La India: Una visión de futuro

LA HABANA (Prensa Latina) Jawaharlal Nehru hizo ondear la enseña tricolor (roja, blanca y naranja) en la mañana del 15 de agosto de 1947 sobre la muralla del histórico Fuerte Rojo, convencido de que la construcción de una poderosa y próspera India resultaría más difícil que conquistar la libertad de Gran Bretaña.

Con su independencia, el país heredó pobreza, miseria, enfermedades y analfabetismo dado el escaso desarrollo de las fuerzas productivas, tras dos siglos de explotación colonial.

A esto se sumó la política británica de despojo territorial que privó al nuevo Estado asiático de las ricas regiones agrícolas del Punjab (la mayoría en Pakistán) y Bengala Oriental (hoy Bangladesh), la primera en granos, y la segunda en materias primas como el yute, algodón y tabaco.

La partición del Subcontinente y la creación de Pakistán provocó una masiva migración y transferencia poblacional, (unos 15 millones de personas), lo que interrumpió el desarrollo económico indio.

Otros dos millones de hindúes, islámicos, sikhs, y mohajires, entre otras etnias, murieron en las grandes masacres religiosas que acompañaron ese desmembramiento, cuya mayor tragedia dejó el colonialismo británico en el floreciente Valle de Cachemira, en el Monte del Himalaya.

Por omisión o ignorancia, Gran Bretaña no incorporó en la división territorial el principado de Cachemira bajo la regencia del maharajá Harath Singh a la India ni a Pakistán.

Singh, de confesión hinduísta, transfirió esa región de mayoría musulmana a la India, lo cual originó la primera guerra con Pakistán en 1947. La Segunda aconteció en 1964.

Desde entonces, ese rico y fértil territorio norteño semeja un barril de pólvora con casi un millón de soldados de ambos ejércitos desplegados a lo largo de las fronteras terrestres y ficticias y una sangrienta lucha separatista que tiene hasta el presente más de 40 mil muertos, en 12 anos.

Pese a ese lastre, Nehru y su partido del Congreso Nacional Indio iniciaron la construcción socioeconómica dirigida a mejorar las condiciones de la masa desposeída y modernizar el País.

Tales esfuerzos estuvieron encaminados igualmente a favorecer la libertad y la paz en todos las naciones, la democratización en las relaciones internacionales, y la unidad del movimiento anti-imperialista.

Los diferentes planes quinquenales emprendidos por los gobiernos de Nehru-Gandhi y de otras agrupaciones políticas opositoras dotaron a la India en los últimos 55 anos de un poder industrial cuya producción total la sitúan entre los 10 primeros países del mundo.

El crecimiento de la producción alcanzó un promedio de un ocho por ciento anual entre 1985 y 1996, período en el que se incremento el número de grandes y modernas fábricas.

La construcción de los complejos siderúrgicos de Bhilai, en Madhya Pradesh, Rourkela, en Orissa, y el minero de Bailadila, en el centro del país, concluyó en esa etapa.

La India cuenta además con plantas automovilísticas en Bombay, modernos astilleros civiles y militares en Visakhapatnam, gigantescas industrias textiles en Bombay y Ahmedabad y fábricas de la industria aeronáutica en Bangalore.

Sin embargo, cerca de la mitad de esa producción industrial se obtiene de pequeñas y descentralizadas unidades que se calculan en más de un millón 500 mil, las cuales emplean a 13 millones de trabajadores.

La producción de esas empresas, que reciben incentivos económicos y créditos preferenciales estatales, representaban el 22 por ciento del total del sector en 1995.

Del otro lado, el desarrollo industrial contribuyó a la expansión de la ciencia (satélites), la tecnología nuclear y la agricultura, piedra angular de la economía, que genera el 27 por ciento de las exportaciones y el 35 por ciento del ingreso nacional.

Un ejemplo elocuente es que de 50 millones de toneladas de granos obtenidas en 1950, la India produce ahora más de 280 millones de toneladas, pese a adversas condiciones climáticas derivadas de sequías e inundaciones en varias regiones de la Unión.

La India se autoabastece de alimentos, y es el primer productor mundial de té, el segundo de caña de azúcar y arroz, y el tercero en trigo y cereales.

En la actualidad, el 75 por ciento de los mil 20 millones de habitantes, la segunda nación mas poblada del mundo, percibe sus ingresos del sector agrícola.

Sin embargo, persisten factores negativos que conspiran contra éste ingente y descomunal esfuerzo de 55 años, entre los que figuran los 300 millones de personas viviendo por debajo del límite de la pobreza y una tasa de analfabetismo del 48 por ciento de la población.

En una decena de los 29 estados y territorios administrativos y políticos, los soldados intentan controlar los grupos extremistas separatistas, que son tan viejos como la independencia nacional.

Al igual que la corrupción imperante, las pésimas infraestructuras, el exceso de población, los asesinatos de mujeres y los millones de niños obligados a trabajar.

De ahí que es un logro el hecho de que con tres millones 300 mil kilómetros cuadrados, mil 20 millones de habitantes, mil lenguas y dialectos y 18 religiones la Unión continúe desarrollando 55 años después de su independencia y aspire a un crecimiento económico de un ocho por ciento hasta el 2007, pese a la miseria, superpoblación, la corrupción y el fanatismo extremista.

El autor es Jefe de la Redacción de Asia de Prensa Latina y ex corresponsal en China, República Popular Democrática de Corea, Japón y la India.