacre Raboteau anti-Aristide en 1994, que ha surgido en Gonaives, St. Marc, Trou du Nord, y otros pueblos y ciudades por la zona norte del país, todos comprometidos al derrocamiento del gobierno.
Obrando en paralelo con estas tropas de choque de la rebelión antigubernamental, otras fuerzas han ido aumentando su agitación, buscando la renuncia de Aristide. En Port-au-Prince, ciudad capital, líderes oposicionistas, incluyendo a André Apaid, gran dueño de fábricas y encabezado del “Grupo de 184,” y también la dirigencia de la “Convergencia Democrática” centroderechista. Apaid es dueño de 15 fábricas en Haití, incluyendo a varios maquiladoras mal pagadas, y supuestamente lleva pasaporte estadounidense. Su odio hacia Aristide es bien conocido. Los medios masivos de comunicación también están dominados por elementos anti-Aristide.
Estas fuerzas bién saben que no pueden ganar el poder por elecciones democráticas, y por eso han rechazado repetidas veces las llamadas del gobierno a participar en las próximas contiendas parlamentarias. También saben que una mayoridad contundente del pueblo haitiano rechaza a su estilo de política derechista.
Por ejemplo, cientos de miles de manifestantes pro-Aristide se reunieron en Port-au-Prince el 7 de febrero, al igual que hicieron en el anivserario 200 de la independencia de Haití el 1 de enero. Lo hicieron a pesar de que Haití sigue siendo el país más pobre del hemisferio, y a pesar de algunas de las concesiones dolorosas que ha hecho Aristide a los decretos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El otro lado de la moneda es que, bajo Aristide, el gobierno haitiano ha duplicado el salario mínimo de 36 a 70 gourdes por día, ha construido más escuelas entre 1994 y 2000 que durante los 190 años anteriores, y ha aumentado las inversiones publicas para la agricultura, el cuidado de salud, y el bienestar infantíl. Y, todo eso a pesar de una prohibición a la asistencia monetaria de EEUU, del FMI, y del Banco Mundial.
Las actividades evidentemente coordinadas de las tropas de choque paramilitares y las maniobras políticas de los elementos oposicionistas empresariales en la capital, junto con una declaración reciente hecho por el vocero del departamento de Estado norteamericano, Richard Boucher, de que en el futuro de Haití puedan haber “cambios en la posición de Aristide,” han provocado comentarios en el sentido de que un golpe de estado apoyado por EEUU puede estar en camino.
La congresista demócrata por California Barbara Lee, quien visitó recientemente a Haití, escribió al secretario de Estado, Colin Powell, en una carta del 12 de febrero, que “Ya se está confeccionando un golpe de estado violento, y parece que EEUU actúa como asesor y cómplice en este atentado violento para derrocar al gobierno de Aristide. Con pleno y debido respeto, me parece que es un “cambio de régimen”.
De manera similar, la congresista Maxine Waters, demócrata por California, declaró, “Claro que este es un atentado para tomar el poder. ... Creo que André Apaid trata de instigar a un baño de sangre en Haití, en la creencia de que EEUU ayudaría a los tal llamados “manifestantes” contra el presidente Aristide y su gobierno”.
Waters ha hecho una llamada a que EE UU deje de prestar apoyo a Apaid y a sus aliados, y que se respeten a los esfuerzos del gobierno haitiano para defender a la ley y al orden constitucional.
Se puede comunicar con el autor al malmberg@pww.org.
Haití: ‘Tentativos para golpe de estado’